Nuevo curso o la continua rutina de la vida…. que sobre gustos no hay nada escrito. Pero siempre ocurre lo mismo, o al menos, nos empeñamos que así sea. Cada final de septiembre, cada principio de octubre, lo dedicamos, nos dedicamos, al punto de inflexión entre lo que dejamos del verano y la preparación de la vuelta a la cotidianidad. Eso sí, damos por hecho de que el verano es un punto y aparte. Un cargar pilas. Un alto en el camino. Y el otoño -no puede ser de otra forma-, una depresión post-vacacional.
Inicio de cursos, de preparativos, de vuelta a las consabidas responsabilidades adquiridas u obligadas. Época en la que muchos abuelos rejuvenecen con la siempre mano de ayuda que brindan a sus hijos para sus nietos. Época en que muchos abuelos, muchos jubilados, preparan su nuevo curso para hacia ellos mismos. Y sus viajes. Y sus hobbies. ¡ Faltaría más ! ¡ Que uno es joven hasta que se demuestre lo contrario !
Octubre, según la numerología sería un mes curioso por si mismo. Si atendemos que antiguamente era el mes ocho en el calendario romano –de allí le viene el nombre-, su significado en cuanto a esta ciencia –por llamarla de alguna forma- vendría a ser el penúltimo en cuanto a un periodo trazado y a punto de expirar. En el calendario ya gregoriano lo encontramos en la décima posición y por eso mismo en el primero que se adentra en este nuevo acontecer. Y así es como lo tratamos actualmente. Un mes de contactos con lo nuevo. Un mes de ruptura con el pasado.
Un mes, una semana, un día, una hora, un instante nuevo y repetitivo, también. Con él nos adentramos en el otoño, época también nombrada como la primavera del invierno. Y es que en todo buscamos semejanzas, comparaciones. En cierta forma nos negamos a adentrarnos en un algo desconocido. Al menos, el universo, en esto nos acompaña. O al menos, en lo próximo. Nuestras miras, por lejanas que sean, no alcanzan a más.
También es época melancólica, triste, preparadora de eventos como el del recuerdo a nuestros ya desaparecidos. Faltará un mes, sí, pero si siempre están presentes, más lo estarán en estas fechas. Las hojas caducas nos lo recordarán, también. El día empezará a perder luz, y la mano del hombre sobre el reloj –que no sobre el tiempo- también ayudará a que esta luz se haga menos presente. Las tardes se ennegrecerán y las mañanas tardarán en despertarse.
Pero son hechos cotidianos, repetitivos, sincronizados a un reloj biológico, cósmico, o como quiera llamársele. Un reloj natural, ecológico, sostenible, como dirían si de marketing se tratara.
Y en esta cotidianidad nos encontramos. Y más aún lo notamos quienes tenemos el privilegio de vivir en una isla como ésta. En un pueblo como el nuestro. En una sociedad cerrada y abierta a la vez. Este vivir en continua contradicción, nos ayuda a perseverar en nuestras tradiciones y abrirnos al futuro. Futuro que se llama de muy diversas formas. Llámesele nouvinguts o simplemente a las nuevas tecnologías. Cada cual se abrirá a sus necesidades, a sus antojos, a sus intereses –como no-, pero con un punto en común: disfrutar. Disfrutemos eso sí del momento, que de ellos vivimos.
Y es que vivimos de momento, y del momento. De muchos momentos.
Uno llegado a este punto, parece que empieza a filosofar. Y es que la vida es filosofía. Y maestría. Y experiencia. Y tantas cosas que nadie tiene que explicaros. Ni a vosotros ni a nadie. La mejor filosofía es la que se aprende por uno mismo. Filosofía es razonamiento. O al menos así lo creo. Sacar conclusiones desde vivencias, desde tropiezos, desde amarguras y como no, desde alegrías. Pero siempre desde la felicidad. No hay filósofo amargado ni triste.
Simplemente aceptando la realidad, el destino y el final, podemos vivir un presente, un principio, una vida. Octubre, nuevo curso, sí. Una despedida al verano , una bienvenida al otoño. Un cerrar etapa. Un abrir etapa.
Simplemente, un mes para seguir aprendiendo, un mes para seguir sirviendo.
Un nuevo curso, una nueva reválida, un nuevo examen. Y la vida continua.
PUBLICADO en el número del mes de OCTUBRE de 2010, en EL BULLETÍ DEL CENTRE DE PERSONES MAJORS. Area de Acció Social. Consell Insular de Menorca
Inicio de cursos, de preparativos, de vuelta a las consabidas responsabilidades adquiridas u obligadas. Época en la que muchos abuelos rejuvenecen con la siempre mano de ayuda que brindan a sus hijos para sus nietos. Época en que muchos abuelos, muchos jubilados, preparan su nuevo curso para hacia ellos mismos. Y sus viajes. Y sus hobbies. ¡ Faltaría más ! ¡ Que uno es joven hasta que se demuestre lo contrario !
Octubre, según la numerología sería un mes curioso por si mismo. Si atendemos que antiguamente era el mes ocho en el calendario romano –de allí le viene el nombre-, su significado en cuanto a esta ciencia –por llamarla de alguna forma- vendría a ser el penúltimo en cuanto a un periodo trazado y a punto de expirar. En el calendario ya gregoriano lo encontramos en la décima posición y por eso mismo en el primero que se adentra en este nuevo acontecer. Y así es como lo tratamos actualmente. Un mes de contactos con lo nuevo. Un mes de ruptura con el pasado.
Un mes, una semana, un día, una hora, un instante nuevo y repetitivo, también. Con él nos adentramos en el otoño, época también nombrada como la primavera del invierno. Y es que en todo buscamos semejanzas, comparaciones. En cierta forma nos negamos a adentrarnos en un algo desconocido. Al menos, el universo, en esto nos acompaña. O al menos, en lo próximo. Nuestras miras, por lejanas que sean, no alcanzan a más.
También es época melancólica, triste, preparadora de eventos como el del recuerdo a nuestros ya desaparecidos. Faltará un mes, sí, pero si siempre están presentes, más lo estarán en estas fechas. Las hojas caducas nos lo recordarán, también. El día empezará a perder luz, y la mano del hombre sobre el reloj –que no sobre el tiempo- también ayudará a que esta luz se haga menos presente. Las tardes se ennegrecerán y las mañanas tardarán en despertarse.
Pero son hechos cotidianos, repetitivos, sincronizados a un reloj biológico, cósmico, o como quiera llamársele. Un reloj natural, ecológico, sostenible, como dirían si de marketing se tratara.
Y en esta cotidianidad nos encontramos. Y más aún lo notamos quienes tenemos el privilegio de vivir en una isla como ésta. En un pueblo como el nuestro. En una sociedad cerrada y abierta a la vez. Este vivir en continua contradicción, nos ayuda a perseverar en nuestras tradiciones y abrirnos al futuro. Futuro que se llama de muy diversas formas. Llámesele nouvinguts o simplemente a las nuevas tecnologías. Cada cual se abrirá a sus necesidades, a sus antojos, a sus intereses –como no-, pero con un punto en común: disfrutar. Disfrutemos eso sí del momento, que de ellos vivimos.
Y es que vivimos de momento, y del momento. De muchos momentos.
Uno llegado a este punto, parece que empieza a filosofar. Y es que la vida es filosofía. Y maestría. Y experiencia. Y tantas cosas que nadie tiene que explicaros. Ni a vosotros ni a nadie. La mejor filosofía es la que se aprende por uno mismo. Filosofía es razonamiento. O al menos así lo creo. Sacar conclusiones desde vivencias, desde tropiezos, desde amarguras y como no, desde alegrías. Pero siempre desde la felicidad. No hay filósofo amargado ni triste.
Simplemente aceptando la realidad, el destino y el final, podemos vivir un presente, un principio, una vida. Octubre, nuevo curso, sí. Una despedida al verano , una bienvenida al otoño. Un cerrar etapa. Un abrir etapa.
Simplemente, un mes para seguir aprendiendo, un mes para seguir sirviendo.
Un nuevo curso, una nueva reválida, un nuevo examen. Y la vida continua.
PUBLICADO en el número del mes de OCTUBRE de 2010, en EL BULLETÍ DEL CENTRE DE PERSONES MAJORS. Area de Acció Social. Consell Insular de Menorca