¿QUÉ REPÚBLICA QUEREMOS?

 

Hay cosas a las que dudo encontrar una respuesta que sea políticamente correcta. Una de ellas es la intoxicación por la cual nos hacen creer que ser republicano es cosas de la izquierda y que, por eso mismo las repúblicas son democráticas.  Sólo falta mirar a Rusia.

Y también hay cosas que me asustan.  La que más es qué tipo de república deben querer los nostálgicos que se reúnen cada año para celebrar el 14 de abril.  Y me asusta porque nos venden un tipo de república que no coincide con la que fue la II República española.  ¿Querrán una república participativa y democrática o preferirán una república a imagen y semejanza a la que padecieron nuestros mayores en los años treinta?

Entiendo que se cuestione si monarquía o república por el hecho que técnicamente puede parecer más democrático la segunda que la primera opción, aunque si ambas propuestas son votadas periódicamente (ya sea directa o indirectamente)…., pues eso, ajo y agua.

En cuanto a la exaltación a la II República creo que incluso puede llegar a ser contraproducente para quienes la siguen añorando, suspirando.  Vamos, como la concepción “patrimonial” del voto de la mujer, de la que no fueron precisamente las “izquierdas” muy favorables a que pudieran votar, no fuera que votaran a las “derechas”.

Uno ya duda de que quienes la celebran estén suficientemente informados de cómo fue realmente dicho periodo republicano.  Y lo dudo porque quiero presuponer la buena fe de la gente que se siente republicana.  Y los entendería mejor si los actos que organizaran en favor de una hipotética futura III República lo celebraran en una fecha diferente a la del 14 de abril, de tan fatídico recuerdo.

Sólo falta bucear en los libros de historiadores cualificados para darse cuenta de que aquella república ni fue participativa ni democrática, al menos por la parte de la izquierda -socialistas incluidos-.  Como ejemplo, el de las elecciones de noviembre de 1933, cuando incluso al haberse “fabricado” una ley electoral a medida para que ganaran las “izquierdas”, van y las pierden y no aceptando la decisión popular, presionan al presidente de la República para que anule las elecciones, sin otro argumento de que habían ganado las fuerzas del “centro” y “derechas”.  Y de ahí a las provocaciones, ataques personales y al golpe de Estado del 34, un paso.

Y ya no digamos de las de febrero del 36, con el terror instalados en las calles y la complicidad del gobierno con los desmanes.  Republicano puede -o no-, pero demócrata primero.


PUBLICADO EL 28 DE JULIO DE 2022, EN EL DIARIO MENORCA.