UN SANT JORDI EN MAHON





La historia se escribe de muchas formas, sí, pero tengo que confesar que cada vez soy más escéptico con la historia, con las verdades, con las mentiras y cuantas versiones de éstas sean divulgadas o se dejen escritas. Y si ya es difícil discernir la verdad vivida por uno mismo, cuán difícil será el conocimiento de las de otros, o más aún con la histórica, cuando los hechos fueron escritos por una de las partes, o exagerada por ambas.

Estos días al menos, la mayoría de los políticos españoles coinciden en alabar la figura de Manuel Fraga Iribarne. Tal vez, por lo difícil que es encontrar a una persona íntegra entre ellos. Tal vez, por lo difícil que es encontrar a un hombre de Estado antes que a un hombre de partido. Y es que el molde es de antaño, de cuando no había impresoras ni fotocopiadoras, ni se conocía el “copiar y pegar” que tantos universitarios actuales llevan y han llevado a la práctica. Toda España cabía en su cabeza, sí. Y no necesitaba ni móviles ni portátiles para que se lo recordaran en sus oratorias en el Congreso. Ni nadie que le escribiera sus discursos. ¿Por qué no aprendería Matas de él?

Pero no voy a hablar de don Manuel. Hoy voy a hablar de otras historias, historietas más bien. De un Sant Jordi….., y en Mahón. Ocurría en una mañana, cuando en la plaza de la Explanada un grupo de pensionistas había desembarcado en la estación de autobuses y se dirigían a dar una vuelta por la ciudad de Llevant. Allí, en el suelo mismo de la plaza, una tapa de registro llamó la atención a más de uno. ¿Dónde estaban? ¿En Mahón o en Es Castell? ¿O hacía tal vez referencia al Castillo de Mahón? ¿Era el cuartel de la Explanada aquel castillo que hacían referencia las antiguas murallas?. Allí no había GPS ni traductor lingüístico que ayudara a salir de aquella duda a los que poco a poco iban aglutinando grupo.

Y cada cual tenía su versión de los hechos, su tesina particular.. El estamento intelectual del grupo ya posicionó su versión. Aquella tapa registro era consecuencia de la mancomunidad del servicio de aguas, de las restricciones económicas de las administraciones, de la colaboración entre ellas, de….

Pero el estamento intelectual no estaba solo. Había más estamentos que componían el grupo. Entre ellos, los novelados en ciencias policiales y de intriga. Daban por hecho que aquello era un fenómeno puntual y por ello mismo, motivado por algo excepcional. Abrir el abanico de posibles motivos ya estaba en estudio. Se planteó como causa la sustracción de la misma desde el pueblo vecino y por algún motivo, su abandono en aquel lugar. Pero faltaba sino el móvil, al menos la presencia de la verdadera titular del registro. Y ésta tampoco se hallaba allí.

Descartado el supuesto anterior, apareció en escena otro estamento grupal. Lo suyo era discernir si la tapa que faltaba, la del Maó-Mahón, debía de encontrarse en el pueblo vecino de Es Castell, en otro de la supuesta mancomunidad o si ésta no se encontraba ni se había encontrado nunca en aquel lugar. Y no dejaban allí la incógnita, no. Presupuestaban la posibilidad de que otro grupo, como si de en otra dimensión se tratara, pudieran estar ahora, antes o después, reunidos en tropel o al más solitario estilo, discutiendo o analizando el hallazgo de la otra tapa, en otro registro, en otra demarcación.

Lo cierto es que allí estaba Sant Jordi a caballo y con el dragón en los suelos. Y Es Castell. Y el agua. Y el escudo barrado. Hubo también quien queriendo quitar leña al asunto buscaba diferentes escudos en las tapas vecinas, por si pudiera tratarse de algún homenaje del pueblo de Mahón a sus municipios vecinos. Pero no, la tapa registro estaba rodeada por tapas mahonesas por doquier y por un grupo de visitantes a su alrededor. También se tantearon que no fuera Sant Jordi y si que lo fuera Sant Jaume, a la postre patrón del pueblo. Pero el dragón sobraba.

Las cámaras de la televisión no se hicieron esperar. Una unidad móvil pronto aparcó en las inmediaciones. Trípode y cámara empezaron a tomar posiciones como si “els tres tocs” tuvieran lugar sobre aquel mismo registro. No fue el caso, pero casi. Las cámaras buscaban la noticia del turismo de invierno y aquel estamento grupal era su objetivo. Y ante un objetivo y con un micrófono en mano, no hay quien pueda permanecer inaccesible. Edad, lugar de origen, de estancia y de los lunares eran desenmascarados a los potenciales televidentes. Todos, por unos instantes, se olvidaron de aquel Sant Jordi y de aquella misteriosa aparición de aquella tapa de registro.

Mientras las cámaras registraban y entrevistaban a aquel turismo patrio, otros turistas pisoteaban la misma y ninguno reparó en ella. Ni turistas ni los propios convecinos de la ciudad. Ni mancomunidades, ni sustracciones ni dominios. La mayoría era ajena a aquella jugarreta del destino, de aquel descuido, de aquel error humano sin duda. Un error si acaso, sin consecuencia alguna, sin beneficio y sobre todo, sin perjuicio.

Un tema de comentario, sin duda. Un tema para llevarse a la memoria dentro de unos años. Un tema para registrar en formato jpg, en Word, y poco más. Un tema para una yincana.


¿Dónde estará la tapa con el escudo de Mahón?

PUBLICADO EL 20 ENERO 2012, EN EL DIARIO MENORCA.