Cuando te enseñan -y aceptas- que la verdad no es una, sino que son varias: la verdadera, la de uno, la del otro, la judicial, la histórica, la oficial, la política, etc.., empiezas a estar preparado para interactuar en el juego societal. Y será en este momento cuando empiezas a no enojarte por las injusticias del poder y de sus representantes hacia sus administrados. ¿Para qué enojarte si al final siempre llevas la de perder? Ya nos lo advirtió el “presi”, ¿de quién depende la fiscalía?
Pedro
Sánchez ha hecho mucho más que advertirnos de que él era quien mandaba. Gracias a él, muchos hemos entendido por fin
el misterio de la Santísima Trinidad, ese misterio del que oímos hablar por
primera vez en la catequesis y que no llegábamos a entender a no ser por medio
de la fe.
Es verdad
que la fe mueve montañas, pero con tanta protección medioambiental, ahora será
Mahoma quien sí o sí tendrá que ir a la montaña. Y ya no hablemos de la
Transfiguración de Jesús en el monte Tabor, donde ya no les dejarían acampar
por mucho que insistiera el profeta Elías.
Y es que las cosas con el tiempo cambian. Ahora, Jesús es palestino y el imperio
español su asesino. Y eso lo dijo hace
poco el iluminado Maduro, coetáneo de Pedro Sánchez, e inspirador de much@s
polític@s españoles.
Montesquieu
dijo en su momento que es necesario por la propia naturaleza de las cosas, que
el poder sea un control del poder. Y por eso separó los tres poderes del Estado. En 1985 se atribuye a Alfonso Guerra la frase
de que “Montesquieu ha muerto”. Pero no
será hasta nuestros días, 275 años después de la publicación de “Del espíritu
de las leyes” en que los españoles podamos empezar a entender qué significaban
aquellas palabras puestas en boca de Alfonso Guerra -y de las que siempre ha
negado su autoría-, y que han llegado a Pedro Sánchez. Su palabra, pensamiento y obra.
Efectivamente,
Pedro Sánchez engendra la Santísima Trinidad de nuestros días. Al menos, la versión española. Capitanea el Ejecutivo, ordena en boca de
Armengol el Legislativo, la mayoría de los medios de comunicación y, por si
fuera poco, tutela todo el poder Judicial.
Por suerte, la jefatura del Estado todavía no está en su poder....
Y la
Santísima Trinidad de nuestros días, va como no, bien acompañada. No le faltan ni los incondicionales apóstoles
ni por supuesto las plañideras. Oficio
este último en el que el machismo aún deja su huella.
Y no sólo
lo digo yo, sino que también lo dice Sofía Guardiola, en su obra “Plañido”.
PUBLICADO EL 2 DE NOVIEMBRE DE 2023, EN EL DIARIO MENORCA.