Un
año para la esperanza. Y para la prudencia.
Atrás quedan los malos presagios, los catastrofismos, los túneles sin
salida, y aparecen en escena unos indicadores que alimentan la esperanza de una
tímida recuperación. Prefiero
indicadores antes que las promesas y los discursos. Prefiero la ciencia antes que otros postulados. Y aún así, la sociedad funciona por intereses
demasiados complejos a veces.
Bienvenido
sea 2014 si con él trae trabajo, recuperación e ilusión. Bienvenido sea por el punto de inflexión que
prometió durante toda su gestación, aunque su infancia se presente larga y
trabajosa. Nació en una familia humilde, rica en propósitos, pero pobre en
recursos.
Un
año donde la recuperación nos la prometen por activa y por pasiva. Pero no bastan promesas, sino hechos, aunque el mercado
societal funciona más por perspectivas que por lógicas. No importa el valor real, sino el valor
estimado. Si todos aupamos hacia una
sola dirección, aunque no sople el viento, seguro que llegamos. Y este año que acabamos de estrenar, tiene
que ser eso, un punto y aparte. Una nueva hoja. Un nuevo libro, si es
necesario. Un romper esquemas, dejar lastre, y caminar en una misma dirección. La que sea, pero única.
Bienvenido
seas 2014. Tampoco nos engañarán quienes
nos prometan un futuro idóneo, no. El
futuro tardará en parecerse al pasado próximo.
Han cambiado muchas cosas, pero no el motor ni el cambio de
marchas. Los poderosos han marcado
distancias y los pobres hemos retrocedido hacia nuestros orígenes. A la clase media que nació del milagro español de los años cincuenta y
sesenta, han intentado asesinarla los mismos que de ella nacieron. Los nuevos ricos han roto esquemas y se han
hecho amos y dueños de la sociedad.
Solo
el miedo a la confrontación social ha
frenado el genocidio económico y ha marcado un diezmo en cuanto a las
expectativas de futuro. Las pensiones se
habrán recortado por vida y algunos derechos liderarán nuevas conquistas,
mientras que otros quedarán abandonados por décadas en una cuneta de vía
secundaria.
El
camino ya está dibujado en plano, pero aún debemos limpiar de zarzales y
parchear tramos, nivelar badenes y señalizar curvas, para trazarlo sino en lo
universal, en lo patrio. Hacer patria, aquello
tan despreciado en el pasado próximo, se hace necesidad en este presente, como
ya lo han hecho Alemania, EEUU y demás presuntos.
Y
por eso mismo, por ser una necesidad, una esperanza.
Y
con esta esperanza, Bon Any a tots.
Sort
i Ventura!
PUBLICADO EL 2 ENERO 2013, EN EL DIARIO MENORCA.