Estense
tranquilos los susceptibles a las críticas al Gobierno. La intención del título de hoy no pretende ni
por un momento criticar la inacción, chapucería o fallos que nuestros expertos
y dirigentes hayan podido ir acumulando día tras día durante todo este periodo
de penitencia.
Estense
tranquilos porque paso “muy mucho” de calificar como chapuza tanta
decisión contradictoria, tanta falta de información veraz, sincera y creíble
con la que día a día, tras cada “parte de guerra”, invaden nuestros hogares.
Tampoco me veo
capaz de criticar las pocas intervenciones públicas que viene dando nuestro
camarada Sánchez. Y no puedo criticarlas
porque, de verdad, no las entiendo.
Supongo que mi falta de comprensión lectora y auditiva me impide comprender lo que dicho señor trata
de explicar cuando comparece. Mi falta
de comprensión incluso me hace creer que dicho señor nunca contesta a lo que se
le pregunta. Vamos que poco o nada le
importa lo que le diga su interlocutor.
Él, como Juan Palomo.
Y no quiero
criticar al camarada co-presidente porque pienso que él una vez dijo la verdad. O al menos eso comprendí cuando en su momento
ya nos advirtió al noventa y cinco por ciento de los españoles que si pactaba
con el camarada Iglesias, no íbamos a dormir.
Y en eso ha tenido toda la razón del mundo: Ni se duerme, ni se trabaja.
Los derroteros
del escrito de hoy van dirigidos hacia otras peculiaridades de la
pandemia. Las chapuzas, sí, pero las domésticas. Somos muchos quienes durante estos días de
penitencia hemos invertido el tiempo en
recuperar aquellos proyectos que habían quedado aparcados en el baúl del tiempo
y nos hemos dedicado -o al menos intentado- a adelantar aquellas chapuzas pendientes
de arreglo: Que si cambiar unas luces led, que si el arreglo de un interruptor,
que si una mano de pintura, que….
Y aprendes que
sólo con buena voluntad, no basta.
Cuando te cierran los comercios y no puedes disponer de luces, ni de
interruptores, ni de pintura, te das cuenta que en vez de en una alarma estás en un estado excepcional.
Tienes otras
opciones, sí. Puedes o bien acudir a un
profesional o buscarte la vida por internet.
El profesional tampoco podrá acudir estando tú en la vivienda. Y tienes prohibido acudir a tu segunda
residencia. La única solución que te dan
es que compres por Internet.
Y por Internet,
lo bueno, rápido, fiable y barato está en Alemania. Y allí pues que te vas.
Resistiremos al
virus, sí, pero ¿y a la crisis económica?
¡Vaya chapuza!
PUBLICADO EL 30 DE ABRIL DE 2020, EN EL DIARIO MENORCA.