SIN VALOR ALGUNO


Debo confesar que casi nunca he sido ni pesimista ni optimista, simplemente realista –sin que este término tenga nada que ver con la monarquía-. Analizar las opciones y valorar las circunstancias ayudan a que uno se vaya mentalizando de la solución aplicada. Está claro que otros parámetros también interactúan en la realidad o solución tomada. No basta analizar y discernir el resultado. Las circunstancias -las de uno, las del vecino y principalmente las del mandatario- al final serán quienes derivarán a una solución u otra. Dicho esto, decir que ahora, a agosto de 2011, soy pesimista.

O lo que es lo mismo, creo que la cosa va mal, muy mal. Que estamos en quiebra. Que no valemos nada. Sin valor alguno. Quiebra técnica en cuanto a los dineros públicos, porque algunos de los privados serían de juzgado de guardia. Quiebra en cuanto a los valores morales. Quiebra en cuanto a la credibilidad de un Gobierno y de un sequito que peor no podían hacerlo. Y ahora a esperar los Consejos de Ministros venideros. ¡De miedo!.

Italia toma la tijera y recorta gasto. Aniquila municipios y provincias. España mejor que no copie, porque con tanto licenciado en el arte del copiar y pegar, seguro que recortan trabajadores y mantienen los cargos públicos sentados en poltronas doradas. Es más, en España es inimaginable que se atrevan a eliminar municipios y provincias. ¡Si aún siguen vigentes algunas Diputaciones Provinciales!.

Es el tema de siempre. Podríamos enumerar una lista de instituciones a eliminar sin demasiado trauma entre la población. El primero sin duda el Senado. Pero claro, los padres de la patria están en la Constitución y para ello habría que modificarla. Y modificar la Constitución asusta. Asusta porque obligaría a tomar decisiones y a “mojarse” a mucho político suelto. ¿Creen que los socialistas dejarían en manos de Zapatero la presidencia de una hipotética Tercera República? Es más, ¿creen que los españoles se la dejaríamos?

Más vale malo conocido que bueno por conocer, dice el refrán –doy por seguro que el autor del mismo no debía conocer a Zapatero-. Y Rubalcaba tampoco me gusta. Hay algo oculto –o no tan oculto- que no me da confianza. ¿Cómo es posible que estando en el Gobierno con Zapatero –o al revés- no aplicara ninguna de estas soluciones que se aguarda por si gana el 20-N?. ¿Y de José Blanco que me dicen? ¿A quién inspira confianza Blanco? Visto lo visto, España necesita un cambio.

Un cambio de valores, tanto éticos, morales, como de gestores económicos. ¿Y los bancos? ¿Qué decir de los banqueros y demás empresas que durante tantos años se han beneficiado de los dineros públicos? ¿Y de los siete millones de euros que se dieron en el plan E, para que algunos cocineros conocidos inventen platos y algo de comida en su interior?

Zapatero tiene la solución. Y Rubalcaba también. Y los parados también. Y quienes no quieren trabajar también. La solución pasará en quitar funcionarios, que no políticos. Y sus tareas reemplazadas por empresas temporales a manos del capitalismo amigo con carnet del partido.
Hace tiempo que se habla de que el Consell es el ayuntamiento de Menorca y que podrían suprimirse los ayuntamientos. Mientras esto ocurre, tanto afines como detractores a la medida, siguen presentándose a las elecciones. Y más aún, aumentamos cargos en Palma. Mandamos tropas al extranjero. Damos dineros a los bancos. Y nos peleamos por dar ayudas al extranjero, cuando desde el extranjero también tienen que ayudarnos a nosotros.

La hipocresía nos mantiene. De tanto en tanto, echamos algún exabrupto y nos creemos con la satisfacción del deber cumplido. Ahora se habla de mancomunar servicios, de reducir déficit, de aumentar la edad de jubilación, de comprar genéricos mientras hacíamos el agosto a las farmacéuticas con la conspiración de la gripe A…, inconscientemente o no, estábamos y estamos aumentado el déficit, dificultando el ahorro, matando el consumo, aniquilando a España, vendiendo nuestra poca riqueza.

Y esto en algún país lo llamaría traición. En España no. Aquí no estamos tan adelantados, y en según que cosas aún vivimos en el siglo diecinueve. Nuestro actual logro es la venta al extranjero de bonos. O que nos lo compren. Otros pensarán que es una venta incondicional, una dádiva que nos hipoteca nuestra economía futura en manos de potencias extranjeras. ¡Y en bancos extranjeros!

Alguien dirá que es una nueva intervención extranjera en los designios de nuestro país. Viene el Santo Papa y lo recibimos tal como somos. Con los recibimientos fotográficos de rigor con los mandatarios y sus familias, mientras que estos mismos orquestan las protestas contra su visita. Seguimos en quiebra. Y sigue el 15-M.

Y después del Consejo de Ministros, más. España ya no tiene valor alguno. Ni moral, ni económico.

Sólo en el espiritual, quedan aún esperanzas.
Mal que les pese a algunos.



PUBLICADO EL 18 AGOSTO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.