¿CHANTAJE O PAGO?

Que nadie se lleve a engaño con la actualidad política de nuestros días.  Los sediciosos catalanes –debo confesar que me gusta más este término que el de secesionistas- y los podemitas anti-sistema, dieron su apoyo a la moción de censura a Rajoy no para avalar al Sánchez de turno, sino para defenestrar al gobierno del PP.

Tanto Sánchez como Iglesias, y mucho más los catalanes, tenían sus propios motivos para echar a Rajoy del Gobierno.  Sánchez, hacer su sueño realidad.  Iglesias,  intentar volver a la España bolchevique del primer trienio del siglo pasado.  Los catalanes, pues la de conseguir la ruptura que las urnas le niegan.  Y poco más.

De momento, sólo Sánchez ha conseguido lo que tanto anhelaba: ser presidente de las Españas. Pero el mantenerse en la poltrona, tiene un coste. Desvirtúan el término quienes tildan el pago de favores como un chantaje al Estado.  No es un chantaje sino más bien un presunto intento de malversación de fondos públicos o quien sabe un acercamiento a una presunta prevaricación administrativa.

Sánchez le tiene miedo a las urnas, o al menos cuando no sale de favorito.  Es un corredor de medio fondo.  La velocidad y el fondo lo desgasta en demasía.  Es hombre de promesas fáciles y superficiales.  Ilusionista pero no ilusionado.  Su supuesto “ego” le ha ayudado y traicionado a la vez.   Sus gafas, sus manos, también.

Ahora, él  ya no es sólo el problema de su partido, es el de todos.  Es su presidente, nuestro presidente.  Sin duda, aunque parezca irónico, en esta crisis que se ha vivido tras la moción de censura, quien mejor parado habrá salido, habrá sido Mariano Rajoy.  Se ha ido porque lo han echado, cierto.  Más cierto ha sido que necesitaba de una salida airosa, una válvula de escape por la que decir “ahí os lo dejo y  así os apañáis”.

Y en la recogida del guante echado, hubo quien se lo hizo suyo.  La calle ya no solo es de Fraga sino que España entera es de Sánchez. Su España. Esa España nuestra de la transición.  Ahora bien, este guante venía  con unas hipotecas que hay que pagar.  Y ahí estamos.  Está más bien.  Hipoteca, gastos e intereses.   Sobre todo, intereses.

De los sediciosos.  Cuarenta años atrás, con todos y cada uno de los presidentes, fue el chantaje  o la venta de cuatro votos para mantener al presidente de turno en la poltrona del poder.  Ahora, es un cobro al presidente, y un chantaje a España entera.


Sucumbir a ellos, podrá ser tildado de traición por unos; de devolver la democracia, por parte de otros.


PUBLICADO EL 2 DE AGOSTO DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.