No es la primera vez, y por supuesto, no creo
equivocarme si digo que no será la última.
Me refiero claro está a los desplantes que Pedro Sánchez tiene por
costumbre hacerle al jefe del Estado.
Pulso, provocación, hostigamiento, desafío…, cualquiera de estos
conceptos podría definir la actitud de Pedrito hacia Felipe VI.
Y Pedrito no está solo. Al momento salieron contertulianos,
columnistas y presentadores, ya no defendiéndolo, sino atacando al
adversario. ¿Y quién es el adversario?
Pues el enemigo, como dirían en tiempo de guerra. Los “fascistas” que dirá la izquierda
radical. Los que le silban y abuchean. Vamos, quienes están liberados del Credo
único.
La culpa ya no es de Pedrito, que llega tarde otra
vez para retrasar un acto presidido por el Jefe del Estado, no. La culpa es de todos los “fascistas” que le silban.
Y claro, se olvidan cuando el desplante
fue en la mismísima Zarzuela cuando allí, esos malvados “fascistas” ni estaban
ni se les esperaban. Pero claro, de
aquellos otros desplantes sus amigos contertulianos y demás se olvidan.
También se olvidan de destapar todas las mentiras
que ellos mismos transmiten tras cada nota de prensa. Muchos de estos presentadores y contertulianos
hubieran sido sin duda en tiempos pretéritos firmes candidatos a oposiciones a
funcionarios del Ministerio de Propaganda del Partido Nacional Socialista. Pero por suerte, aquellos tiempos son pasado.
Otro tiempo que por suerte también es pasado, es el
de la II República con su despótico Frente Popular que trajo la Guerra Civil y
con ella cuarenta años de dictadura. A
pesar de ello, algunos ramalazos parecen revivir en esa izquierda radical que
está al timón de la cosa pública. La
memoria histórica se hace cada vez más presente. ¿Será el futuro?
No hace falta ir al futuro para preocuparse. Si el presidente del Ejecutivo es capaz de
faltar el respeto al jefe del Estado, qué no será capaz de hacer con todos
nosotros, súbditos, subordinados, que estamos a disposición de sus
mandatos. ¿Cómo defendernos de sus
mentiras, de sus abusos, de sus cacicadas?
¿Cómo defendernos de los abusos del Gobierno y de
sus socios, si el Poder Judicial no puede actuar como un poder independiente, al
ser nombrado y dirigido por el Poder Ejecutivo?
¿Debemos empezar a usar la mala educación contra el
poder instituido para hacernos valer?
Seguramente no.
Hay una España no radical que aún cree en la democracia, en el respeto y en la libertad. Vamos, una España y unos españoles con educación.
PUBLICADO EL 20 DE OCTUBRE DE 2022, EN EL DIARIO MENORCA.