La
escuela pitagórica mantenía la creencia
que todas las cosas, en esencia, son números.
Han pasado miles de años, y nuestros políticos se mantienen en la misma
creencia. Al menos, trabajan para que sus lacayos no perdamos aquella
tendencia a cuantificar las cosas, aunque sin duda, se alejan mucho de aquella
primaria escuela, pero ya les va bien mezclar términos y nombres.
Nuestra
vida la dirige un ordenador lleno de ceros y unos. Y tanto los otros unos y los otros otros se
encargan que aquella ruleta siempre apueste a caballo ganador. O perdedor, según sea el sujeto.
Nuestra
salud empeora cuando en un recuento analítico los números varían de lo deseado.
Enfermamos por alta tasas de un determinado componente químico o por el déficit
del mismo. Es como en la declaración de renta.
La liquidación pasa factura o nos da un alivio. Y el alivio es solo la devolución de lo
anticipado por algunos, que otros, bien que se lo montan.
60.613
son los millones de euros que el Banco de España da por perdidos. Pero no los pierde el banco, no. Los hemos
perdido los españoles contribuyentes que
tras la nefasta –o bien orquestada- decisión de los políticos y banqueros de
“rescatar” a los defraudadores y asimilados, nos hemos quedado con menos
pensiones, con menos inversiones en infraestructuras y ayudas sociales, con
menos presupuesto en la seguridad social, con el copago de las medicinas, y con
más números rojos. Que de rojos, también
los hay.
82
fueron los votos que avalaron la moción de censura presentada en el Congreso
por Iglesias. No alcanzaron si quiera la mitad de los votos necesarios para
auparse con los mandos de la nave patria.
Pero eso Pablo ya lo sabía y no le importaba. Es más, su fracaso volvía a estar en el
manual. Las horas de publicidad que sí
ganó, bien valían una moción, y más ahora, cuando el gallinero vuelve a estar
lleno. Iglesias no ganó a Rajoy, pero
sí, va ganando a Sánchez. Pedro y Pablo
vuelven a sentirse gallos en sus propios corrales. En octubre, nueva cita para el
emparejamiento. O para el divorcio.
Y
así las cosas, volveremos a saber que el empleo marcha con viento en popa, que
los trabajadores foráneos no encuentran vivienda para vivir y que el paro
nativo sigue existiendo. ¿A quién
beneficia todo ello? Y de estos números
no se publican datos. No hay cifras que delaten esta economía sumergida, estos
desaguisados organizados, ni esta tomadura de pelo con matrícula de honor.
Vuelve
a ser causa de unos unos y de otros cifrados.
PUBLICADO EL 22 DE JUNIO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.