Que la monarquía, como sistema de
Estado es anacrónica y carente de un espíritu democrático, nadie puede
negarlo. Que hoy en día, la jefatura de
un Estado recaiga sobre un cargo vitalicio, hereditario, con inviolabilidad penal de su titular y con
prevalencia del hombre sobre la mujer, por mucho que esté escrito en una constitución,
sigue careciendo de espíritu democrático.
Que el espíritu democrático nada
tiene que ver con la legitimidad democrática, refrendada en las urnas, también
es cierto.
Que la república es un sistema en la
que todos pueden llegar a la jefatura del estado mientras que en la monarquía
nos está vetada a todos, también es cierto. Pero no olvidemos que la república
está presidida por un político. Y eso ya no es tan bueno. O al menos, la
experiencia así nos lo indica.
Y no tan solo por un político, sino
por el partido que lo sustenta. Sus
amigos, sus contratos, sus familias. Toda una corte....
Y los españoles somos muy pícaros,
muy tendentes a la estafa y al desaguisado, y necesitamos de alguien que nos
controle y nos vigile. Un alguien ajeno
a las decisiones y voluntades de cada cuatro años. Un alguien que no pueda comprarnos el voto,
ni que nosotros podamos comprarle a él.
Ni los bancos, ni las eléctricas, ni las petroleras, vamos. Y eso ya es difícil.
Además, para qué sustituir una
figura por otra. ¿Por qué no hacer que
el mismo presidente del gobierno sea el presidente de la república? Pero no, la cuestión es mandar, tener poder y
chupar del bote. Y cuantos más, mejor.
¿Por qué todos quienes se
manifiestan por una república no lo hacían años o meses antes? ¿Por qué no
crear un partido republicano que se presente a las elecciones con el programa
de promover una república?
Porque saben que España no quiere
una república. España tiene demasiados
malos recuerdos de las intentonas.
Pero los españoles también tienen
derecho a decidir.
España también le gustaría algunos
reajustes en la monarquía.
Que el rey, fuera rey, pero ni
consortes ni padres ni abuelos, ni yernos ni hijas. Que de inviolabilidad, nada de nada. Ni
aforados ni protegidos. Tampoco en los
políticos, que quede también claro. Y
eso ya es más difícil.
Habría que romper muchas
estructuras, muchos esquemas, y ahora, precisamente ahora no es el momento.
Y si todos que vociferan esperaron a
que el viejo monarca abdicara, ¿por qué no dar una oportunidad al joven rey
Felipe VI?.
Tal vez, el futuro nos depare
algunas sorpresas.
De momento prefiero la sencillez de
Letizia.
PUBLICADO EL 12 DE JUNIO DE 2014