El título lleva marketing,
es cierto. Por un momento me siento
seguidor de Pablo Iglesias, aunque uno condene la represión y muerte de manifestantes
en Venezuela, y otros parecen no
hacerlo. Pero lo de la semejanza con
Iglesias no tiene nada que ver con el libre albedrio que algunos pueden pensar
con el tema de la virginidad, no. La
semejanza más bien es con la forma de manipular para que los ojos vayan hacia
un título determinado en el ojeo de Es Diari, o que el buscador del Google
elija la entrada de tu blog en una búsqueda sobre la misma. O si no que se lo pregunten a Pedro Sánchez.
Pero la virginidad es un
engaño. O al menos a la que quiero referirme en este escrito. Un engaño y un trastorno para los menorquines
sin ánimo de lucro. ¿Cómo alguien osa vender Menorca con la proyección
internacional de que tiene playas vírgenes? ¿Acaso una playa de acceso
limitado, de pago, y que a las diez de la mañana está abarrotada tanto de
vehículos como de personal, puede considerarse virgen?
El querer vender como
playa virgen a la que no tiene acceso directo, viviendas ni chiringuitos, pero
sí que está apestada de gente y abarrotada de embarcaciones, no es virginidad,
es simplemente masificación. Pero ya les
va bien a unos y otros. Se llenan los
hoteles, las viviendas turísticas, las carreteras, las playas, los
supermercados, y nuestras vidas. Sí,
nuestras vidas también se llenan.
Se llenan de ganas de
escapar de Menorca durante unos meses. De
irnos a algún destino o bien turístico en la que conocer piedras, vistas o
experiencias por aquí desconocidas, o bien un destino tranquilo en la que
sentirnos como cualquier otro habitante del ecosistema. Nuevas experiencias o la tranquilidad de
poder desconectar de obligaciones y horarios. Y de la masificación.
Si somos tan capaces de
limitar horarios en la apertura de supermercados, de legislar sobre la
producción de leche, de los metros cuadrados en qué construir una vivienda, así
como del impuesto por pernoctar fuera de casa, ¿por qué no somos capaces de
limitar el número de vehículos de alquiler y asimilados que circulen por
nuestras carreteras o simplemente, del número de turistas que puedan entrar en
nuestras islas?
Sin tantos turistas que
masificaran nuestras vidas, tal vez no tendríamos que planificar el huir de
nuestra tierra, y evitaríamos las frustraciones que al no poderlo hacer, nos
acarrea.
Vamos, que no
recuperaríamos la virginidad, pero tampoco nos sentiríamos violentados, por
decirlo de una forma suave.
PUBLICADO EL 29 DE JUNIO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.