El
tiempo se acaba y el plan B no ha funcionado. Ahora es el momento de los planes
C, D y cuántos otros aparezcan en escena.
El futuro sigue siendo una incógnita y los faroles aparecen
intencionadamente para destapar los planes del otro. Si los hay.
El
miedo ya se ha posado sobre el baluarte de la Generalitat. Puigdemont y sus camaradas se han visto
obligados a disparar uno de los últimos cartuchos que les quedaban para salvar
su dignidad. La carta al rey y a Rajoy es sin duda un reflejo de que necesitan
parar el “procés”, y al menor coste
posible.
Puigdemont
y sus camaradas van perdiendo la partida. La ayuda brindada por Pablo Iglesia y sus confluencias no les ha
bastado. Sus sumas no alcanzan sus deseos
de romper a España. Aunque realmente, la
partida mediática la empezaron a perder cuando el PSOE dio razón de Estado y se
alineó con la Constitución, con la
legalidad y con el pueblo español.
La
otra partida, la jurídica y la institucional, también van de la mano. PP, PSOE y Ciudadanos, a pesar de que cada uno
con su propia estrategia, se han marcado un tiempo muerto en que aliarse para
frenar al chantaje secesionista. Luego,
ya dispondrán.
PSOE
habla de un estado federal. Y de eso
hace ya tiempo. Aunque sin duda, será un “copia y pega” de las autonomías de
primera y segunda clase. No puede ser de otra forma. O de otra forma no se quiere que sea. España sigue siendo rica en
el norte y pobre en el sur. Como en
todos los lugares. Y en el PSOE sigue habiendo ricos y pobres entre sus
filas. Nuevos ricos y nuevos pobres,
también.
PP
no sabe no contesta. Es la estrategia de
siempre. Es la estrategia de Rajoy. Y
funciona. O al menos, con él funciona.
O a él le funciona. Que hablen los otros, que ellos mismos se
desgastan. Y mientras, esperar al día después. Luego los medios de comunicación darán la
noticia. Ni más, ni menos.
Ciudadanos,
a la espera. Y sin desesperarse. España
es una y varias a la vez. Como siempre. Apoya sin desgaste. La opción más
cómoda, la más inteligente para quien tiene su corazón partido entre las dos
opciones. O sólo para una.
Tal
vez Puigdemont, Junqueras, Forcadell y Colau, se han equivocado. La carta, en vez de mandársela al rey y a
Rajoy, -a quienes por cierto no escatimaron esfuerzo para que una muchedumbre
los pitara en la manifestación por el atentado yihadista-, tendrían que
habérsela mandado a los Reyes Magos de Oriente, al Papa Noel, y quien sabe si a
Superman.
La
ficción, muchas veces, supera a la
realidad.
PUBLICADO EL 21 DE SEPTIEMBRE DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.