HARAKIRI


Renovarse o morir, dice el refranero.  Pero cuando esta renovación sólo pretende un lavado de fachada manteniendo la aluminosis en su estructura, cuando aquella vivienda es una ruina en potencia y está condenada a un derrumbe imperioso, lo mejor es dar ese paso al lado, atrás, o si se prefiere,  por aquello del honor, dar media vuelta y seguir avanzado, y a paso ligero a ser posible.

Mariano Rajoy ha mantenido a flote su gobierno con una proeza envidiable, mal que les pese a sus adversarios.  Su talante –o su galleguismo- lo ha mantenido –y a España con él- a flote.  Muchos hubieran sucumbido a hace ya tiempo a las intrigas internas y a los ataques externos.  Pero todo tiene un límite y un tiempo.

Mariano Rajoy y el PP,  han llegado a su límite del momento actual.  Es hora ya no de renovarse, sino más bien de morir con honor.  De dar un paso atrás.  Vamos, de hacerse un harakiri.  La derecha, el centro derecha, el centro mismo, estará condenado al fracaso en unas próximas elecciones si se presenta desunido.  Una alianza PP-Ciudadanos ahora mismo es inviable.  Y la desunión resta.  Y más con este sistema electoral.

El harakiri del PP  propiciaría que toda esta mayoría de  votos situados desde la derecha hasta el centro, convergieran en Ciudadanos.  Y Ciudadanos no tendría ningún pudor en crear lazos de unión, aunque fueran puntuales, con algún sector del PSOE constitucionalista.  O al revés, a según qué sector del PSOE no le haría ascos sentarse con Ciudadanos.  Y a eso se le llama “sentido de Estado”.  Lo contrario, falta de miras, o incluso egoísmo puro y duro.

Mariano Rajoy debe vender aquel edificio pre-ruinoso, regalarlo si quiere, e invertir las ganancias en beneficio de esta España de piel de toro. Y Ciudadanos debe recoger el guante, renovar las estructuras, modernizar los servicios y marcar distancias ante todos estos antisistema, quienes lo único que esperan es okupar aquel viejo edificio  con aluminosis llamado España para su comuna y sus coincidencias.

Rajoy salvó la economía cuando otros la habían hundido y nadie daba un duro por ella.  Y aunque otros se lo nieguen, la historia lo juzgará.  Pero ahora, con la economía mejorada, se necesitan reformas que él no puede, no sabe, o no quiere llevarlas a cabo. O no le dejan.  No importa. Otros podrán hacerlo, sin que estos cambios se conviertan en lo que otros intentan desde hace ya tiempo, un derrumbe, cimientos incluidos.

Ahora toca salvar al edificio, o al menos, que sea con una demolición controlada.



PUBLICADO EL 22 DE MARZO DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.