TIRAR LA TOALLA

La expresión que encabeza el escrito es como ya sabrán, sinónima de abandonar el carro y coger las de Villadiego.  ¿Quién no se ha planteado en alguna ocasión tirar la toalla y que sean otros los que empujen el carro?
Otros en cambio, más que facilitar el paso a los demás, se apuntarán al carro  vencedor, y seguirán  llevando ellos mismos las riendas.  Son los más listos, sin duda. Menos románticos, eso sí, pero con más posibilidades de éxito.
Los menos inteligentes, los menos listos –mejor dicho-, nos aferraremos a palabras como honradez, sinceridad, lealtad, y unas pocas más que están en la escala a extinguir como rezaría en cualquier escalafón militar, para dejar paso a esta nueva generación que parece tener las horas aceleradas  y con ellas  devorar el mundo.  Y sobre todo, a su imagen y semejanza. 
Uno no es la primera vez que tira la toalla y  vuelve para ponerse el último de la fila   en busca del sustento diario.  Aún conserva aquel camuflaje aprendido en la mili y que en tantas ocasiones ha necesitado para sobrevivir en el intento.  Ahora, de nuevo, tira la toalla, se embute aquel traje camaleónico, y espera el rancho como cualquier otro hijo de vecino.
Echa de menos a Federico y a Mô quienes por cuestiones de caracteres no salen ya  en estas páginas.  Ellos eran como  terapia, el desahogo en el que llorar y expirar sus ansiedades.  Sus miedos, y sobre todo, sus frustraciones.  Pero todo es cíclico en esta vida –para algunos, claro-.
Y la crisis también es cíclica, y en esto ya se apoyan en cálculos estadísticos y pretéritos. Y de crisis, muchas.  Variedad al antojo de uno y de los demás.  La crisis es como ya  la gripe,  en la que todos están griposos, aunque sea  un simple resfriado, una alergia o la simple resaca de una noche loca y desmesurada.
Y con ella muchos han aprendido.  Otros, sólo hemos observado.  También otros han aterrizado sin pista, sin tren e incluso sin dientes, como diría el chiste de la bicicleta.  Si retrocedemos al inicio del escrito, relacionaremos a algunos de  este pelotón, escuadrón o como se le llame, como integrantes  de aquella legión de listos que se apuntan, innovan y se suben al carro del vencedor.  No todos, pero algunos se transforman, y no con pieles camaleónicas.
Y ellos no tirarán la toalla, no.  Si cabe,  recogerán las de los demás, copiarán y pegarán las mismas,  y se harán su paseíllo, su alfombra de color, y desfilarán sobre ellas.  Y volverán banderas victoriosas, sí…..
Otros, seguirán tejiendo las toallas.

PUBLICADO EL 19 MARZO 2015, EN EL DIARIO MENORCA.