DISIENTO, LO SIENTO.

A pesar de que el sucedáneo ministerio de propaganda de la ansiada hipotética república independiente se implicó al máximo, lo cierto es que se les vio el plumero, la cresta, los espolones y quien sabe qué partes más.

A uno le da la sensación que poco les importaban los muertos. Ni los heridos. A uno le recordaba el episodio del 11M, donde más importaba atacar al Gobierno que a los propios terroristas.  En Cataluña ha pasado un tanto de lo mismo.  Aunque en dos fases bien diferenciadas.

La primera fase intentaba magnificar los logros conseguidos por sus Mossos, aunque para ello tuvieran que esconder fallos  como la voladura previa en Alcanar o la tardanza en confirmar la víctima número quince. La otra, la  manifestada en la toma de la calle con insultos y despropósitos a todo lo que tuviera que ver con la unidad.  Sea esta de respuesta a los atentados, al propio sentimiento de rechazo a los terroristas, de apoyo a las víctimas.

Por un momento me pareció asistir a un funeral en la que dos bandos de la familia se encuentran tras años de discordia.  Todos alaban su quehacer, mientras, el familiar fallece cuando el resto dormía ausente a su desenlace.  El protagonismo, el “yo” más que “tu”, no dejó de estar presente por parte de las autoridades catalanas.  El Jefe del Estado y el Gobierno central, aguantaron estoicamente los desprecios de los que fueron objeto, bien velada o consentida, por parte de autoridades catalanas y como no, de Podemos y del PSOE, en base a la libertad de expresión.

Respeto, es lo que les faltó a tanto catalán y político reaccionario. Respeto a las víctimas, a los familiares, a los heridos.  Respeto a las instituciones. Respeto, a todos, menos a los únicos culpables, que no son otros que tanto terrorista disperso.

Y de  la CUP, que decir de estos revolucionarios, de quienes se reunieron con etarras y con dirigentes venezolanos. Y qué decir de otros antisistema,  de quienes, por un instante mi subconsciente los asimila a aquellas hordas revolucionarias integradas por milicianos catalanes, muchos de ellos sacados de las cárceles y prostíbulos, que en la guerra civil invadieron Menorca y saquearon vidas y hogares.

Difícilmente habrá unidad con una sociedad tan heterogénea. Tan dispar.  Difícilmente habrá unidad contra el terrorismo, cuando cada uno, tiene una idea muy diferente de quien es el enemigo. El malo de la película, vamos.


Al menos, esta vez, aún estamos de acuerdo, que el bueno, es quien yace en el suelo, atropellado y degollado.

PUBLICADO EL 31 DE AGOSTO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.

PIENSA MAL….

Y acertarás, dice el refrán.  Debo confesar que desde hace décadas, soy un mal pensado.  Y que en muchas de las veces, la mayoría de ellas, me equivoco. Pero el resto, las acierto. ¿Vale la pena este tanto por ciento de desconfianza?

¿Y por qué no? Algunas de las que entrarían en el cómputo del error, son sencillamente que no se ha demostrado –ni has necesitado la búsqueda de su verdad-, ni más ni menos. La última desconfianza es con todo el entramado del alquiler de las viviendas turísticas. Muchas dudas revolotean sobre la cabeza.
¿No será, la prohibición o las trabas al alquiler turístico, una medida para favorecer el negocio de las empresas hoteleras urbanas o costeras? El disfraz se hizo a la medida, sin duda. Con chapuza incluida, como no podía ser menos. Y la excusa, la falta de vivienda.  Y la necesidad social.  Y el derecho a ella.  Vamos, una opereta, con partitura, director, músicos e incluso el fantasma incluido. Qué más podemos pedir. Podemos, claro.

Ibiza tiene desde hace años déficit de viviendas para los trabajadores que se desplazan desde la península para trabajar en verano. Del doce se pasa al cinco por ciento en cuanto al índice de paro en el mes de julio. Es una buena noticia, aunque un cinco por ciento sigue en el paro mientras gente venida de fuera, ocupa las plazas que podrían bien ser para el cinco por ciento restante.  ¿No quieren o no pueden trabajar?, pero claro, seguro que cobran ayudas y no necesitan trabajar.

Volvamos a los pisos.  El problema no es el alquiler temporal para los trabajadores, sino del que vive todo el año. O así debería ser. ¿Por qué no han pagado ningún estudio de varios cientos de miles de euros a algún dirigente político para que les diga el por qué los propietarios no alquilan sus viviendas? ¿No interesa saber el motivo real?

¿Será tal vez la desprotección que se tiene a la hora de cobrar los alquileres? ¿O los desperfectos que se les ocasiona? ¿O los re-alquileres no autorizados? ¿O las “okupaciones” de perroflautas y demás?

Mientras los gobernantes de turno practiquen políticas que no favorezcan en nada al propietario, indirectamente no se  ayudará a los necesitados de viviendas, por mucho que sus políticas se califiquen de sociales.  Y en casos extremos, sucesos como el de Alcanar  con la “okupación” de un chalet por parte de terroristas, se escudarán y se beneficiarán de esta práctica.

Vamos, lo de siempre. De fuera vendrá quien de casa te echará. Y ahora, además les pagarás parte de los subsidios.


Paz.

PUBLICADO EL 24 DE AGOSTO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA

EL “33” CASTELLANO-MANCHEGO

Fuimos muchos quienes nos alegramos cuando en Baleares se suprimió el famoso nivel 33 para los funcionarios que habían pasado por la política.  No era justo que ello ocurriera y mucho menos en tiempo de recortes.  Pero el nivel 33 sigue siendo noticia. No en Baleares sino en Castilla-La Mancha.  Y todo, gracias al PSOE y a Podemos.  Aunque algunos ya han salido a rectificar y han cambiado el nombre.  Nada de treinta y tantos. Simplemente es el complemento de la carrera profesional.  ¿Por qué no llamarla “carrera política”?

Si el timón de la nave manchega hubiera estado bajo los mandos del PP seguramente Iglesias ya hubiera pedido –junto con Sánchez- la dimisión de Rajoy y de todo su equipo. Y los catalanes seguro que hubieran pedido sacarlos a escobazos, pero no.  En este caso, uno ya no sabe si la dirección de Podemos se ha ido de vacaciones o es que está asesorando a la Asamblea Constituyente de Venezuela. Y de los catalanes, mejor no hablar.

Lo cierto es que algunos creerán que Podemos ha sucumbido. Que se ha vuelto casta, vamos.  Pero no, no creo que Podemos haya cambiado.  Siempre creí que eran de los más inteligentes del sistema político español. Al menos, sus dirigentes de la capital.  Tenían el perfil adecuado: universitarios, progres, jovencitos con cara de buenos chicos, y sus propuestas fabricadas al dictado de las encuestas. ¿Qué más podían pedir los desilusionados de la cosa pública?

Eran –y son- la quinta columna de los antisistema. Un partido hecho a medida para España –y para los españoles y asimilados-.  Seguramente en Francia, Inglaterra y Alemania, no hubieran comido un rosco, pero en España, triunfan.  España es diferente. Y como no vamos a ser diferentes si incluso salvamos a los bancos de la quiebra para seguir pagándoles más comisiones.  Cómo no vamos a ser diferentes, si en cierta manera alentamos a la desobediencia civil y algunos se enorgullecen de ello, sin reprimenda alguna.

Y es más, estos antisistema, hacen negocio con la cosa pública. No hay empresa en España que supere unas ganancias del 300 % y con casi veinte millones de euros  netos en el periodo anterior.  ¿Van a redistribuir estas ganancias con los millones de parados, dependientes y viudas mal pagadas? ¿Las van a devolver al Estado para que las invierta en el fondo para las pensiones? ¿O las entregarán a Venezuela para recompensar a las familias de estos centenares de muertos a manos de la policía política de Maduro?


Ni lo uno, ni lo otro.  La casta, siempre gana. Y así va.

PUBLICADO EL 17 DE AGOSTO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA

AGUA

Azucarillos y aguardiente, podría seguir el título, pero no es el caso. No es ni zarzuela ni género chico, simplemente es un drama. Y como drama, tampoco será lección del tanto por ciento de presencia en la naturaleza, que aunque de esto se trata, dicho así engaña, y mucho.

Simplemente el tema de hoy es la carencia de ella. Se viene pronosticando desde hace años, y cada verano nos advierten de que no hay suficiente, que si la gastamos, que si la despilfarramos, que si tal o cual. Este año no ha sido diferente. Y para que nos concienciemos incluso se da un primer paso con la prohibición de riego en lugares públicos. Vale. De acuerdo. Pero no basta.

La concienciación no basta. Y tampoco la solución es subir el precio, porque en ello, pagamos siempre justos por pecadores. Y el método utilizado tampoco es proporcional. Hay demasiado desaguisado que escurre el bulto y sigue gastando. ¿Y entonces, qué medidas tomar?

Nadie quiere colocarle el cascabel al gato. Y más si este tiene las uñas afiladas. Y en verano, menos. Además, crecemos por todas partes. Siete Menorcas necesitaríamos para generar los recursos que utilizamos, dice la noticia. Pero lo que no dice es que si lo fuéramos, seguiríamos creciendo al mismo ritmo.

A los purines del ganado, en su día se les cargó el muerto en el tema de los nitratos. Ahora, los nitratos ya es lo de menos. Ya bebemos agua embotellada –la misma que aumentó el precio con el aumento de los nitratos-. Ahora es el agua en sí. El recurso.

Y cuando el cerdo y la vaca ya no pagan el pato, resulta que no tenemos culpables a quienes señalar. Nadie se atreve a decir que tantos no cabemos sobre la superficie. Si gastamos siete veces más, por qué no tendemos a reducir el gasto en siete. Siete duchas menos, siete lavados de coches menos, siete lavadoras menos, siete piscinas menos….

Tampoco tenemos que confundirnos, no es que tengamos que ducharnos un día a la semana, como antiguamente solía ocurrir. No es eso, no. Es que podemos seguir duchándonos igualmente, pero menos gente. Que podemos lavar el coche, pero con menos coches. Vamos, que sobramos seis de cada siete habitantes. Mejor dicho, sobran seis de cada siete.

O eso, o que consumamos seis veces menos. Seguro que así adelgazamos de golpe, sin dieta ni gimnasios. Porque lo otro, la construcción de las desaladoras, más que reducir consumo, seguro que lo aumenta. Y el negocio, de algunos, vamos.

Pero ni eso. Ni con el agua al cuello, nunca mejor dicho, se soluciona.


PUBLICADO EL 10 DE AGOSTO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.

EL CERDO EN CATALUNYA

Las estadísticas no fallan, hay más de siete millones de cerdos catalanes.  Es más, más de la mitad de ellos, viven en la provincia de Lérida.  Y lo peor, el cerdo catalán es quien pone precio al  resto del país.  Al resto de España, vamos.  Que de esto los cerdos no entienden, de momento.

Y no es invento mío, sino que está en las estadísticas.  Incluso en los libros de texto, que tanto recortan menos en el precio.

Y sigamos, en Cataluña hay más cerdos que españoles y extranjeros juntos.

El susto fue mayúsculo. Estos datos los oí por la radio en un programa matinal.  Luego, cuando me percaté de lo que realmente  se referían, me relajé.

Primeramente, había que puntualizar algunos de los ítems usados en la estadística, no sea que alguien lo mal interprete y haga bandera del bando contrario. Vamos, más cerdos que habitantes, incluso contando al millón de extranjeros. Como  extranjeros aún sólo cuentan los nacidos fuera de España. Y como españoles, a todo quisque nacido en la piel de toro. E islas adyacentes.

Acostumbrado a las tragicomedias de Iglesias, Sánchez y Puigdemont, por un momento pensé que el  bando constitucionalista  se había puesto las pilas y levantaba las manos al más típico estilo de “basta ya”. Pero no, el periodista y los contertulios sólo se referían a datos estadísticos contrastados sobre la población porcina catalana, y por ende, a la del resto de España.

Pequé, lo confieso. Por un momento, mi subconsciente se alegró de que la mente se liberara y dejara de ser políticamente correcta.  O al menos de intentarlo.  Tras el asombro, mis cálculos iban dirigidos hacia  cuántos radioyentes se habrían encontrado en mi misma situación.  Sólo faltaba que apareciera aquel policía fronterizo y  tirara una New Jersey para completar el cuadro.

Pero ni lo uno ni lo otro. Simplemente  los chorizos, las paletas y los jamones eran los protagonistas de aquel espacio radiofónico.  Y no todos los chorizos entraban en aquellas ondas.  Ni todos los tantos por cientos, tampoco, y eso los catalanes, lo saben bien.  Al menos quienes han manejado los hilos en la Generalitat. Sólo salían de aquellas ondas, los portadores de ellos.  Las cabezas, vamos.

Habrá que esperar a que otro día, en otro espacio radiofónico –o en el mismo, por qué no-, los contertulios hablen de otros cerdos, de otros cabecillas, vestidos éstos como usted y como yo, con corbata o sin ella, y que precisamente no salían en aquellas estadísticas.


Aunque para ello, mejor que esperemos sentados.  Y cenados.

PUBLICADO EL 3 DE AGOSTO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.