EL ODIO ¿UN MAL EN AUGE?

Que el odio esté en aumento, lo desconozco. La sensación es que aumenta a marchas forzadas. Pero claro, todo se basará en el concepto que cada uno tenga de dicha palabreja. Y sobre todo, en la magnitud con la que nos la presenten los medios de comunicación y ya no digamos en los de manipulación.
 
Creo que no me equivocaría si dijera que no se había hablado tanto del término de marras hasta que llegó Pedro Sánchez al poder. Vamos, que según los suyos, éste lo destapó, mientras que los otros dirán que lo provocó. Lo cierto es que ahí está. O no está. Veamos.
 
Supongo incluso que el negar el odio ya será delito, y cualquiera lo niega a estas alturas, so pena de ser llamado fascista –supongo que la RAE pronto cambiará la definición de fascista como alguien quien no está de acuerdo con la política de Pedro Sánchez-.
 
Lo que no tuvieron en cuenta los presuntos “inventores” del odio fue que todos éramos iguales. Vamos, que tanto es punitivo el hecho de que yo odie, como que me odien a mí, digo yo. En su momento y según una circular de la Fiscalía General del Estado –ahora tal vez las instrucciones serían otras- :“Una agresión o una vejación se configuran como delito de odio si se dirigen contra un determinado grupo o individuo, precisamente por formar parte del mismo”. Y este abanico abarca mucho espacio. Vamos, casi todo.
 
Vamos, que el comentario que en su día hizo la actual titular de la FGE sobre el ministro Marlaska, ahora sería un delito. ¡Vaya por Dios! Y posiblemente también sería un presunto delito el que se acuse a los dirigentes de VOX de fascistas. O que éstos siempre hablen de la inmigración ilegal. O a los franquistas de asesinos. O a los catalanes –en general- de sediciosos. O a los españoles de invasores. O el ataque sistemático a nuestras lenguas. O las burlas a quienes llevan pulseritas con la bandera española. O llamar perro-flautas a los de Podemos. Todos contra todos.
 
¿Y qué ocurre con quienes queman banderas españolas o retratos del Jefe del Estado? ¿Acaso no se dirigen hacia un grupo o individuo? ¿O es que en este caso no hay un claro odio hacia un Estado, una Institución, una persona? Al parecer estos casos sólo son un libre ejercicio de la libertad de expresión. ¡Faltaría más! ¿Y qué ocurre con la quema de las Fallas? ¿Podemos quemar una Cruz y no una Media Luna? 
 
Lo que sí estoy convencido es del aumento de la incitación, la provocación, la manipulación… 
 
Y tan culpable es quien derrama la gasolina como quien tira la colilla. 
 
PUBLICADO EL 16 DE SEPTIEMBRE DE 2021, EN EL DIARIO MENORCA.