Hoy toca ser moderado. Vamos, que el título podría haber sido “Chivatos y lameculos” y en cambio me he decantado por algo más light, aunque en el fondo uno piense más en el original que en la copia.
El incitador del título, como no podría ser de otra forma, es Sánchez. Se habrán jubilado sus nietos y los investigadores aún tratarán de desenmarañar el quid de sus decisiones. Vamos, que de tonto no tiene un pelo.
O eso, o que va al tuntún, improvisando a cada momento y a cada necesidad. Necesidad suya, por supuesto. La salida del Comité de Elegidos/as/es de Carmen Calvo era de esperar, no por méritos propios sino por las fricciones con otros miembros/as/es del mismo Comité. El de Ábalos fue sorpresa para quienes no comemos de la mano de Pérez-Castejón. Lo único cierto es que, al contrario de Roma, Sánchez sí paga a traidores.
Y lo peor aún, que los paga con nuestros impuestos. La prepotencia de quienes ostentan y han ostentado el poder suele ser del más puro estilo absolutista. L’État, c’est moi que dijera en su momento el Rey Sol perdura y no presenta síntomas de querer ausentarse de la vida política, llámese Hitler, Lenin, Franco, Aznar, Iglesias o Sánchez. Cada uno con su formato, más o menos disimulado y/o legitimado; y más como en el último caso, en que se bordea al mismísimo parlamento.
Además, el sentido de Estado brilla por su ausencia. Si se analiza con imparcialidad, sin ánimo de lamer el trasero a los unos, ni elevar a los altares a los otros, llegaremos a la conclusión de que la figura de Pedro Sánchez es la que –tras la figura de Franco- más tics de autoritarismo desprende. Sólo le falta que la Guardia Mora le escolte cuando viaja con el Falcon a la Mareta o al concierto de turno.
Y Pérez-Castejón tiene un don. O un trauma. Al igual que ocurriera con Franco, son muchos quienes le idolatran. Y también quienes lo repudian. Si con Franco, además de sus íntimos allegados, en su contra tenía la conspiración judeo-masónica-comunista-internacional, ahora los sanchista-comunistas actuales, además del beneplácito de sus leales, tiene enfrente a la ultraderecha fascista.
A ambos, no les han faltado luces para desprestigiar a sus adversarios –que para ellos son sus enemigos-. En ambos casos se han apoderado del aparato propagandístico del Estado en beneficio propio. Demasiadas similitudes para polos opuestos. O no tan opuestos.
Y ya que ganan ellos y siempre pierde España, ¿la lealtad al personaje será una traición al Estado, y viceversa?
PUBLICADO EL 12 DE AGOSTO DE 2021, EN EL DIARIO MENORCA.