RAFAEL LE-SENNE BLANES


La noticia nos sorprendió a todos.  Y por desgracia, como suelen ser en estos casos, la sentencia ya estaba ejecutada y no había duda ni apelación posible.  Era sábado tarde, jornada histórica entre reflexión y final de Copa,  y don Rafael acababa de ser llamado urgentemente a presencia divina.

La página del Word aparece en blanco y le cuesta a uno expresar sentimientos. Un acto injusto y contra natura.  Pero no es nuestra justicia la que nos juzga ni tampoco somos dueños de nuestro futuro. Actos como éstos, nos lo demuestran a diario.

Sin duda, si tuviera que definirlo brevemente, lo haría con una sola palabra: Nobleza. Noble en el aspecto más amplio posible. Excelente profesional con amplitud de miras, gran persona y un gran corazón que ahora le ha pasado factura.

A él le debo –entre otros- estos veinte años que aparezco en estas páginas. Federico –ahora un tanto  limitado por el número de caracteres- también le debe su nombre.  Otros en cambio, le deberán la suerte y fortuna de haber visto  alcanzadas unas metas en las que nunca hubieran soñado.  Pero la visión de don Rafael iba más allá de cubrir las meras expectativas e intereses personales de quienes le rodeaban.

Don Rafael puso los cimientos, forjados y tabiques de lo que es la actual Policía Local de Menorca.  Una policía integral e integrada.  Pasamos de ser simples auxiliares a valorados profesionales. Y no paró allí, no. Creó el servicio insular de bomberos y todo el entramado de las emergencias.  Y cuando le llegó la hora de su jubilación, traspasó con acierto y esmero todo el legajo almacenado durante años de experiencia y dedicación.  Su despedida laboral desbordó las previsiones en protocolo, con muestras de afecto y consideración de todos los ámbitos de la sociedad. 

Su nobleza con el que lo definía al inicio, se remonta también en su época castrense. Hace un par de años tuve ocasión de ponerle en contacto con algunos de los soldados que tuvo bajo su mando en el Sahara y que lo buscaban por la red.  El buscado como “el bueno del teniente Le-Senne” era el mismo que casi cuarenta años después, era homenajeado por sus nuevos “hombres” de la plantilla de Mahón.  Y el hecho de que tras cuarenta años se le recuerde a uno, dice mucho.

Su inesperada marcha hará que muchas  preguntas queden sin respuesta. Muchos marrones debió comerse con  sentida responsabilidad y lealtad, asumiéndolas  como inherentes al cargo. 

Lealtad ésta, de la que seguro dio más de la que recibió.

Descanse en paz, don Rafael.
PUBLICADO EL 29 MAYO DE 2014, EN EL DIARIO MENORCA.