La imagen que ha dado –o que no ha dado- Pérez-Castejón –y no precisamente la de las alpargatas- ha sido demoledora. Cuando todo el epicentro informativo estaba en Afganistán y todos los jefes de gobierno de los países de nuestro entorno hacían públicas declaraciones, el nuestro, ni estaba ni se le esperaba. Simplemente estaba de vacaciones.
A pesar de ello, el mecanismo se puso en marcha. Al menos es gratificante constatar que España puede vivir sin Pedro Sánchez. Alguien debió tomar las riendas porque al menos los militares no dejaron atrás a sus colaboradores afganos. Algún ministerio o algún ministro/a/e estarían en funciones de guardia para tomar las decisiones, se supone. O al menos, algún funcionario con capacidad de maniobra.
Quien tampoco desapareció de la escena fue Gabriel Ferrán, quien en aquellos momentos ya se encontraba cesado como embajador de España en Afganistán, y a pesar de ello siguió en su anterior puesto coordinando la salida del personal pendiente de evacuar¬. Vamos, lo que pocos hubieran hecho, y además vete tú a saber si su situación tenía o no cobertura legal.
Otra desaparecida en combate –y no precisamente contra los talibanes- fue todo el entramado de la parte comunista del Gobierno. En ningún momento vi a la ministra de la cosa igualitaria lanzando proclamas en contra de los talibanes y a favor de los derechos de las mujeres afganas. Aunque claro, siendo el régimen talibán una dictadura, y además islamista, deben tener todo el apoyo de nuestros comunistas.
El ministro del Interior, mitad juez mitad ministro, tampoco se ha dejado ni ver ni oír mucho, tras su primera salida en tromba ante los medios. El caso de las devoluciones de los menores de Ceuta lo habrán solucionado pasando la patata caliente –y el marrón- al funcionario eventual que cubrirá las vacaciones del chupatintas titular. A éste, y a la plantilla sin firma del oficio enviado. Y es que hay que ser zoquetes, porque ¿a quién se le ocurre hacer caso a una orden sin firma? ¡Si las firmadas ya son interpretables y ambiguas, imagínense las que no la llevan!
Estas son algunas de las diferencias entre un funcionario de carrera, un lameculos y un cargo de confianza. Y ya no digamos si por el camino se apuntan los asesores, pero al final, todo será culpa de las dichosas vacaciones. ¡Malditas vacaciones!
Iván –de vacaciones indefinidas- hubiera apostado para que los culpables fueran Franco y el Covid. Con él, al menos las alpargatas no se hubieran hecho virales.
PUBLICADO EL 26 DE AGOSTO DE 2021, EN EL DIARIO MENORCA.