Uno parece a veces que escribe lo contrario de lo que piensa. Tampoco es que piense lo contrario de lo que escribe. Y aunque algunas veces –por aquello de la evolución- va cambiando de opinión, tampoco ocurre en progresión geométrica. Es simplemente que la hipocresía no me cae simpática. Me aburre más bien. Y por ello, antes que se me confunda, diré que soy de los que les gusta los desfiles militares -españoles, claro-. Y ello, sencillamente porque algún día, como todos –o casi todos- de mi edad y anteriores, también nos tocó el turno de formar –y desfilar- en ellos.
Y también me caen simpáticos los militares porque son personas tan normales como nosotros, y más sacrificados. Mucho más sacrificados que todos los demás empleados y parados que conocemos. No tan sólo por los riesgos que entraña su profesión -por muchas operaciones de paz que se inventen los mandatarios- sino por las limitaciones a que se encuentran en temas de libertades, como las de opinión, sindicalización, etc.
Y dicho lo dicho, empieza la crítica. Y no a los militares, claro. Sino al juego que se hace con ellos. Se ha celebrado la festividad del 12 de octubre, día de la Raza, fiesta de la Hispanidad, fiesta de la nación española….. Todas para una y una para todas, dirán los mosqueteros si estuviéramos en la Francia de Richelieu. Pero no, estamos en la España de Rodríguez, que es muy diferente.
Resulta que de la Raza nos olvidamos y rápido. Primeramente nos recuerda una película española argumentada por Jaime de Andrade o vaya usted a saber quien. Además lo de “Raza”, actualmente suena “políticamente incorrecto” y mejor dejarla en el olvido. Lo de la Hispanidad, en este caso no vende. No vende porque no nos interesa exagerar símbolos colonialistas y más con tanto votante venido de fuera. La Madre Patria ya no es tal. Ni es madre, ni es Patria, dirán algunos. A lo sumo, “hermano mayor”, eso sí, siempre en el buen sentido de la palabra sin inventarnos novelas ni concursos televisivos.
Y tras la criba nos queda el último invento: “Día de la Nación Española”. Y queda bien, incluso. EEUU, Francia y las demás potencias, tienen un día para enaltecer su condición nacional y España, por muy dividida que nos presentemos, es bueno que un día al año nos presentemos en sociedad más unidos que nunca, a pesar de que, por causas bien distintas, nos falte la representación catalana y la valenciana en el besamanos.
Lo que no faltaron, eso sí, y ya formando parte de la tradición, fueron los silbidos a nuestro invicto Rodríguez, Zapatero para más señas. Y los aplausos y vivas a nuestros monarcas. Y a la Guardia Civil, y a tantos y tantos otros miembros de estas fuerzas denominadas “de paz”. Pero hay cosas que no entran en el día de la Nación Española. ¿Por qué un desfile militar? ¿Por qué una réplica al día-semana de las Fuerzas Armadas?. Casualmente, la visita de unos barcos de la armada en nuestro puerto, la posibilidad de la visita a éstos, los spots publicitarios emitidos por las televisiones sobre anécdotas y vivencias de algunos famosos en sus tiempos de mili, tuvieron coincidencia en fechas, ¿por qué tanta insistencia para con nuestros ejércitos?.
La muerte de un cabo canario en Afganistán en misión humanitaria y de paz y el secuestro de un pesquero vasco en aguas del Índico, también fueron noticia –tristes noticias- durante estas últimas semanas. La negativa a abandonar Afganistán y la negativa a embarcar militares en los pesqueros, crea la polémica.
Si a ésta, unimos el apoyo publicitario y festivo a nuestras fuerzas armadas, es sin duda la confirmación de la regla. Si hacemos mutis al descubrimiento de las Américas por aquello de la leyenda negra, de las barbaridades que durante años se practicaron en aquellas tierras, también es cierto que el 2 de mayo, también ha perdido mérito por aquello de no enemistarnos con los franceses. ¿Acaso aplicaremos la ley de la memoria histórica a cuantos se desplazaron y conquistaron la América colombina? ¿Enjuiciaremos a Agustina de Aragón por ser aragonesa y levantarse en armas contra una tropa “legal” y a los capitanes Daóiz y Velarde por abrir los acuartelamientos para que los “insurrectos” pudieran armarse?. ¿Deberemos de renunciar a nuestro Sant Antoni, por aquello de la exterminación que aquella buena gente catalana hizo con nuestros “conquistadores”?.
¿Por qué no enjuiciar a quienes desde sus sillones, han incluido en la desmemoria histórica, nombres como los anteriores? Y del pasado también tenemos que enorgullecernos. O al menos, de sus gestas heroicas, de sus sacrificios, y de sus gentes. Pero las gestas heroicas de gentes de antaño, tampoco son de recibo. No consiste en armar a un portero de discoteca en un pesquero en el índico. ¿Ha pensado la señora ministra de Defensa cómo reaccionarían unos piratas que vieran respondidos su disparos por una arma de igual o menor características? ¿Ha pensado la represalia que tomarían contra los marineros y su escolta? ¿Hay que esperar una desgracia para después preocuparnos del tema?.
Y también uno cree conocer cuál sería la respuesta de nuestro invicto Gobierno ante un ataque contra el pesquero. Si el pesquero se salva del ataque pirata, el portero de discoteca tendría, muy por seguro, que responder de sus acciones ante la justicia. Si la proporcionalidad, si la adecuación, si las formas, etc. Si el pesquero pierde la partida….., pues …, toque de queda. Prohibición absoluta de pescar en el Índico. Se acabaron los chantajes, pagos de secuestros, intermediarios diplomáticos… etc.
¿Y porqué gestiones diplomáticas? ¿Acaso los gobiernos de aquellos países no nos apoyan?. Pero no hay que desviarse del tema. No. Estamos arreglando el tema de la festividad de la Nación Española y ¿por qué no celebrar un encuentro de bailes regionales o autonómicos, al más puro estilo de los “bailes y danzas” de aquellos tiempos? ¿Acaso se supone que la asistencia de público será menor? ¿o que las ausencias serán mayores?
Da la sensación como si incluso hoy en día, nuestros invictos mandatarios, anti-militaristas en sus épocas de juventud, tienen que recurrir al Ejército, para que una festividad se llene de público. ¡Ellos si que han cambiado de parecer!. Ahora sólo faltará que se definan en otras muchas cuestiones.
Y también me caen simpáticos los militares porque son personas tan normales como nosotros, y más sacrificados. Mucho más sacrificados que todos los demás empleados y parados que conocemos. No tan sólo por los riesgos que entraña su profesión -por muchas operaciones de paz que se inventen los mandatarios- sino por las limitaciones a que se encuentran en temas de libertades, como las de opinión, sindicalización, etc.
Y dicho lo dicho, empieza la crítica. Y no a los militares, claro. Sino al juego que se hace con ellos. Se ha celebrado la festividad del 12 de octubre, día de la Raza, fiesta de la Hispanidad, fiesta de la nación española….. Todas para una y una para todas, dirán los mosqueteros si estuviéramos en la Francia de Richelieu. Pero no, estamos en la España de Rodríguez, que es muy diferente.
Resulta que de la Raza nos olvidamos y rápido. Primeramente nos recuerda una película española argumentada por Jaime de Andrade o vaya usted a saber quien. Además lo de “Raza”, actualmente suena “políticamente incorrecto” y mejor dejarla en el olvido. Lo de la Hispanidad, en este caso no vende. No vende porque no nos interesa exagerar símbolos colonialistas y más con tanto votante venido de fuera. La Madre Patria ya no es tal. Ni es madre, ni es Patria, dirán algunos. A lo sumo, “hermano mayor”, eso sí, siempre en el buen sentido de la palabra sin inventarnos novelas ni concursos televisivos.
Y tras la criba nos queda el último invento: “Día de la Nación Española”. Y queda bien, incluso. EEUU, Francia y las demás potencias, tienen un día para enaltecer su condición nacional y España, por muy dividida que nos presentemos, es bueno que un día al año nos presentemos en sociedad más unidos que nunca, a pesar de que, por causas bien distintas, nos falte la representación catalana y la valenciana en el besamanos.
Lo que no faltaron, eso sí, y ya formando parte de la tradición, fueron los silbidos a nuestro invicto Rodríguez, Zapatero para más señas. Y los aplausos y vivas a nuestros monarcas. Y a la Guardia Civil, y a tantos y tantos otros miembros de estas fuerzas denominadas “de paz”. Pero hay cosas que no entran en el día de la Nación Española. ¿Por qué un desfile militar? ¿Por qué una réplica al día-semana de las Fuerzas Armadas?. Casualmente, la visita de unos barcos de la armada en nuestro puerto, la posibilidad de la visita a éstos, los spots publicitarios emitidos por las televisiones sobre anécdotas y vivencias de algunos famosos en sus tiempos de mili, tuvieron coincidencia en fechas, ¿por qué tanta insistencia para con nuestros ejércitos?.
La muerte de un cabo canario en Afganistán en misión humanitaria y de paz y el secuestro de un pesquero vasco en aguas del Índico, también fueron noticia –tristes noticias- durante estas últimas semanas. La negativa a abandonar Afganistán y la negativa a embarcar militares en los pesqueros, crea la polémica.
Si a ésta, unimos el apoyo publicitario y festivo a nuestras fuerzas armadas, es sin duda la confirmación de la regla. Si hacemos mutis al descubrimiento de las Américas por aquello de la leyenda negra, de las barbaridades que durante años se practicaron en aquellas tierras, también es cierto que el 2 de mayo, también ha perdido mérito por aquello de no enemistarnos con los franceses. ¿Acaso aplicaremos la ley de la memoria histórica a cuantos se desplazaron y conquistaron la América colombina? ¿Enjuiciaremos a Agustina de Aragón por ser aragonesa y levantarse en armas contra una tropa “legal” y a los capitanes Daóiz y Velarde por abrir los acuartelamientos para que los “insurrectos” pudieran armarse?. ¿Deberemos de renunciar a nuestro Sant Antoni, por aquello de la exterminación que aquella buena gente catalana hizo con nuestros “conquistadores”?.
¿Por qué no enjuiciar a quienes desde sus sillones, han incluido en la desmemoria histórica, nombres como los anteriores? Y del pasado también tenemos que enorgullecernos. O al menos, de sus gestas heroicas, de sus sacrificios, y de sus gentes. Pero las gestas heroicas de gentes de antaño, tampoco son de recibo. No consiste en armar a un portero de discoteca en un pesquero en el índico. ¿Ha pensado la señora ministra de Defensa cómo reaccionarían unos piratas que vieran respondidos su disparos por una arma de igual o menor características? ¿Ha pensado la represalia que tomarían contra los marineros y su escolta? ¿Hay que esperar una desgracia para después preocuparnos del tema?.
Y también uno cree conocer cuál sería la respuesta de nuestro invicto Gobierno ante un ataque contra el pesquero. Si el pesquero se salva del ataque pirata, el portero de discoteca tendría, muy por seguro, que responder de sus acciones ante la justicia. Si la proporcionalidad, si la adecuación, si las formas, etc. Si el pesquero pierde la partida….., pues …, toque de queda. Prohibición absoluta de pescar en el Índico. Se acabaron los chantajes, pagos de secuestros, intermediarios diplomáticos… etc.
¿Y porqué gestiones diplomáticas? ¿Acaso los gobiernos de aquellos países no nos apoyan?. Pero no hay que desviarse del tema. No. Estamos arreglando el tema de la festividad de la Nación Española y ¿por qué no celebrar un encuentro de bailes regionales o autonómicos, al más puro estilo de los “bailes y danzas” de aquellos tiempos? ¿Acaso se supone que la asistencia de público será menor? ¿o que las ausencias serán mayores?
Da la sensación como si incluso hoy en día, nuestros invictos mandatarios, anti-militaristas en sus épocas de juventud, tienen que recurrir al Ejército, para que una festividad se llene de público. ¡Ellos si que han cambiado de parecer!. Ahora sólo faltará que se definan en otras muchas cuestiones.
PUBLICADO EL 14 OCTUBRE 2009, EN EL DIARIO MENORCA.