Esta vez voy a posicionarme antes
de, en vez de después de.
Sencillamente, no voy a esperar al día después para felicitar al
ganador de los comicios. Al final,
siempre suelen ganar los míos, aunque algunas veces, los míos no
son los nuestros. De todos modos,
al decir de los comentarios, todos, absolutamente todos, suelen ganar: unos con
el número de votos en la mano, otros con el de escaños, en fin, que los
mecanismos de defensa, funcionan.
De cada vez estoy más convencido
–serán los años- de que la mayoría de los partidos son buenos. Y que los políticos no son tan malos como los
pintan. Algunos habrá –y así lo van
demostrando los tribunales de justicia- que se han enriquecido y poco les han
importado los ciudadanos. Pero ello
entra en la condición humana.
No hay políticos buenos ni
políticos malos a priori, sino personas buenas y personas malas. Otra cosa es que la gestión que hagan durante
el tiempo de su mandato sea la más adecuada
o no dadas las circunstancias o que
éstas, agraden más o menos al
electorado. Las acciones de los
gobernantes, y las omisiones de los opositores.
Al menos, el solo hecho de
arriesgarse en figurar en una lista, tendría que ser suficiente como para presuponerles la buena intención
con la que se presentan. Y más si el
ordinal es en los de relleno.
Porque para muchos, el figurar en
una lista puede resultarle un perjuicio para su futuro profesional y
ciudadano. Anclada parte de la sociedad
aún en el espectro derecha e izquierda, nacionales y rojos, buenos y
malos, y más actualmente españoles y
nacionalistas, casta y no casta...., el hecho de figurar en una lista debería
ser considerado como un mérito democrático a tener en cuenta, en vez de el
de estigmatizado por pertenecer a una
determinada tendencia política u otra.
Ahora sólo faltaría cambiar el
sistema de buenos y de malos, de gobernantes y de opositores, para que el
espíritu de aquellos primeros ayuntamientos democráticos de la nueva era, en
que todos los concejales gestionaban alguna área en el gobierno municipal,
apaciguara ánimos y uniera las fuerzas
de estos servidores de lo público.
Remontándonos a este espíritu
constructivo, ya no habría gobiernos de mayorías ni de minorías, ni
chaqueteros, tránsfugas ni todos estos elementos afines que esos sí, viven de
la política y de los políticos.
Y rememorando este espíritu, dar
la enhorabuena a todos quienes no teméis adentraros en esta apasionada
condición ciudadana.
Enhorabuena y que el poder, no os
corrompa.
Amén.
PUBLICADO EL 21 DE MAYO DE 2015, EN EL DIARIO MENORCA.