LA LECCIÓN DEL ÉBOLA.

Alguien tenía que disentir.  O al menos, decir la suya.  El reciente episodio de repatriar en un airbus de las fuerzas aéreas al sacerdote español Miguel Pajares desde Liberia, abre un precedente, y a su vez, es un agravio comparativo hacia otras necesidades de otros también españolitos.

Y no tan sólo los gastos de la repatriación -de la que sin duda pocos conocerán su verdadero coste- tendrán su eco.  También lo concerniente al medicamento experimental debería abrir debate social.  No en vano, seguro que serían legión los pacientes de otras dolencias que desahuciados de curación, se presentarían voluntarios para probar algunos medicamentos en fase experimental.  Pero se les niega categóricamente. 
Y el montante económico permanecerá en la más estricta intimidad, por su elevado coste y por ser el mismo tipo de avión que traslada a monarcas y presidentes en sus visitas al extranjero.  ¿Y qué ocurriría si hubiera más españoles afectados de  Ébola?
Cuando la última Gripe A, a los gobiernos de las naciones se les cayó el sambenito de hacerles el juego a las farmacéuticas evitando la caducidad  del milagroso medicamento con que atajarla.  Ahora, cuando los fallecidos se cuentan por millares, una ayuda personal e intransferible, aleja y mucho el carácter solidario.
¿Qué hubiera pasado si todo el montante económico que ha costado la repatriación y los cuidados, se hubiera invertido en solidaridad para con el pueblo de Liberia y demás naciones limítrofes afectadas por la epidemia? 

¿Qué hubiera pasado si todo el montante económico que ha costado lo anterior, hubiera sido destinado a beneficiar a tantos y tantos pacientes españoles que por falta de recursos se quedan sin sesiones de quimioterapia, radioterapia o incluso no llegar a ser visitados a tiempo en las consultas del especialista?
¿Cuántas toneladas de tapones deberán recogerse para igualar el coste de la repatriación?  ¿Cuántos familiares de enfermos se habrían beneficiado con su coste,  para sufragar parte de sus desplazamientos hacia los hospitales de referencia? ¿Cuántas prótesis, cuantos tratamientos, cuántas ayudas médicas?
Al final,  a quien tacharán de insolidario  será a quien esto suscribe.  Pero  a uno no le preocupa lo más mínimo.  Y si además quieren añadirle el calificativo de políticamente incorrecto, pues también.

 Todo ello va inherente en la nómina de colaborador.  Como también, en la retención de Hacienda.  Y en los recortes para pagar los viajes a Suiza de algunos presuntos Molt Honorables.

PUBLICADO EL 21 DE AGOSTO 2014, EN EL DIARIO MENORCA.