¿De verdad necesitábamos a un astronauta de ministro? Ni sí ni no. Necesitamos gestores, nada más. ¡Y nada menos! Tanto daba que fuera astronauta o un albañil o carpintero. Pero de momento, ni el albañil ni el carpintero venden. Como tampoco el reponedor de un supermercado ni el encargado de ventas de un concesionario. Vende el que tiene título y cuanto más, mejor.
Aunque el primer párrafo pudiera gustar a unos y disgustar a otros, debo confesar que es falso. O al menos no creo en lo que he escrito. O no del todo. Sin formación no puede llevarse el timón de una nave como es España. Lo otro es que estar en posesión de un título no significa en España –por desgracia- tener una formación.
Desde que apareció la fiebre de la titulitis en España, los títulos no es que se regalen, sino peor, se venden. La enseñanza se ha universalizado tanto que de una forma u otra, todos los caminos llevan a Roma, y si no, siempre hay atajos para asegurar que se alcanzan los objetivos deseados.
Lo último han sido los másteres de los políticos. De los de la izquierda y de los de la derecha. Incluso de los del centro, si éste existe. Cuánto más abultado sea el currículum mejor se vende uno. ¡Como si los políticos fueran elegidos por su inteligencia!
En cambio los políticos son elegidos por su astucia y por ser listos, e incluso algunos por sacar “cum laude” como manipuladores y vividores. Y esa es la verdad. Una verdad.
Otra de las verdades es que tras el episodio de los últimos tiempos –Cifuentes, Casado, Montón, etc- la universidad española ha quedado en descrédito. Un máster cuesta dinero. Y años. Pero algunos con ayuda externa y/o con el equiparable universitario del “rincón del vago”, lo superan en un santiamén. Incluso dicen por ahí, que pagando a un negro –en el argot novelístico- te sale a cuenta satisfacer unos cuantos cientos de billetes para conseguirlo.
Vamos que el aquello de que además de ser una buena persona, si es buen médico, mejor, ya no vende. Ahora la de ser bueno en una disciplina se traduce en tener un currículum bien lleno y no un buen currículum. Y lo de buena persona, bueno, ya ni está ni se le espera.
Y volviendo al primer párrafo del que he renegado, decir que el buen profesional –carpintero, economista, militar y demás- deberían ser los tecnócratas de la administración, esa parte que escriben el texto –algunos siguen siendo asesores impropios- del que luego el gestor, el político astuto y listo, estampará su rúbrica en la publicación del BOE.
PUBLICADO EL 20 DE SEPTIEMBRE DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.