FACHADAS PROTEGIDAS

Me llamaron soso y me callé. Me callé porque quien se defiende parece que ataca –y eso no está bien visto-. Ni era el momento ni lugar. Tampoco di la otra mejilla porque no quería que me llamaran idiota, simplemente ignoré el comentario. Y al comentarista.

Y me volverán a llamar soso, sin duda. Y no por mí, sino por quien escupe los calificativos. Vivir el momento es muy válido cuando se sabe la fecha de caducidad o se tiene el futuro algo asegurado, lo demás son escapadas hacia el abismo siempre pensando con la red de los demás.

Y mi red ya no está disponible para otros. Uno está ya harto de tanta fachada protegida, de tanta hipocresía mundana. Detrás de aquella lámina de piel con sonrisa estudiada, se encuentran imperfecciones y destacadas carencias. La carcajada y los estudiados gestos, parte de la escenificación teatral. Y siempre la misma pregunta: ¿cómo deben vivir su vida interior?

La Navidad siempre me coge en horas bajas. Será que mi vista busca más el interior que la fachada. Pasas lista y te obligas a tachar nombres. Son personas que ya no están y que sí estuvieron. Otros nombres los tachas porque sí, porque sí que están, pero quieres desaparecer de ellos. Son fachadas que se han convertido en muros para ti. Unos los has levantado tú mismo con tesón, en otros no has puesto objeción a que se construyeran.

Retrocedes para tomar perspectiva y guardas cierta distancia. Por un instante quieres independizarte de tanto condicionante externo, pero el resto te lo deniega. Tu república independiente versión IKEA no existe. Ni existirá.

Seguirás bajo la ley marcial del más fuerte, del más caradura, del más embustero. Seguirás contribuyendo para pagar aquellas dietas milenarias a los amigos de los podemitas que ni tartamudean en catalán. Y seguirás contribuyendo para que algunos otros intenten finiquitar a los pensionistas.

Y te seguirán llamando soso. Y llegarás a sentirte orgulloso de ello. Lo harás tu signo de identidad. Tu forma de rechazo. Tu pataleta ante tanta ignorancia ajena.

Seguirás oteando el horizonte y seguirán levantándose fachadas y muros. No llevarán concertinas ni tendrán altura, pero seguirán siendo muros y fachadas. Muros protegidos para que aquellas miradas hacia el interior no descubran la verdadera carencia humana de quienes nos rodean, nos gobiernan, nos dirigen.

Inicias el año sin pena ni gloria. Y deseas seguir así. Desconectado, independiente de los independientes. Soso si es necesario.

Bon Any a tothom.

PUBLICADO EL 2 DE ENERO DE 2020, EN EL DIARIO MENORCA