FACEBOOK

Si a alguien hay que darle premios, honores e incluso el premio Nobel, muy por seguro que apostaría por el creador de Internet, incluso si afinamos más, apostaría por el inventor del Facebook. 

Hoy en día el Facebook es la herramienta que domina las voluntades de los internautas.  Si todo lo que circula por Internet tiene visado de autenticidad siempre que no sea negado por el mismo canal, no digamos cuando vía Facebook, una mentira, un insulto, se propaga por diestro y siniestro.

Facebook es actualmente la vía de comunicación más rápida. A la vez, es plataforma de necesidades sociológicas de cada uno de nosotros.  Si necesitamos cariño, si queremos vender una plancha, si queremos apoyar una causa, allí está el Facebook para compartirlo.  No importa si es verdad o mentira.  Y no digamos si añadimos varios “me gusta”.   Aquello ya es el no va más.

Y no es raro que muchos necesitados lo utilicen.  Más que un álbum de rostros,  el Facebook, es un libro de fachadas.  Fachadas de lo que queremos aparentar o de lo que necesitamos representar.  Muchos han estudiado en Harvard, y siguen escribiendo con hache melocotón.  Muchos amenazan y prestos piden perdón por la mala interpretación.  Porque eso sí, malinterpretaciones, muchas.

De todos modos, en esto estamos salvados.  Tenemos al emisor que miente.  Luego tenemos al amigo que comparte y opina.  Y por último el agraviado que se identifica con aquel sujeto pasivo de la calumnia o injuria.  Pues bien, ni lo uno es cierto, ni lo último veraz.  Porque al final, todo queda resumido en que es el juez quien interpreta lo subido y colgado.  Y como jueces hay muchos, pues eso, interpretaciones también.

Como ejemplo, el último que me contaron.  Uno ya no sabe si es ciencia ficción, o simplemente enajenación.  O verdad, vaya usted a saber. Desconozco si el autor es español, sudamericano o extraterrestre.  Para el caso, es igual.  Un familiar llora desconsolado por no poder asistir a los últimos momentos del pariente.  Y no asiste por impedimento de terceros.  Llueven los comentarios y los ánimos. Y ya no digamos los insultos a los terceros.  Y uno, cauto que es, se pregunta ¿será verdad o simplemente una pataleta?

Hoy en día, la gente se muere en hospitales.  Y los hospitales son públicos. ¿Cuántos que han dado al “me gusta” se habrán creído que en un hospital público van a prohibir la entrada al familiar de un moribundo?  Algo no cuadra.  Debe tratarse de un país extraterrestre, digo yo. 


 O que  todo es mentira. Lo más seguro.

PUBLICADO EL 9 DE JUNIO DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.