Al final ha habido fumata blanca. Pedro Sánchez logra atar la mayoría absoluta para ser investido presidente “y gobernar durante cuatro años para todos los españoles”. Le faltaría añadir dos cosas: Primeramente, que lo hará de rodillas y añadiendo que lo hará para los de primera, segunda e incluso para los de regional. Que, de haberlos haylos.
A punto de
cumplir veintinueve años de mi asomo a estas páginas, el tema de vivir de
rodillas me retumba aún en la memoria.
Mi memoria histórica. Mi
particular viacrucis por la cosa pública -esa que pagamos entre todos- En esto
me parezco, guardando las distancias, a Feijóo.
En mi
primer escrito “De pie o de rodillas”, hacía repaso a la famosa frase de si valía
más “morir de pie o vivir de rodillas”, extrapolado a mi caso particular,
profesionalmente hablando, claro está.
Como no podía ser de otra forma -iluso que era uno creyendo en el buen
hacer del poder- decidí morir de pie.
Ello supuso que me cortaran las alas para ascender, con todo lo que ello
representa: menos emolumentos, menor estatus, y como no, ahora tras la
jubilación, una merma en la pensión.
¿Fue una
decisión acertada? Pues sí y no, depende.
Ser víctima de una injusticia, y más en un estado que se dice
democrático -y de derecho-, es duro.
Moral y éticamente salí reforzado.
Económicamente, perjudicado. Pero
no me arrepiento. Gracias a esta injusticia, mi vida se llenó de otros
parabienes, entre ellas, salir en estas páginas de Es Diari.
Pero la
cuestión ahora no es lo que me pasó a mí, no.
Sino al otro. El beneficiario de la injusticia salió mejor parado. Y económicamente, ya no digamos. Por tanto, las injusticias no tan solo
perjudican a unos, sino que benefician muchas veces a quienes no se lo merecen.
Con Pedro
Sánchez pasará lo mismo. No se lo
merece, pero sigue ganando. Puigdemont y
todos los demás presuntos delincuentes, los que más se benefician. Y te preguntas, ¿qué hubiera pasado si Feijóo
hubiera pactado con Junts? Seguramente
habrían ardido las calles, pero eso ni se contemplaba. Feijóo, en aquel momento, era de los que
morían de pie.
No sé si a
estas alturas, Feijóo no cambiaría de opinión.
En mi caso, treinta años después, cambio de opinión, de moral, de ética y de lo
que haga falta. Hoy prefiero vivir de
rodillas -con rodilleras, si es posible-, a morir. Sea de pie, en cama o durmiendo. La vida es demasiado bonita para vivirla con
restricciones de acceso.