PROPAGANDA Y MITINES

Nunca he entendido qué ganancias -en votos- pueden sacar los políticos realizando un mitin.  Las otras -las monetarias- está claro que existen y son cuantiosas.  Es una de las formas para justificar gastos electorales y mamar del dinero del contribuyente. Y la propaganda, otro tanto de lo mismo.  ¿Acaso porque un partido se anuncie o grite más, va a conseguir que alguien quien no esté de acuerdo con ellos, los vote?  Dirán los expertos que moverán al indeciso, puede; pero supongo que de indecisos debe haber por todos los lados.  ¿No sería más económico prescindir de ellos -de mítines, claro-?

Cuando necesito comprar un electrodoméstico son varios los factores que influirán en mí para la toma de decisión.  La marca, las características, la experiencia con la marca, el servicio técnico, pero la decisión final la tomaré cuando el comercial de confianza -vamos, el responsable de la tienda- me aconseje y me aclare las dudas que puedan plantearse.  Y siempre, al final existe el compromiso del contrato -propaganda- y la garantía del producto.

Con el político no hay compromiso ni garantía de que lo que se diga en la propaganda, lo cumplan. Con el político el producto no tiene retorno ni canje alguno. Tampoco puedes malvenderlo o retirarlo y comprar otro de nuevo.  En el mundo político el compromiso lo adquieres tú, y te adhieres a él por un tiempo definido de antemano sin cláusula de ruptura, salvo que sea el político quien decida lo contrario.

Estos días, los medios de comunicación nos invaden con congresos de partidos, encuentros de “otras políticas”, de tiranteces entre jerarcas de una misma formación, y todo para ser el centro del espectáculo.  ¿Qué le importará a un votante del PSOE que Ayuso quiera hacer sombra a Casado? ¿Qué le importará a un votante del PP que Sánchez siga con la mentira de que España va bien? Si, al fin y al cabo, siempre tendrán una justificación para votar al partido “suyo”. Como mínimo, para que no ganen “los otros”.  Vamos, que no se vota al mejor, sino al menos malo.

Lo que sí nos debería importar a quienes no comemos ni bebemos de la política es que quien escojamos para patronear el barco sea honrado, cabal, competente y, sobre todo, sincero.  Y eso, si lo compramos por Internet o lo vemos por televisión, no tiene demasiada garantía.  Vamos, que el tendero de la esquina ni está, ni se le espera.

Aunque también sería bueno conocer qué comisión gana el tendero, no sea que se decante por una u otra, según la diferente comisión de la marca. 


PUBLICADO EL 18 DE NOVIEMBRE DE 2021, EN EL DIARIO MENORCA.