Para mandar sin duda hay que saber. Saber mandar, y por supuesto, saber de la materia de la que se manda. No es suficiente por tanto, el querer mandar. Primeramente hay que tener unos conocimientos y luego plasmarlos. Conocimientos, capacidad de organización y transmisión hacia el subordinado. Y si el mando además de lo anterior, es capaz de transmitir confianza al subordinado, mucho mejor.
El profesor de escuela, el militar, el clérigo, el político, el empresario, son algunos ejemplos de antaño que podían representar dentro de su ámbito de influencia, esta característica. Antaño, porque actualmente la cosa cambia. El profesor de escuela ha perdido toda autoridad sobre su alumno. La siempre presente amenaza de la denuncia de alumnos y progenitores cuelga sobre su cabeza. El militar ya casi no tiene tropa a quien arengar. El empresario bastante tarea tiene para guardar la ropa, como para preocuparse del trabajo bien realizado. Y el político desde que se transformó en gestor, sólo atiende a sus propias necesidades.
Y en éstas, que aparece la señora “vice” y nos llama al patriotismo. ¿Qué es ser patriota? ¿Acaso no hace unos años, meses también, que a quienes se decían patriotas, se les tachaba de fascistas?. ¿Quiere nuestra “vice” que nos volvamos fascistas?. No, intuyo que no. ¿A qué viene entonces que ahora, meses después, nos pida que sintamos el himno y la bandera más adentro que un amor platónico de juventud?
Son las circunstancias las que mandan, y no precisamente el sentimiento. Y si además, este sentimiento no se contagia, no se transmite, poco o nada puede hacerse. Y para transmitirse, para contagiarse, se necesita contacto, empatía, y confianza. Todo de lo que adolece nuestro invicto gobierno. ¿Cómo pretender ser patriotas, si sólo nos piden sacrificios a los más pobres? ¿Cómo pretender que confiemos en ellos si no hacen más que vivir en una nebulosa? ¿Cómo tenerles empatía, si ellos solo miran hacia sus adentros?.
Es domingo y me siento patriota. Patriota chico, como diríamos en mis tiempos de alumnado. Me centro en nuestra isla y me posiciono con el Menorca Básquet, o con el Vive Menorca, o como se diga ahora. Como si le quieren llamar de nuevo La Salle. Me es igual. El sentimiento es el mismo. No necesito arengas de la vicepresidenta para que crea o deje de creer. También es verdad que a pesar de ello, tengo mis críticas. Como los que provocaron el desconocimiento del paradero de unos cientos de miles de euros. Y la siempre presunta desidia de la administración en conocer tal destino. Pero mi corazón puede más que mi mente.
Observo y escucho a nuestro invicto Rodríguez, Zapatero para más señas. No me causa ni sentimiento ni calificación alguna. Me ausento mental y sensorialmente. No me motiva. Miro y oigo a Rajoy. Tampoco nada me motiva. Mi ausencia no causa sentimiento patrio. Ni ellos lo provocan. No hay contacto ni empatía. Ni brotes verdes ni maduros. Hay vacío, desconfianza, engaño.
Y el patriota, si existe, vendrá después. Cuando seamos llamados a las urnas. Tal vez, por eso mismo, por lo del patriotismo, por lo de las urnas, nadie es capaz de llamarnos a ellas. ¿Dónde está su patriotismo señora vicepresidenta? ¡Llámenos a las urnas y verá usted cuanto patriota decide nuestro futuro!.
Sigue siendo domingo cuando termino el escrito. Mi patriotismo chico sigue en aumento. El Vive Menorca ha ganado su pase a la final. Los brotes verdes sí han aparecido en la cancha de Bintaufa, aunque para ello, han hecho falta muchas horas de entrenamiento, muchas gotas de sudor derramadas. De momento, nuestro invito gobierno no ha sudado ni ha aprendido lección alguna. Sólo quieren mandar. Ni conocimiento ni confianza.
De momento el patriotismo que me exige nuestra “vice”, permanece latente, a la espera de un conocimiento, de una confianza , de una empatía….
PUBLICADO EL 26 MAYO 2010, EN EL DIARIO MENORCA.
El profesor de escuela, el militar, el clérigo, el político, el empresario, son algunos ejemplos de antaño que podían representar dentro de su ámbito de influencia, esta característica. Antaño, porque actualmente la cosa cambia. El profesor de escuela ha perdido toda autoridad sobre su alumno. La siempre presente amenaza de la denuncia de alumnos y progenitores cuelga sobre su cabeza. El militar ya casi no tiene tropa a quien arengar. El empresario bastante tarea tiene para guardar la ropa, como para preocuparse del trabajo bien realizado. Y el político desde que se transformó en gestor, sólo atiende a sus propias necesidades.
Y en éstas, que aparece la señora “vice” y nos llama al patriotismo. ¿Qué es ser patriota? ¿Acaso no hace unos años, meses también, que a quienes se decían patriotas, se les tachaba de fascistas?. ¿Quiere nuestra “vice” que nos volvamos fascistas?. No, intuyo que no. ¿A qué viene entonces que ahora, meses después, nos pida que sintamos el himno y la bandera más adentro que un amor platónico de juventud?
Son las circunstancias las que mandan, y no precisamente el sentimiento. Y si además, este sentimiento no se contagia, no se transmite, poco o nada puede hacerse. Y para transmitirse, para contagiarse, se necesita contacto, empatía, y confianza. Todo de lo que adolece nuestro invicto gobierno. ¿Cómo pretender ser patriotas, si sólo nos piden sacrificios a los más pobres? ¿Cómo pretender que confiemos en ellos si no hacen más que vivir en una nebulosa? ¿Cómo tenerles empatía, si ellos solo miran hacia sus adentros?.
Es domingo y me siento patriota. Patriota chico, como diríamos en mis tiempos de alumnado. Me centro en nuestra isla y me posiciono con el Menorca Básquet, o con el Vive Menorca, o como se diga ahora. Como si le quieren llamar de nuevo La Salle. Me es igual. El sentimiento es el mismo. No necesito arengas de la vicepresidenta para que crea o deje de creer. También es verdad que a pesar de ello, tengo mis críticas. Como los que provocaron el desconocimiento del paradero de unos cientos de miles de euros. Y la siempre presunta desidia de la administración en conocer tal destino. Pero mi corazón puede más que mi mente.
Observo y escucho a nuestro invicto Rodríguez, Zapatero para más señas. No me causa ni sentimiento ni calificación alguna. Me ausento mental y sensorialmente. No me motiva. Miro y oigo a Rajoy. Tampoco nada me motiva. Mi ausencia no causa sentimiento patrio. Ni ellos lo provocan. No hay contacto ni empatía. Ni brotes verdes ni maduros. Hay vacío, desconfianza, engaño.
Y el patriota, si existe, vendrá después. Cuando seamos llamados a las urnas. Tal vez, por eso mismo, por lo del patriotismo, por lo de las urnas, nadie es capaz de llamarnos a ellas. ¿Dónde está su patriotismo señora vicepresidenta? ¡Llámenos a las urnas y verá usted cuanto patriota decide nuestro futuro!.
Sigue siendo domingo cuando termino el escrito. Mi patriotismo chico sigue en aumento. El Vive Menorca ha ganado su pase a la final. Los brotes verdes sí han aparecido en la cancha de Bintaufa, aunque para ello, han hecho falta muchas horas de entrenamiento, muchas gotas de sudor derramadas. De momento, nuestro invito gobierno no ha sudado ni ha aprendido lección alguna. Sólo quieren mandar. Ni conocimiento ni confianza.
De momento el patriotismo que me exige nuestra “vice”, permanece latente, a la espera de un conocimiento, de una confianza , de una empatía….
PUBLICADO EL 26 MAYO 2010, EN EL DIARIO MENORCA.