NI DOLO NI CULPA


Cada vez estoy más convencido de que Pedro Sánchez se las ha dado con queso a todos.  Y de ser así,  algo de suyo habrá en su presunto “Manual de Resistencia”. Vamos que ni los catalanes se irán de rositas ni la familia Iglesias ganará enteros.

Ahora toca relajarse y observar  los acontecimientos desde el tendido.  Por mucho que se les eche en cara, ni Pablo Casado ni Inés Arrimadas  tenían opción de cambiar el destino aunque se hubieran abstenido desde el primer momento.  La suerte estaba echada desde la misma noche electoral.  O antes incluso.

Y el tema no es si quien manda es el PSOE, el Frente Popular o ERC, no.  No mandará un partido ni una marca.  Manda un personaje y el fenómeno se llama Pedro Sánchez, para lo bueno y para lo malo.  Casi diríamos  por la Gracia de Dios si no fuera porque Dios estará a punto de irse al destierro tras los primeros Consejos de Ministros.

Pedro Sánchez vendría a ser “el puto amo” en el lenguaje de las nuevas generaciones –y no precisamente del PP-.  Sin dolo ni culpa ha alcanzado el poder que tanto ansiaba.  Y el poder se lo han servido en bandeja de plata.  De momento,  la Salomé de nuestros días no ha conseguido la cabeza del Bautista, sino la de Albert Rivera.  Pero habrá más bandejas y más cabezas que seguro rodarán.  Si no, tiempo al tiempo.

Sánchez ha dejado el interinato y ha tomado la plaza en propiedad.  No tan sólo ha tomado posesión del cargo sino que estructurará el cargo a su medida.  Remodelará sin duda el edificio y su entorno, sus calles y sus carreteras.  Marcará el paso y profundizará en el cambio, sin duda.  Un cambio sin sobresaltos innecesarios.

Evolucionará y revolucionará seguramente con el paso cambiado para no perder  el control del proceso ni una aceleración no deseada.  Se sabe ganador y controlador de los tiempos.  Y con el convencimiento seguro que desde la derecha siempre se le echará un guante, un freno en seco, para devolver la sensatez de la que nunca debería de haberse desprendido.

Desde la derecha y desde su propio partido.  Desde la sociedad mayoritaria, vamos.  De lo que pudo ser y no fue.  De lo que tenía que haber sido y no quiso que fuera.

Pero Pedro Sánchez no tiene ni culpa ni dolo de lo que ha ocurrido hasta ahora.  Jugó sus cartas y ganó la partida.  Ganó el trofeo.  Lo exhibió y se regocijó con él.  Posó, se sentó y se fotografió.  La sonrisa y  la ironía, quedaron fotografiadas.

Ahora ya sí.  El dolo y la culpa penden de él.  Su acción y su omisión, será sólo suya.  La culpa, también.


PUBLICADO EL 16 DE ENERO DE 2020, EN EL DIARIO MENORCA.