Mientras en España llueve a cántaros, en Inglaterra llueven gatos y perros, y muy por seguro, en algún otro país lloverán armarios o quien sabe qué raro espécimen, y es que cada país tiene sus frases hechas y la traducción literal a otro idioma, choca y mucho. Esta vez no ha sido traducción, sino que se ha dicho en el propio castellano de Cervantes. Van Rompuy, a las horas presidente del Consejo Europeo –quien por cierto, gana más que los controladores aéreos- alabó las últimas medidas tomadas por nuestro presidente Rodríguez a fin de erradicar la crisis que durante años no existía, y para ello utilizó una frase tan nuestra, como la de coger el toro por los cuernos.
Lo que no sabe Van Rompuy es que nuestro Rodríguez, más que al toro, parece que a quien ha cogido por los cuernos ha sido a la vaca, o a algún toro castrado, porque en el tema de la crisis, quienes se llevan la ornamenta han sido precisamente las entidades financieras, y a éstas ni cuernos, ni orejas, ni rabo.
Quienes si han recibido el tirón de orejas, y fuerte, han sido los controladores aéreos tras su repentina crisis en plena víspera de puente. Tras el respectivo tirón de orejas se esperaba que el rabo se posicionara entre las piernas, y así dar una estocada de muerte, pero el Gobierno ha vuelto a errar en cuanto a sus pronósticos.
Tras la primera fase con la militarización del control del espacio aéreo, siguió una segunda fase que era la de depurar responsabilidades. Y aquí el Gobierno pecó de prepotente. Perdió el talante y viejos ramalazos de algún régimen anterior parecían volver a la actualidad. Sólo les faltaba redactar el comunicado por el que se daban por enterados y fusilar a los implicados al amanecer.
Pero la democracia española ya no es orgánica ni tampoco es una dictadura del estilo de Cuba, Venezuela ni Marruecos, por mucho que admiremos a tales regímenes. En España, de momento –y a pesar del estado de alarma-, siguen imperando los derechos constitucionales. Y uno de ellos, es el del sometimiento a un juez independiente, por mucho que a veces, de la sensación que le pese al Gobierno.
Y el fiscal no es un juez, simplemente es el acusador público. El fiscal es sencillamente la antípoda del abogado defensor. Y el fiscal debe actuar bajo el criterio de la ley, aunque también es cierto que actúa jerarquizado y su superior es nombrado por el Gobierno de turno. Pero, por suerte, quien decide si alguien es culpable o no, quien decide si es delito o falta, y quien decide si son ocho o un año, no es el fiscal, sino el juez, por mucho que parezca pesarle a veces al Gobierno.
Y por eso mismo, por no ser ni el Gobierno ni el fiscal quien enchironen a los controladores, éstos no tienen porqué encoger el rabo entre las piernas. Más aún cuando miembros del Gobierno manifiestan que sólo unos cuantos serán culpabilizados de ello. ¿Acaso cuentan con información que no han hecho pública? ¿Acaso estaba orquestada o provocada la reacción? De haber juicio, puede que algún día conozcamos más detalles oscuros de aquella víspera de acueducto. O no –claro ejemplo del 23 F-.
Y no me preocupa el colapso aéreo, no. ¿Acaso no estamos incomunicados-encarecidos medio año y nadie es capaz de protestar contra el responsable de ello?. Lo que me preocupa es que el Gobierno no le tome gustillo a lo de militarizar espacios.
Y no precisamente por los militares. Ya lo dicen los controladores, que trabajan mejor con ellos que con AENA… Lo que me preocupa son las reformas no acabadas. Un claro ejemplo es el tema de la pena de muerte. Pena de muerte que en España, por mucho que digan, es fácil reactivarla. Si bien es cierto que en el Código Penal Militar o como se llame actualmente, la pena de muerte no está contemplada, en la Constitución no se encuentra totalmente abolida.
La Constitución, esta ley tan cacareada últimamente, nos dice que la pena de muerte está abolida, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra. Y esto asusta. ¿Se imaginan que una mañanita, algún político se despierta con que quiere declarar el estado de guerra y algunos socios le ofrecen la mayoría necesaria? ¿Por qué no se atrevieron a erradicarla por completo de la Constitución? ¿Acaso tienen miedo de coger a este otro toro por los cuernos?
Habrá que decirle a este tal Van Rompuy, que en España hay muchos toros sueltos, mucha ornamenta y mucho chivo expiatorio. Que no confunda términos ni ornamentas. Que una cosa es quedar bien, y otra muy distinta es hacer la pelota.
Y si no, que se lo pregunten a Rajoy, en la intervención en el Congreso, cuando de pronto soltó aquello de que “el ministro de Fomento es un inútil total con dosis importantes de caradura porque siempre encuentra una excusa para no asumir sus responsabilidades”. Y no lo fusilaron, pero casi, aunque luego irónicamente añadió que “no seré yo quien emplee estos calificativos con el señor Blanco ni con nadie. Tan cariñosos epítetos fueron los que dedicó don Alfredo Pérez Rubalcaba a un ministro de Fomento por unos retrasos en el aeropuerto de Barajas en el año 1999”
Habrá pues que analizar el ADN de nuestros políticos, para así conocer mejor el verdadero talante de cada uno de ellos.
Lo que no sabe Van Rompuy es que nuestro Rodríguez, más que al toro, parece que a quien ha cogido por los cuernos ha sido a la vaca, o a algún toro castrado, porque en el tema de la crisis, quienes se llevan la ornamenta han sido precisamente las entidades financieras, y a éstas ni cuernos, ni orejas, ni rabo.
Quienes si han recibido el tirón de orejas, y fuerte, han sido los controladores aéreos tras su repentina crisis en plena víspera de puente. Tras el respectivo tirón de orejas se esperaba que el rabo se posicionara entre las piernas, y así dar una estocada de muerte, pero el Gobierno ha vuelto a errar en cuanto a sus pronósticos.
Tras la primera fase con la militarización del control del espacio aéreo, siguió una segunda fase que era la de depurar responsabilidades. Y aquí el Gobierno pecó de prepotente. Perdió el talante y viejos ramalazos de algún régimen anterior parecían volver a la actualidad. Sólo les faltaba redactar el comunicado por el que se daban por enterados y fusilar a los implicados al amanecer.
Pero la democracia española ya no es orgánica ni tampoco es una dictadura del estilo de Cuba, Venezuela ni Marruecos, por mucho que admiremos a tales regímenes. En España, de momento –y a pesar del estado de alarma-, siguen imperando los derechos constitucionales. Y uno de ellos, es el del sometimiento a un juez independiente, por mucho que a veces, de la sensación que le pese al Gobierno.
Y el fiscal no es un juez, simplemente es el acusador público. El fiscal es sencillamente la antípoda del abogado defensor. Y el fiscal debe actuar bajo el criterio de la ley, aunque también es cierto que actúa jerarquizado y su superior es nombrado por el Gobierno de turno. Pero, por suerte, quien decide si alguien es culpable o no, quien decide si es delito o falta, y quien decide si son ocho o un año, no es el fiscal, sino el juez, por mucho que parezca pesarle a veces al Gobierno.
Y por eso mismo, por no ser ni el Gobierno ni el fiscal quien enchironen a los controladores, éstos no tienen porqué encoger el rabo entre las piernas. Más aún cuando miembros del Gobierno manifiestan que sólo unos cuantos serán culpabilizados de ello. ¿Acaso cuentan con información que no han hecho pública? ¿Acaso estaba orquestada o provocada la reacción? De haber juicio, puede que algún día conozcamos más detalles oscuros de aquella víspera de acueducto. O no –claro ejemplo del 23 F-.
Y no me preocupa el colapso aéreo, no. ¿Acaso no estamos incomunicados-encarecidos medio año y nadie es capaz de protestar contra el responsable de ello?. Lo que me preocupa es que el Gobierno no le tome gustillo a lo de militarizar espacios.
Y no precisamente por los militares. Ya lo dicen los controladores, que trabajan mejor con ellos que con AENA… Lo que me preocupa son las reformas no acabadas. Un claro ejemplo es el tema de la pena de muerte. Pena de muerte que en España, por mucho que digan, es fácil reactivarla. Si bien es cierto que en el Código Penal Militar o como se llame actualmente, la pena de muerte no está contemplada, en la Constitución no se encuentra totalmente abolida.
La Constitución, esta ley tan cacareada últimamente, nos dice que la pena de muerte está abolida, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra. Y esto asusta. ¿Se imaginan que una mañanita, algún político se despierta con que quiere declarar el estado de guerra y algunos socios le ofrecen la mayoría necesaria? ¿Por qué no se atrevieron a erradicarla por completo de la Constitución? ¿Acaso tienen miedo de coger a este otro toro por los cuernos?
Habrá que decirle a este tal Van Rompuy, que en España hay muchos toros sueltos, mucha ornamenta y mucho chivo expiatorio. Que no confunda términos ni ornamentas. Que una cosa es quedar bien, y otra muy distinta es hacer la pelota.
Y si no, que se lo pregunten a Rajoy, en la intervención en el Congreso, cuando de pronto soltó aquello de que “el ministro de Fomento es un inútil total con dosis importantes de caradura porque siempre encuentra una excusa para no asumir sus responsabilidades”. Y no lo fusilaron, pero casi, aunque luego irónicamente añadió que “no seré yo quien emplee estos calificativos con el señor Blanco ni con nadie. Tan cariñosos epítetos fueron los que dedicó don Alfredo Pérez Rubalcaba a un ministro de Fomento por unos retrasos en el aeropuerto de Barajas en el año 1999”
Habrá pues que analizar el ADN de nuestros políticos, para así conocer mejor el verdadero talante de cada uno de ellos.
PUBLICADO EL 15 DICIEMBRE 2010, EN EL DIARIO MENORCA.