ORATORIA

La semana pasada fue completa.  Uno no daba abasto.  Por la TVE1 sesión de investidura, por IB3 caso NOOS.  En el resto, dosis de lo mismo.  Fue una semana enriquecedora, aunque muchos no quieran reconocerlo.  Más que enriquecedora, instructiva.

Las Cortes (debería decir tal vez, Congreso de los Diputados, pero uno nació en la década de los sesenta….) nos devolvieron por unos instantes al arte de la oratoria.  No es que fueran muy  brillantes, pero al menos dejó de ser una sesión rutinaria y aburrida, y el ambiente se salpimentó.  La ironía de Rajoy, las buenas salidas de Patxi López, las sumas que no le salían a Albert Rivera, las teatrales provocaciones de Pablo Iglesias, y las intervenciones de los catalanes, engancharon al público. 

Y las sesiones fueron instructivas porque son muchos ciudadanos que aún hoy, desconocían el mecanismo para nombrar al presidente del Gobierno.  Y esto sí que es de juzgado de guardia. 

En el edificio del EBAP todo lo contrario.  El ambiente salpimentado de las Cortes contrasta con la monotonía hecha aburrimiento en un juicio en que nada será lo que parece.  La oratoria brilla por su ausencia.  También presenta su dosis de instrucción para muchos ciudadanos.  La fiscalía ha perdido el estrellato y su intervención no alcanza los mínimos mediáticos que había acaparado durante la instrucción.  Quien sí sobresale es la presidenta del tribunal, quien con su actitud denota una gran profesionalidad.

En este segundo caso, caso NOOS, el ciudadano ha aprendido que el investigado tiene el derecho de mentir. Y de no contestar a las preguntas que se le hagan.  O a algunas de ellas.  Vamos, todo aquello que vemos en las películas…  Y en España, más.  Y que lo de “Hacienda no éramos todos” también. 
Aún  quedará por ver si la justicia es igual para todos, aunque tras la decisión  sobre la doctrina Botín, no deja duda alguna.  Otra cosa es que la legislación diga lo que a todos nos gustaría que dijera.  Y eso ya es cosa de otras señorías. 

Por cierto, y hablando de señorías, dos han sido las anécdotas que han llamado la atención.  La primera, la del fiscal, que al dirigirse a la presidenta del tribunal, la llama “señora” y no “señoría” como la llaman el resto de letrados e investigados.  O eso, o que el audífono empieza a fallar.  Y la segunda, si acaso ya no culpa del audífono, sino de las dioptrías, es que no se vio al bebé de la diputada Bescansa, en el hemiciclo.


¿Habrá podido ya conciliar el trabajo con la familia? Pues nos alegramos.


PUBLICADO EL 10 MARZO 2016, EN EL DIARIO MENORCA.