Que vivimos en un mundo al revés es
cuestión que viene de lejos, pero por lo visto, vino para quedarse. Mientras a un policía se le exige, con menos formación
que a un juez, que en segundos tome la decisión de detener o no a un individuo,
a un juez se le concede el tiempo que él mismo se concede. Y eso que el policía debe basarse en lo que
pueda buenamente apreciar en su primera y rápida intervención. Y si se equivoca, no se preocupen que habrá
políticos, abogados, fiscales e incluso algunos jueces que pedirán procesarlo por detención ilegal, aunque eso sí, presunta.
En cambio a un juez, con muchos más
estudios que un policía, podrá tardar meses o años incluso, en tomar la
determinación de mandar o no al trullo a aquel presunto delincuente. Pero si se
equivoca, no pasará nada, porque claro, la ley le autoriza a
interpretarla. Y claro, cada cual lo
interpreta a su manera.
Hace pocos días, un inmigrante y de
profesión mantero, muere de un infarto en Madrid. En plena calle y junto a un
paisano colega suyo. Nadie, por suerte,
atribuye la causa de su muerte la de
haber sido atendido por un médico que no sabía catalán. Esta vez, los presuntos
culpables, son según los antisistema, las fuerzas de seguridad. Y no tan solo lo dijeron sino que movilizaron
a sus perrosflautas de siempre y demás compañeros de profesión, para que se
desahogaran quemando y dañando coches, mobiliario urbano y todo lo que
encontraron a su paso para hacerse notar.
Y entre quienes lo dijeron,
presuntamente también se encontraban
políticos con mando en plaza. O lo que es lo mismo, los jefes políticos de
estos mismos policías. Y su general en
jefe –o generala en jefa-, que en su día fuera juez –o jueza- tardó en apoyar a
los unos el tiempo en que necesitó para defender a ambos. Y eso, se interprete
como se interprete, es más un arte de malabarismo que un acto de justicia o de
lealtad institucional.
Vamos, que a algunos jueces, la
presunción de actuar independientemente, sólo
les obliga cuando visten la toga, y al no llevarla pueden seguir
interpretándolas a su manera. Al menos, suerte tuvieron los policías en que no
se les fotografiara haciendo la RCP al mantero infartado. Ya me imagino algún titular y denuncia en
foros internacionales, con una imagen con el pie de foto diciendo que los policías maltrataban a golpes
a un inmigrante en el suelo y que ello provocó su muerte.
Y es que en España, por mucho que
digan, de derechos vamos sobrados.
En eso de los deberes, vamos más
retraídos.
PUBLICADO EL 29 DE MARZO DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.