Con motivo de los incendios que se han ido extendiendo
principalmente por Galicia, Extremadura y Castilla-León, todos los españolitos
de a pie y nuestros primos asimilados nos hemos convertido en unos auténticos
gurús forestales. La culpa ya no es del
pirómano que prende fuego intencionadamente en el bosque, sino por la falta de
labores de conservación de los bosques.
Algunos añadirán a la lista de culpables al cambio
climático. Y no es que salvemos al
pirómano, sino que le atenuamos la pena de telediario. Un resentido, un enajenado mental, un juego,
una imprudencia… Una víctima de nuestro
tiempo. Una víctima de quien no recicla,
de quien contamina y de los negacionistas climáticos como dirán los progres.
Te das cuenta de que el guion se repite. Esta vez no ocurre en el Levante, pero da
igual. La tragedia de nuevo se instala en comunidades gobernadas por los
populares. El Gobierno del marido de la
Begoña ni está ni se le espera en las primeras jornadas. Faltan medios y personal. Y por lo visto, alguien competente. Faltan inversiones y presupuestos. Falta
prevención, y sobre todo sentido común.
Vamos, más cabras y menos machos….
Incluso en esto el feminismo nos da lecciones.
Y sobran muchas cosas también. Sobra la soberbia, el oportunismo, el orgullo
y el partidismo… Y aquí es donde entra
en juego la naturaleza, pero en minúsculas.
La naturaleza humana: la peor que existe.
Menorca en el tema de la prevención lleva ventaja. Me consta que en su tiempo se trabajó y mucho
en desarrollar planes de emergencia, de prevención. Y aún así, no hay que bajar la guardia. Un rayo, una chispa del tractor, la pólvora
de un cazador es suficiente para provocar el desaguisado. Y aún se podría hacer más.
¿Se imaginan, en plena transición ecológica, poner cargadores
eléctricos en los aparcamientos de las playas menorquinas, bajo pinares que
hacen sombra, para enchufar el Tesla del urbanita concienciado? El sentido
común dicta que no, pero tranquilos, que aquí todo es posible. Porque si ya
dejamos que las autocaravanas planten su chiringuito con cocinas y aires
acondicionados en medio de estos pinares, ¿qué puede salir mal?
Y de paso, esos cables eléctricos que cruzan Menorca como si
fueran guirnaldas de feria, de Norte a Sur, de Poniente a Levante, ¿por qué no
soterrarlos? Ganaríamos en estética, en seguridad y en lógica. Pero, claro,
igual resulta que son patrimonio de la Reserva de la Biosfera, herencia directa
de los talayots y las navetas. Intocables -de momento- como todo lo absurdo. Y nadie se queja. ¿Serán las puertas giratorias esta vez las
culpables?
PUBLICADO EL 28 DE AGOSTO DE 2025, EN EL DIARIO MENORCA