HORÓSCOPOS

Por estas fechas la sensación que percibe uno  es la de dar  un acelerón y traspasar la barrera del nuevo año.  Aunque desconocido, siempre aupamos el deseo de que sea mejor que el que dejamos atrás.   Si las uvas, si algo rojo, si ventanas abiertas, si la iluminación a todas luces, un sinfín de variedades hechas tradición, que por si las moscas, pocos se escaparán de ellas.

Otra tradición son los horóscopos y los augurios de los videntes y asimilados.  Pura anécdota sin duda, y con mucho morbo si en ellos se habla de la monarquía o de la transparencia, las formas y el futuro político de Pedro y Pablo.  Pero eso son los pocos. La mayoría de ellos se referirán a los signos zodiacales, en la que entramos todos juntos, aglutinados en un mismo lote, como si la igualdad fuera real.

No soy adicto a los horóscopos por imperativo de uno mismo.  Reconozco que como el tabaco, el alcohol y demás drogas, el horóscopo puede ser perjudicial para la salud. También es cierto, que si uno de ellos se pone a tiro, una hojeada tampoco hace daño.  O no debería hacerlo, aunque tengamos la mosca detrás de la oreja.  Este año, ya ha caído el primero en mis manos.  El primero y el segundo. Y punto.

El primero que leí nos dejaba muy mal parados a los de Acuario.  Que si envidias, que si puñaladas traperas…  Era imposible que quien hubiera hecho aquellos acertijos nos deseara tanta mala suerte a todos los de Acuario. ¡Y durante todo el año! ¡Alguno tendría que sobrevivir a tan mala convivencia!, pensé.  Y por eso mismo leí también el segundo que se me acercó.  O simplemente lo fui a buscar.  Este ya fue más positivo.  O menos negativo, para no llevarnos a engaño.  En ese,  no nos mataba con un puñal clavado en la espalda.  O al menos, lo omitía. 

Esa omisión ya me dio suficiente vidilla para que el futuro no representara un problema añadido.  Ni la omisión ni la acción, para ser sinceros. Pero seguro que habrá personas  que necesitarán convencerse mucho más.  Y aquí estará el verdadero problema y el verdadero negocio.  Si al principio escribía de tradiciones, que si luces, que si uvas, que si prendas rojas, poco será el gasto invertido en la compra de uvas, gasto eléctrico, prendas de lencería, en comparación con el gran negocio –por no llamarle de otra forma más fraudulenta- que mueven estos adivinos de pacotilla.

Y digo de pacotilla, porque de ser buenos, no necesitarían trabajar. Con solo adivinar los números de la primitiva tendrían la vida asegurada. 


Y la de los demás.

PUBLICADO EL 15 DE DICIEMBRE DE 2016, EN EL DIARIO MENORCA.