Mucho ha cambiado la sociedad desde
que Miguel Ángel Rodero y Javier Castellano, en el año 1998, parieran el mítico
Rincón del Vago. Miles de estudiantes aprobaron asignaturas gracias a aquellos
trabajos “originales” que habían circulado más que un billete de diez euros.
Pero claro, la evolución es imparable.
Los vagos siguen existiendo, pero su rincón ahora se llama Inteligencia
Artificial —IA, para los más esnobs—. Versión premium y versión gratuita -universidad
privada y pública, según los políticos-. Lo importante, sin embargo, es que la
IA más o menos funciona. A veces sorprendentemente bien, y cuando no, pues
finge con una elegancia que ya quisieran algunos ministros. En el fondo, no
deja de ser un mega buscador muy convincente que solo sabe lo que alguien colgó
en internet. Si no está en la Red, para la IA no existe. Y vaya si lo comprobé.
Lo comprobé cuando, inocente de mí,
le pregunté por casos de corrupción en el Gobierno del marido de la Begoña, y
la criatura me vino a decir que allí todo era puro y cristalino. A medida que
le estrechaba el cerco, la IA seguía firme en que, al no haber sentencia firme,
pues eso, impoluto. Curiosamente, cuando pregunté por el PP, de pronto la
presunción de inocencia ya ni estaba ni se la esperaba, porque claro, Feijóo y
la foto con Marcial Dorado son argumento más que suficiente. Vamos, que la IA
parecía empeñada en aprobar unas oposiciones a diputado de la izquierda. Y tozudo
de mí, que seguí.
Le pregunté entonces por la ideología
de un escribidor de un diario local, alguien cuyas manías y pocas virtudes me
conozco bien. Y la IA, sin despeinarse, lo tachó de “conservador” porque había
pertenecido a un cuerpo de seguridad. Claro, si eres policía te encanta la ley
y el orden, pues eso, son de derechas. Lógica aplastante. Y si a eso añadía los
títulos de sus escritos, pues blanco y en botella. Entonces uno no puede evitar
preguntarse: ¿para la IA todos los policías votan lo mismo? ¿Es el PSOE el partido
del desorden para la IA? Pese a ello no
me rendí, y seguí.
La prueba final fue pedirle que me
escribiera una novela. ¡Y me la escribió! La tituló como “La noche de los
pasos rotos”. Y ahí empezaron los dilemas: ¿será inédita? ¿Será un remix
descarado plagiado de mil novelas ajenas? ¿La puedo publicar sin que me persiga
un ejército de abogados? ¿Cuántos políticos —de esos que escriben libros sin saber
apenas escribir— no habrán usado ya la IA para parecer intelectuales? ¿Y esto
es serio? ¿Dirigirá la IA nuestras vidas? ¿Nos dirá qué votar, qué creer y
cuántas excusas usar para no ir al gimnasio?
Pues eso, un lío.
PUBLICADO EL 4 DE DICIEMBRE DE 2025, EN EL DIARIO MENORCA.