La
pasada semana, hablaba –escribía más bien- en este mismo espacio sobre las
políticas machistas. O al menos así
titulaba el artículo. Y con interrogantes, claro. Y puestos a poner interrogantes, mantendremos
los mismos en esta segunda entrega de la trilogía. Y la duda también.
Siempre
he manifestado que en un juicio me hubiera gustado ejercer de abogado defensor,
de fiscal y de juez, todo a la vez. Y el motivo es sencillo. Si todos actuaran conforme a la ley y con un
único objetivo de buscar la verdad, con uno de ellos bastaría. En cambio, como últimamente da la sensación
que la búsqueda de la verdad no es precisamente la prioridad que se da en un juicio sino a que se
llegue a un acuerdo, pues todos encuentran argumentos a favor de su parte. Y así
entre partes, se reparte.
Igual
ocurre con la política. Y si el término
machista –y con toda la razón- nace ya con un cariz negativo, el feminista nace
con todas las bendiciones a su favor. El malo y el bueno, por decirlo de forma
abreviada. No obstante, creo –y lo
pienso- que el término feminista está mal definido, siempre en comparación con
el de machista –hablando de términos y no de políticas, que quede claro-.
Así,
por definición el feminismo tendría que ser toda aquella acción que procurara
la superioridad del género femenino
sobre los restantes y por ende, de la reducción al mínimo exponente del resto. Vamos, que si las fiestas de Sant Joan fueran
machistas por no dejar que las mujeres participen
como caixeres en la colcada, las de
Mahón, si se diera el caso de que se prohibiera –pongamos por caso- que los
hombres pudieran participar como caixers,
éstas serían tildadas de feministas.
Pero
no. Resulta que por definición actual, y por aquello del políticamente
correcto, esta actitud de superioridad de unas sobre los otros, se la
encuadraría en el término recientemente acuñado por el populacho a nivel calle,
de feminazis.
Y
uno que es un poco retorcido a veces, se pregunta: ¿cómo es posible que a estas
alturas en que la sociedad civil representada por tantos estamentos y políticos
que se llenan la boca de tanta igualdad y a favor de la supresión de tanta
desigualdad entre géneros, no son capaces de legislar –y sobre todo, ejecutar lo
legislado- para hacer desaparecer de la realidad cotidiana estos términos,
estas conductas, estas discriminaciones, de la que desgraciadamente se es
noticias día sí, día también?
Ya han hablado las defensas y las
acusaciones. La próxima semana, el veredicto.
PUBLICADO EL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2019, EN EL DIARIO MENORCA.