Dice la norma que “en el Diario de Sesiones se reproducirán íntegramente, dejando constancia de los incidentes producidos, todas las intervenciones y acuerdos adoptados en sesiones de Pleno, de la Diputación Permanente y de las Comisiones que no tengan carácter secreto”. De tanto en tanto, se oye a la presidencia ordenar que tal o cual manifestación no conste en el Diario de Sesiones.
Este de “tanto en tanto” ha pasado últimamente a ser más bien habitual. Vamos, que desde que la bronca se ha instalado en la Carrera de San Jerónimo, no hay sesión en la que la presidencia no ordene que o bien se retire algún calificativo por parte del orador o bien ordenará que no conste en el Diario de Sesiones. Y uno empieza a dudar de las veracidades escritas.
Vamos, que por defecto profesional, uno sabe que lo que no está escrito no ha pasado. Y si no que se lo pregunten al matrimonio de Valdepeñas que por una equivocación de puerta, miembros de las FCSE entraron en su domicilio para efectuar un registro y al no constar en diligencias esta equivocación, el CGPJ valora no pagar indemnización al no existir constancia de dicho error.
Por suerte, en nuestros días, el Diario de Sesiones no será la única fuente fidedigna de veracidad. Si bien será la verdad oficial, no tendrá porqué ser la única verdad. ¿Se acuerdan de la diferencia entre la verdad jurídica, la verdad oficial y la real? Pues eso mismo pasa con al redacción de las actas y los Diarios de Sesiones. Por suerte los periódicos, las televisiones, las redes sociales, transmiten parte de esta verdad.
¿Se imaginan los debates parlamentarios habidos durante algunos periodos de nuestra historia sesgados por esta falta de transparencia? ¿A quién beneficia el recorte de la verdad? ¿Pretenden dar una imagen para la posterioridad falseada? ¿Por qué no dejar constancia de los insultos, broncas, amenazas y mentiras vertidas desde la tribuna? ¿Acaso no queda retratado quien las provoca?
¿Dónde está la transparencia de sus señorías? ¿Se dirían tantas barbaridades desde la tribuna si no gozaran de inviolabilidad por las opiniones vertidas desde ella? ¿La inviolabilidad produce mayor irresponsabilidad? ¿Por qué no renuncian a esta inviolabilidad y a la inmunidad parlamentaria para alcanzar la “igualdad” con el resto de españoles?
¿Es necesario que la presidencia del parlamento tenga poder para censurar, o lo que es lo mismo, dictar la versión de lo ocurrido, cuando ésta no se corresponde con lo que realmente ha pasado?
PUBLICADO EL 8 DE DICIEMBRE DE 2022, EN EL DIARIO MENORCA.