POLÍTICAS DE IGUALDAD


Llegado a esta tercera –y última- entrega, y con  la premisa de que los extremos son perjudiciales para la salud, la conclusión no puede ser otra  que tanto  los términos lingüísticos de machismo como de feminismo –entendido éste como el antagónico al machismo-, son términos que mejor estarían fuera del diccionario o  en la papelera de reciclaje.

Ni políticas machistas ni políticas feministas, ni anti-unos ni a favor de otras.  Lo que necesita una sociedad avanzada que se precie de serlo,  son unas verdaderas políticas de igualdad, y mejor aún si éstas ya no fueran necesarias, pero aún queda.  Y queda, porque lo anti-machista y lo feminista, vende.  Vamos que algunos salen ganando llenándose la boca con tanto vocablo.

Es como cuando en las campañas electorales en tiempos de Felipe González aparecía Alfonso Guerra y amenazaba con que si las ganaban las derechas,  los pensionistas se quedarían sin pensiones. O que vendría una nueva Guerra Civil.  O como resucitar a Franco, cuarenta y tantos años después, en el copia y pega personal del siempre invicto –más que invicto, interino- presidente Sánchez, Pedro para más señas.

Una política de igualdad no debería diferenciar ni géneros ni sexos –uno ya no sabe qué es lo uno y qué es lo otro-. Y si se cree  necesario crear unos vocablos únicos, para cada concepto, pues se crea y se trabaja para la integración.  Y si hay que copiar del sistema inglés, pues se copia.  Con tanto presunto plagio que corre por las universidades e instituciones del Estado, no tendríamos por qué sentirnos avergonzados de copiar alguna gramática al uso.

Y que no se preocupen los responsables de las políticas de igualdad por sus puestos de trabajo, que éstos no peligran. Vamos que se jubilarán sin verse afectados por ERE alguno –otra cosa es que la SS tenga dinero para pagársela y no precisamente por la premonición de Alfonso Guerra-.  No es cosa de una generación ni de dos, pero el cronómetro tiene que empezar a moverse, a sumar avances o restar tiempos, según plazca. Y a educar. Y a exigir.

Sin duda en este concepto de políticas de igualdad se está trabajando mucho y bien, desde hace ya tiempo. Como también se trabaja en las políticas de sostenibilidad energética y aún se oyen voces reaccionarias  en contra de los parques solares.  Vamos, que hay muchos frentes que combatir, y muchos muros que derribar.

El machismo en cualquiera de sus estados y el feminismo enfermizo, dos ejemplos más a tener en cuenta en esta larga lista de muros a reciclar.

PUBLICADO EL 19 DE SEPTIEMBRE DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.