LOS TRAJES DE LA VICE

Bueno, uno se alegra cuando, de vez en cuando, entre tanta noticia de corrupción y sus asimilados, salta la primicia de que “la vice compra ella misma sus trajes” y es de agradecer que se haga pública dicha noticia, si es que es noticia, que esto es otra cosa. Lo que no dice la noticia es si a la vice, se le hace descuento, y en caso de hacérsele, en mérito a qué. Pero tampoco deberíamos preocuparnos mucho. El uso y el abuso de aviones militares para que nuestro invicto presidente Rodríguez, Zapatero para más señas, pudiera acudir a los mítines electorales de su partido, en las elecciones que al final perdió, poco o nada sacaron en limpio.

No hace mucho, cuando en el tema de los raons del CIM, en una de las facturas aparecía el concepto de descuento por CIM. Es de entender que esta rebaja no era ni mucho menos un tanto porcentual negativo aplicado según decreto del CIM, ni por supuesto esta media nacional a la que alcanzó el acuerdo entre la Salgado y el Antich, sino simplemente un descuento por ser en aquella ocasión, el CIM el cliente. Y esta deferencia hacia el cliente suele venir acompañada de la cualidad de ser un cliente asiduo, un cliente preferencial o quien sabe qué más cualidades potenciales pueda ver el restaurador con dicho cliente.

Así, si la vice de marras acude a su suministrador habitual de vestidos o trajes y demás complementos de percha, y en la factura se le aplica algún descuento, puede deberse a que, como buena cliente que se le supone que debe ser –el pase de los modelitos así lo confirmaría- , el comerciante anima al cliente –en este caso “ a la cliente”- a su continuidad. Faltará eso sí, valorar si el número de modelitos comprados en un periodo de tiempo –mensual, semestral, por ejemplo- ha variado en cuantía entre los periodos antes de, y después de, la puesta en escena en la vicepresidencia del Gobierno. Y como no, conocer si antes de y después de, existía descuento alguno y el porcentaje del mismo.

Lo que sí podemos asegurar casi a ciencia cierta, es que los modelitos los elige la mismísima vice, su gusto, su firma o personalidad, por decirlo de alguna forma, queda impreso en cada elección. No la imaginamos vestida ya de otra guisa. Es, por decirlo, un seguro contra plagio, o simplemente en la era de las clonaciones, y demás situaciones bioéticas, un seguro anti-suplantación de personalidad. Si en alguna aparición pública apareciera una representante del Gobierno vestida en ropa vaquera y dijera ser la vicepresidenta, muy por seguro que las alarmas saltarían en el CNI y expertos en sistemas clónicos acudirían raudos a detectar la más mínima variante que pudiera detectar el cambiazo.

Pero dejemos la ciencia ficción, por mucho que se cumpla el cuarenta aniversario del paseo lunar de Neil Alden Armstrong, y volvamos a poner los pies en la piel de toro. Volvamos a la realidad por mucho que algunos les ilusione mantenernos en las nubes y volvamos a los posibles descuentos, dádivas y prebendas. Y volvamos al tema de la vice. Si fuéramos capaces de conocer estos datos de los que comentábamos antes, pasaríamos a la labor del estudio. Así, si el número de los trajes y demás prendas de percha ha aumentado porcentualmente, significará que los trajes –o parte de ellos- han pasado la barrera de lo privado a la de lo público. También tendríamos que analizar si antes y después de, el tanto porcentual de descuento –de realizarse- ha variado o no. Y sería después, tras el análisis oportuno, cuando podríamos afirmar o desmentir la noticia de que “los trajes me los pago yo”.

Lo que sí parece de cada día más cierto –eso sí, siempre a la espera de una sentencia judicial que nos haga saber la verdad jurídica, que no tiene porqué tener nada que ver con la verdad real- es la siempre presunta relación del presidente valenciano con los trajes. O al menos, así se desprende de los últimos movimientos labiales de su gente al intentar comparar actitudes diversas, y no digamos si ampliamos el círculo al planteamiento de una posible reforma del código penal en cuanto a las dádivas y prebendas de los funcionarios y asimilados, en este caso, sus señorías y demás excelencias.

Y ahora ya tenemos en juego el traje valenciano, las anchoas del norte, y por cierto, ¿alguien ha reparado en la propaganda gratuita que se les ha brindado a las anchoas que se dicen del norte? ¿Ha pensado el CIM o algún dirigente local-insular la posibilidad de regalar piezas del queso-Mahón, con denominación de origen a altos cargos de la administración? ¿Por qué no regalárselos también a los políticos británicos, tan de moda últimamente? ¿Y al presidente Chaves? Sin duda el montante económico del coste de esta propaganda –eso sí, con la consabida llamada a los medios de comunicación o a la oposición del momento- sería mucho más económico que el montante que se le pueda pagar a un tenista, por ejemplo, para llevar el nombre de Baleares -más Mallorca que el resto- por el mundo mundial.

Y para los trajes, una sugerencia. Un traje básico – uniforme, vamos- para cada ministerio. Así, la presidencia podría ir con un traje con los colores rojo y gualda, o rojo y amarillo para los más modernos, por aquello de lo patrio y demás. Los de la defensa, con la ministra Chacón al frente, con un traje verde NATO o el antiguo caqui, el de las comunidades autónomas pues con un popurrí de las banderas de las comunidades a quienes intentará contentar; el de industria, pues un mono de trabajo industrial; el de exteriores con uno con barras y estrellas, y así sucesivamente. Incluso para ello, podrán hacerse anualmente concursos de ideas para elegir el tejido, formato, color y aspecto de cada uno de sus trajes, con sus especialidades propias de “faena, gala y paseo”.

Quien no se contenta, es porque no quiere.
Ah!, y los funcionarios de todos estos ministerios, pues también podrían ir con el mismo traje de faena, que el de sus excelentísimos jefazos. Se entiende que los de “paseo” y “gala” ya los llevarán los titulares de las carteras…., que para eso pagan… digo, cobran.
PUBLICADO EL 16 JULIO 2009, EN EL DIARIO MENORCA