Siempre se ha dicho que la justicia no es
igual para todos. A veces sin motivo. Y
muchas otras, con fundamento.
Últimamente el espectáculo mediático parece inclinar esta balanza –no de
la Justicia, sino de la opinión- hacia uno de estos posicionamientos.
De tanto en tanto sale a escena
algún juez o fiscal, que hace que el público espectador renueve la confianza
hacia el sistema judicial. ¿Es bueno o
malo que esto ocurra? La pregunta es capciosa, sin duda.
Alguien podrá decir que si así
ocurre es porque los demás juristas no promueven esta confianza. Otros, aludirán a que los temas juzgados por
el resto no alcanzan un poder mediático. Y habrá pareceres para todos los
gustos, sin duda. Gustos, ideologías, intereses… ¿Por qué siempre el gobierno
de turno defiende a la monarquía? ¿Por qué en la oposición –excepto en el caso
de los populares- no la defienden?
Para algunos, la ciudadana
Cristina nada tendría que ver con la infanta Cristina. Y así debería y debe
ser. Pero aún se quedan cortos. Mientras haya aforados, mientras algunos
puedan comparecer sentados en sus despachos y por escrito, mientras haya
indultos, mientras haya pactos entre acusación y defensa, la justicia seguirá
siendo desigual.
Mientras la fiscalía dependa
jerárquicamente del Gobierno y el proceso penal no siempre sea gratuito -sino bajo tasa-, habrá quien la cuestione y la ponga bajo
sospecha. Y ya no hablemos de las
interpretaciones judiciales, o también llamados fallos. La unanimidad escasea y las apelaciones se
frenan con aumento de costes, que no de aciertos.
Y la Justicia no es ciencia. Y
mucho menos, exacta. Ni siquiera
ponderando todos los considerandos posibles, el patrón final no tiene porqué
ser el mismo. Una acusación, una
defensa, al entrar por las puertas del entramado judicial pone en
funcionamiento una especie de ruleta, de
la que muchas veces dependerá su suerte.
Y al que más satisface la suerte
suele ser al culpable, quien en el peor
de los casos, sólo se le administrará justicia.
Al inocente, la justicia sólo se le otorgará en el mejor de los
resultados.
Durante algunas semanas estaremos
pendientes del devenir de la ciudadana Cristina. No por Cristina misma, sino por David, por
Goliat, por la monarquía, y como no, porque mientras no haya decisión judicial,
existirá la esperanza de que la justicia, algún día llegue a ser igual para
todos.
Sin duda, el populacho ya ha
dictado sentencia. Ahora sólo faltará que se pronuncien los encargados de
hacerlo.
PUBLICADO EL 23 ENERO 2014, EN EL DIARIO MENORCA.