EL REY DE ESPADAS


Cuando los mahoneses nos referimos al “rey de espadas”, nuestro GPS nos traslada a la plaza de la Conquista.  Allí, en el Mahón más antiguo, se encuentra erigido  un monumento al artífice de la incorporación de Menorca a la civilización cristiana para unos, a los territorios de España para otros, y como no, con el tiempo, a una comunidad cultural que algunos intentan politizar.  Peo ante todo, está el deseo de que represente la conjunción entre  sabiduría y acción. 

            Alfonso III no tan sólo marcó historia, sino los orígenes del pedigrí menorquín.  Y es curioso y contradictorio a la vez, que en la búsqueda de nuestros orígenes, el territorio se imponga a nuestros genes.  Los menos entendidos intentamos saltarnos la época musulmana y hacemos de la cultura talayótica referente de  antepasados, cuando éstos representan  una civilización anterior.

            El factor isla y los devaneos posteriores con españoles, ingleses y franceses, habrá brindado la oportunidad de ser diferentes a los demás pueblos del entorno.  La proximidad geográfica también intentará forzar vínculos aunque la idiosincrasia menorquina, se hará notar.

            Y eso es lo que celebramos por Sant Antoni.  Cada cual tendrá su propia visión, su propia lectura. Sa Diada del Poble Menorquí tendrá tantas como intereses concurran entre los ciudadanos, pero lo que debe unirnos, es la esencia del carácter propio, del menorquín.  Carácter éste que se ha venido formando o deformando tanto por influencias externas como las propias de insularidad, tramontana, humedad…..

            Añadidos como las variantes de la propia lengua, la cultura y la adquisición de costumbres de pueblos externos, también serán  aspectos de esta configuración personalizada que haremos de nuestro carácter y de nuestras raíces.

            No en vano, las raíces las iniciamos con la llegada de nuestros antepasados a esta roqueta y pocos serán quienes  buscarán historias pasadas de éstos en otros territorios. Incluso muchos que presumimos de menorquines, nuestro  pedigrí será  mezcla de otros lares. Y es que debe ser así.

            Debe ser así, porque por Sant Antoni, más que defender culturas, más que defender raíces, debemos aupar territorio.  Si a la cultura talayótica nos la hacemos propia, nos hacemos propias todas las demás culturas de  quienes queremos, sentimos y admiramos nuestra tierra, nuestra cultura, nuestra historia.  Y Sant Antoni, nos sirve para eso mismo, un referente, una fecha, una excusa si quieren.  Un motivo, también, para sentirnos, ante todo, menorquines.
 
PUBLICADO EL 16  ENERO 2013, EN EL DIARIO MENORCA.