Estaba a punto de escribir sobre Hugo Rafael Chávez Frías, -Hugo Chávez, en la intimidad- cuando las últimas noticias van y me le quitan protagonismo. Ahora, uno ya no sabe si las noticias que van apareciendo son causa de la carcoma que hace que el barco timoneado por el nieto del capitán Lozano haga agua por todos lados, o simplemente es una estratégica del asesor de turno para distraer al personal. Y con seiscientos asesores en nómina hay para tapar mucha carcoma…..
Sea lo uno o lo otro, lo cierto es que el tema judicial está candente. Y no es de ahora, sino de hace tiempo. Y es normal. Las independencias de los poderes quedan muy bien en los escritos, en los libros y en Internet, pongamos por caso, pero la realidad –como todas las realidades- es otra. ¿Cómo no intentar influenciar si la cúpula es elegida, negociada, nombrada, por los políticos? ¿Cómo no verse manipulados si los méritos pueden estar condicionados? Pero una cosa es que se intente manipular, presuntamente, claro, y otra muy distinta es que llegue a consumarse.
Tampoco nos tendría que preocuparnos demasiado si esto ocurre o no. Si creemos en la integridad de los jueces, las preocupaciones sobran. Además, tampoco tiene que ser excusa para cambiar de sistema de nombramiento de la cúpula jurídica. ¿Qué mayor garantía que la de ser nombrado por los propios representantes de los ciudadanos? ¿Se imaginan un poder controlado por si mismo?. Asusta.
La misma existencia de corrientes dentro de la juridicatura ya denota una división en cuanto al modo de entender la interpretación de la ley. Hablar de corrientes conservadoras y progresistas no hace favor alguno a sus miembros. La misma definición de que el juez interpreta tanto lo que se juzga como la ley misma, ya ofrece la posibilidad de que estas interpretaciones sean variadas. Y pon ende, que haya varias verdades jurídicas dispares. Y por el camino de la apelación, que el interpretador de mayor categoría esté en posesión de la verdad más jurídica.
Pero la verdad jurídica no tiene porqué coincidir con la verdad real. Y mucho menos con las verdades de cada uno. Y el peligro también está en creer que esta verdad jurídica es la verdad real. Y la distancia entre ambas, va creciendo.
Desde que la legislación permite que un delincuente negocie su castigo, o que las partes lleguen a un acuerdo para aligerar los juicios, muchas sentencias pueden pecar de fallar verdades distorsionadas, cuando las verdades jurídicas van alejándose de las verdades de uno y de otro.
Y si además, si un político, un policía, cualquier funcionario, cualquier actuación de la administración puede ser puesto en tela de juicio, también tiene que poder serlo, la actuación de cada uno de los jueces, por muy poder independiente que sea. ¿Acaso no es poder independiente el ejecutivo y el legislativo?¿Acaso no nos metemos con ZP y con Rajoy? ¿Porqué no criticar –dentro de los límites, claro está- cualquier decisión de un funcionario judicial?.
Porque eso es lo que son los jueces. Son funcionarios del poder judicial, como habrá funcionarios de las corporaciones locales o del Estado, pongamos por caso. No son dioses, ni mucho menos. Tampoco están en poder de la verdad, ni son infalibles. Son eso sí, garantes de unas garantías.
Y más aún, si cuando un presunto siempre, delincuente , va y denuncia a los policías con cualquier mentira o verdad, y se abren diligencias para esclarecer los hechos, ¿por qué no puede un imputado por alguna causa, denunciar al juez que instruyó su caso? ¿No es eso un ejemplo de democracia y de soberanía del estado de derecho?
Y si la justicia no funciona bien, tampoco es culpa de ellos. Necesitan medios. Necesitan personal. Y necesitan sobre todo, credibilidad. Y es en cuanto a los medios y al personal donde otros poderes independientes tienen que inmiscuirse y colaborar. En cuanto a la credibilidad, es su propio gobierno quien tiene que apechugar y cerrar filas. Un gobierno elegido eso sí, en parte, por el pueblo español. Como lo son los elegidos de los otros poderes del Estado.
Situaciones como la del Constitucional con la sentencia del Estatut, no hacen más que engrandecer la duda que de tanto en tanto, sobrevuela nuestras mentes. Una mayor celeridad, daría tal vez sensación de mayor profesionalidad. Aunque eso sí, presunta. No sea que se interprete como una intromisión en la independencia judicial. Por cierto, un mandamiento judicial no admite demoras. ¿Por qué se demoran tanto otras cuestiones?.
Ah!, y a Hugo Cháves, lo que le dijo el monarca. ¡Que se calle! Que a alguno le puede dar la sensación como si él, de jueces y de democracia no entendiera. Presuntamente, claro. Como Fidel Castro, su hermano Raúl, Evo Morales y tantos pocos otros amigos de nuestro invicto presi, Rodríguez, Zapatero para más señas. Y para más señas -y desde lo de la memoria histórica- nieto del capitán Lozano.
Sea lo uno o lo otro, lo cierto es que el tema judicial está candente. Y no es de ahora, sino de hace tiempo. Y es normal. Las independencias de los poderes quedan muy bien en los escritos, en los libros y en Internet, pongamos por caso, pero la realidad –como todas las realidades- es otra. ¿Cómo no intentar influenciar si la cúpula es elegida, negociada, nombrada, por los políticos? ¿Cómo no verse manipulados si los méritos pueden estar condicionados? Pero una cosa es que se intente manipular, presuntamente, claro, y otra muy distinta es que llegue a consumarse.
Tampoco nos tendría que preocuparnos demasiado si esto ocurre o no. Si creemos en la integridad de los jueces, las preocupaciones sobran. Además, tampoco tiene que ser excusa para cambiar de sistema de nombramiento de la cúpula jurídica. ¿Qué mayor garantía que la de ser nombrado por los propios representantes de los ciudadanos? ¿Se imaginan un poder controlado por si mismo?. Asusta.
La misma existencia de corrientes dentro de la juridicatura ya denota una división en cuanto al modo de entender la interpretación de la ley. Hablar de corrientes conservadoras y progresistas no hace favor alguno a sus miembros. La misma definición de que el juez interpreta tanto lo que se juzga como la ley misma, ya ofrece la posibilidad de que estas interpretaciones sean variadas. Y pon ende, que haya varias verdades jurídicas dispares. Y por el camino de la apelación, que el interpretador de mayor categoría esté en posesión de la verdad más jurídica.
Pero la verdad jurídica no tiene porqué coincidir con la verdad real. Y mucho menos con las verdades de cada uno. Y el peligro también está en creer que esta verdad jurídica es la verdad real. Y la distancia entre ambas, va creciendo.
Desde que la legislación permite que un delincuente negocie su castigo, o que las partes lleguen a un acuerdo para aligerar los juicios, muchas sentencias pueden pecar de fallar verdades distorsionadas, cuando las verdades jurídicas van alejándose de las verdades de uno y de otro.
Y si además, si un político, un policía, cualquier funcionario, cualquier actuación de la administración puede ser puesto en tela de juicio, también tiene que poder serlo, la actuación de cada uno de los jueces, por muy poder independiente que sea. ¿Acaso no es poder independiente el ejecutivo y el legislativo?¿Acaso no nos metemos con ZP y con Rajoy? ¿Porqué no criticar –dentro de los límites, claro está- cualquier decisión de un funcionario judicial?.
Porque eso es lo que son los jueces. Son funcionarios del poder judicial, como habrá funcionarios de las corporaciones locales o del Estado, pongamos por caso. No son dioses, ni mucho menos. Tampoco están en poder de la verdad, ni son infalibles. Son eso sí, garantes de unas garantías.
Y más aún, si cuando un presunto siempre, delincuente , va y denuncia a los policías con cualquier mentira o verdad, y se abren diligencias para esclarecer los hechos, ¿por qué no puede un imputado por alguna causa, denunciar al juez que instruyó su caso? ¿No es eso un ejemplo de democracia y de soberanía del estado de derecho?
Y si la justicia no funciona bien, tampoco es culpa de ellos. Necesitan medios. Necesitan personal. Y necesitan sobre todo, credibilidad. Y es en cuanto a los medios y al personal donde otros poderes independientes tienen que inmiscuirse y colaborar. En cuanto a la credibilidad, es su propio gobierno quien tiene que apechugar y cerrar filas. Un gobierno elegido eso sí, en parte, por el pueblo español. Como lo son los elegidos de los otros poderes del Estado.
Situaciones como la del Constitucional con la sentencia del Estatut, no hacen más que engrandecer la duda que de tanto en tanto, sobrevuela nuestras mentes. Una mayor celeridad, daría tal vez sensación de mayor profesionalidad. Aunque eso sí, presunta. No sea que se interprete como una intromisión en la independencia judicial. Por cierto, un mandamiento judicial no admite demoras. ¿Por qué se demoran tanto otras cuestiones?.
Ah!, y a Hugo Cháves, lo que le dijo el monarca. ¡Que se calle! Que a alguno le puede dar la sensación como si él, de jueces y de democracia no entendiera. Presuntamente, claro. Como Fidel Castro, su hermano Raúl, Evo Morales y tantos pocos otros amigos de nuestro invicto presi, Rodríguez, Zapatero para más señas. Y para más señas -y desde lo de la memoria histórica- nieto del capitán Lozano.
PUBLICADO EL 11 MARZO 2010, EN EL DIARIO MENORCA.