Pues sí, parece que el sueño americano es ya una realidad. Barack Obama se ha convertido en el primer presidente de color de los EEUU de Norteamérica. En España éramos muchos quienes apostábamos por él, incluso el Gobierno, con ZP a la cabeza. Y esta vez, el hechizo ha fallado. Esta vez, no se ha gafado el asunto, por mucha intervención de nuestro invicto presidente….
Y lo cierto es que la igualdad proclamada por activa y pasiva durante los siglos de existencia de los EEUU, esta vez ha sido posible. Barack Obama se ha proclamado presidente del país más poderoso del mundo. Más poderoso y más intervencionista. Y aunque sentimentalmente a todos nos ha alegrado, parece que la reacción de las bolsas no ha sido la esperada. Si bien es cierto, que se ha terminado la incertidumbre del proceso electoral, también es más cierto que la economía no tiene por qué entender de sentimientos. Y así, en las tímidas subidas y en las moderadas bajadas, las aguas han quedado inmovilizadas. Cabrá esperar más jornadas para comprobar cómo se interpreta y entiende la política económica del nuevo presidente de los EEUU.
De momento, quien sí parece contento de haber subido varios enteros habrá sido sin duda nuestro siempre presidente ZP. Esta vez ha apostado por el ganador y ha ganado. Y ha ganado porque todos necesitamos tener un sueño, americano o español, pero sueño en sí. En España, nuestro sueño empieza a unificar formas y poco a poco vamos coincidiendo en el resto de la tipología del mismo.
Nuestro sueño sigue orientado hacia la política. La crisis sigue siendo secundaria gracias a tanta inyección económica. De padecerla queda aún tiempo en que las arcas se desmoronen, que los inyectables se terminen, y que los pacientes empiecen a cambiar de médicos.
¿Y cuál es nuestro sueño patrio?. Sencillamente tener unos políticos, unos dirigentes, que de verdad nos merezcamos. No nos merecemos ningún tipo de corruptela, ningún tipo de personalismo, ningún tipo de familiarismo. Pero también sabemos que en cierta manera, nuestro sistema democrático, nuestro sistema electoral ha propiciado que el político se aposente, se construya su feudo, y que desde allí, las cosas se aprecien de distinta forma.
¿Y qué requisitos necesitamos para fabricar este sueño español?. Primeramente necesitaremos tener noción de serlo. ¿Cómo vamos a soñar en un sueño español si somos incapaces de reconocernos como españoles?. Lo segundo, hacer limpieza. Limpieza de todo lo superfluo, de todo lo inmerecido. Se me presenta la figura de la transición española. También se me presenta la figura de los primeros ayuntamientos democráticos, donde en la mayoría de casos, todos sus miembros tenían competencias. ¿Se imaginan un ayuntamiento -excepto el de Ciutadella, claro está- en el que todos sus miembros tuvieran competencias y sobre todo, responsabilidades?.
Pues no es tan difícil de imaginarse. Si los ciudadanos somos capaces de entendernos incluso con el vecino, ¿por qué no podrían hacerlo a nivel político? Me imagino también, aunque me cuesta imaginármelo, un psicotécnico previo a los que deberían evaluarse los potenciales políticos. Y luego, unas listas abiertas y sin siglas. Pepito y Fulanito vecinos del quinto y del segundo segunda. Y basta. Ya no importa ningún dato más. Y cada uno, con su acierto o con su yerro, podrá individualizar la gestión, y cuestionar su continuidad o no en la representación de su pueblo/ciudad incluso en la comunidad.
Y de la corrupción pasaremos al superávit. Superávit en el ahorro energético, como por ejemplo la vuelta a la implantación de las guías y las horarias en la red del alumbrado público. ¿Se han planteado cómo ahorrar un veinticinco por ciento en la energía del alumbrado público? ¿Cuánto cuesta al erario público tal derroche? ¿Por qué no se sientan a discutir políticas sostenibles, en vez de tratar sobre insostenibles políticos?
Y nuestro sueño también se llamará transición. Ésta por la que incluso Alfonso Guerra ha levantado la bandera y ha defendido la reconciliación entre hermanos. Ésta misma a la que Santiago Carrillo ha vuelto a menoscabar con la presentación de su último libro, al mismo tiempo que un juez empieza a pedir certificados de defunción. ¿Acaso este espíritu del borrón y cuenta nueva, no ha calado en el razonamiento de muchos? ¿Acaso se investigará a Santiago Carrillo por lo que debió hacer en aquellos jóvenes años? ¿ O sólo se investigará los de un lado del pelotón de fusilamiento? Y este no es nuestro sueño, es nuestra pesadilla.
Mantener una memoria selectiva, mantener una historia inacabada, mantener aún vivas las dos Españas, es nuestra perdición. Nuestro sueño, nuestro descanso, se ve perturbado por quienes, para tapar sus mezquindades, necesitan descubrir las de los demás. Y así no avanzamos, no. Así, nos perpetuamos en un punto sin avance, y por supuesto, sin retroceso.
Nuestro sueño, nuestra pesadilla. Necesitamos sin duda, un nuevo motor, que haga posible que la gente se entusiasme. Barack Obama lo ha hecho realidad en los EEUU. En España, el horizonte aún está lejano. Aunque - también es cierto- en EEUU, llevaban muchas noches con pesadillas. En España, sólo algún sobresalto nocturno.
Y lo cierto es que la igualdad proclamada por activa y pasiva durante los siglos de existencia de los EEUU, esta vez ha sido posible. Barack Obama se ha proclamado presidente del país más poderoso del mundo. Más poderoso y más intervencionista. Y aunque sentimentalmente a todos nos ha alegrado, parece que la reacción de las bolsas no ha sido la esperada. Si bien es cierto, que se ha terminado la incertidumbre del proceso electoral, también es más cierto que la economía no tiene por qué entender de sentimientos. Y así, en las tímidas subidas y en las moderadas bajadas, las aguas han quedado inmovilizadas. Cabrá esperar más jornadas para comprobar cómo se interpreta y entiende la política económica del nuevo presidente de los EEUU.
De momento, quien sí parece contento de haber subido varios enteros habrá sido sin duda nuestro siempre presidente ZP. Esta vez ha apostado por el ganador y ha ganado. Y ha ganado porque todos necesitamos tener un sueño, americano o español, pero sueño en sí. En España, nuestro sueño empieza a unificar formas y poco a poco vamos coincidiendo en el resto de la tipología del mismo.
Nuestro sueño sigue orientado hacia la política. La crisis sigue siendo secundaria gracias a tanta inyección económica. De padecerla queda aún tiempo en que las arcas se desmoronen, que los inyectables se terminen, y que los pacientes empiecen a cambiar de médicos.
¿Y cuál es nuestro sueño patrio?. Sencillamente tener unos políticos, unos dirigentes, que de verdad nos merezcamos. No nos merecemos ningún tipo de corruptela, ningún tipo de personalismo, ningún tipo de familiarismo. Pero también sabemos que en cierta manera, nuestro sistema democrático, nuestro sistema electoral ha propiciado que el político se aposente, se construya su feudo, y que desde allí, las cosas se aprecien de distinta forma.
¿Y qué requisitos necesitamos para fabricar este sueño español?. Primeramente necesitaremos tener noción de serlo. ¿Cómo vamos a soñar en un sueño español si somos incapaces de reconocernos como españoles?. Lo segundo, hacer limpieza. Limpieza de todo lo superfluo, de todo lo inmerecido. Se me presenta la figura de la transición española. También se me presenta la figura de los primeros ayuntamientos democráticos, donde en la mayoría de casos, todos sus miembros tenían competencias. ¿Se imaginan un ayuntamiento -excepto el de Ciutadella, claro está- en el que todos sus miembros tuvieran competencias y sobre todo, responsabilidades?.
Pues no es tan difícil de imaginarse. Si los ciudadanos somos capaces de entendernos incluso con el vecino, ¿por qué no podrían hacerlo a nivel político? Me imagino también, aunque me cuesta imaginármelo, un psicotécnico previo a los que deberían evaluarse los potenciales políticos. Y luego, unas listas abiertas y sin siglas. Pepito y Fulanito vecinos del quinto y del segundo segunda. Y basta. Ya no importa ningún dato más. Y cada uno, con su acierto o con su yerro, podrá individualizar la gestión, y cuestionar su continuidad o no en la representación de su pueblo/ciudad incluso en la comunidad.
Y de la corrupción pasaremos al superávit. Superávit en el ahorro energético, como por ejemplo la vuelta a la implantación de las guías y las horarias en la red del alumbrado público. ¿Se han planteado cómo ahorrar un veinticinco por ciento en la energía del alumbrado público? ¿Cuánto cuesta al erario público tal derroche? ¿Por qué no se sientan a discutir políticas sostenibles, en vez de tratar sobre insostenibles políticos?
Y nuestro sueño también se llamará transición. Ésta por la que incluso Alfonso Guerra ha levantado la bandera y ha defendido la reconciliación entre hermanos. Ésta misma a la que Santiago Carrillo ha vuelto a menoscabar con la presentación de su último libro, al mismo tiempo que un juez empieza a pedir certificados de defunción. ¿Acaso este espíritu del borrón y cuenta nueva, no ha calado en el razonamiento de muchos? ¿Acaso se investigará a Santiago Carrillo por lo que debió hacer en aquellos jóvenes años? ¿ O sólo se investigará los de un lado del pelotón de fusilamiento? Y este no es nuestro sueño, es nuestra pesadilla.
Mantener una memoria selectiva, mantener una historia inacabada, mantener aún vivas las dos Españas, es nuestra perdición. Nuestro sueño, nuestro descanso, se ve perturbado por quienes, para tapar sus mezquindades, necesitan descubrir las de los demás. Y así no avanzamos, no. Así, nos perpetuamos en un punto sin avance, y por supuesto, sin retroceso.
Nuestro sueño, nuestra pesadilla. Necesitamos sin duda, un nuevo motor, que haga posible que la gente se entusiasme. Barack Obama lo ha hecho realidad en los EEUU. En España, el horizonte aún está lejano. Aunque - también es cierto- en EEUU, llevaban muchas noches con pesadillas. En España, sólo algún sobresalto nocturno.
PUBLICADO EL 8 NOVIEMBRE 2008 , EN EL DIARIO MENORCA.