¿SÚBDITOS DEL TIO SAM O DE L‘ONCLE JORDI?

La sentencia del cinco a cero sobre el Real Madrid, debió ser para muchos el colofón de aquella fiesta que en la noche anterior había esperanzado a media España. Digo media, porque la otra mitad debió desilusionarse, o cuando menos, despertarse de aquel sueño embriagador que vivía desde que Rodríguez alcanzó poder. Media España y media Catalunya, claro.

Al menos, por unos instantes, catalanes y resto de españoles coincidían en trabajar juntos para conseguir un propósito, un objetivo. Es más, la misma noche electoral, la cabeza bicéfala asumía el reto del Gobierno. Mas y Durán Lleida dejaban el pretérito y se presentaban como lo que vendrá a ser el destino de muchos catalanes y de muchos españoles durante los próximos años. Uno, encabezando la primera línea fotográfica, intentando reflotar la economía y el destino catalán. El otro, intentando no perder el encuadre del objetivo, buscando plaza de cooperador necesario en los designios y destinos de Madrid.

Mientras esto ocurría, Rodríguez –para despistar el eco de los papeles del caso Wikileaks- sacaba de la chistera su enésima segunda reforma contra la crisis. Planteaba siempre la misma maniobra tediosa. Aplicar la mayor, negando la menor. O al revés. Vaya uno a saber en qué sentido le debió aconsejar el asesor de turno. Vendería AENA al mejor postor y eliminaría el subsidio de desempleo. Y todo ello para engordar las cuentas del Estado y eliminar el paro – o a los parados, quien sabe-.
Luego, en el futuro inmediato o próximo, vendrá la venta de islotes, Doñana, paradores nacionales, automóviles oficiales y quien sabe si con conductor incluido. Y cuidado que en un despiste, no vendan incluso el Palacio Real de Oriente, por aquello de las millonarias concentraciones ante el palco. Y el Valle de los Caidos. Y el monumento de la Explanada, pongamos por caso. Y la Mola. Y San Isidro. Y el Lazareto. Y….

El segundo enésimo tercer paso lo darán los sindicatos: será la movilización del proletariado parado y de quien está a las puertas. Tras negociación con los sindicatos –siempre es deseable hacerse una fotografía con los sindicatos-, se mantendrá el subsidio …., pero ya nadie se acordará de la privatización de la empresa pública AENA, a la que ni siquiera tuvieron c… en su día de reducir salarios ni congelar haberes. Ni del chófer funcionario con su vehículo oficial.

Mientras todo este entramado ocurría en la mente virtual de Rodríguez, mientras Mas y Durán lanzaban un mensaje de unidad, Montilla preparaba sus maletas y firmaba su finiquito. Ahora, aquel subsidio al que muchos españoles se agarran para emerger de la presunta economía sumergida, aquellos cuatrocientos veinte y tantos euros esperarán el décimo día de cada mes para ser ingresada en la cuenta del nuevo cargo destronado. Pero no. No serán ni cuatrocientos ni quinientos, los euros que se destinen a la cuenta del cargo destronado. No todos están a las puertas de la hambruna.

Pero los súbditos de Rodríguez, de los catalanes y demás poderes, sí. Es como el dicho de Hacienda, que lo somos todos, aunque unos más que otros. O como el de la Justicia, que sólo hace falta dar un vistazo a los papeles de Wikileaks para presuntamente imaginarse los entresijos del poder. Y es que mientras la fiscalía dependa orgánicamente del Gobierno y nuestro sistema jurídico sea el acusatorio, siempre podrá dar pie a la presunta sospecha de intereses no claros en algunas no actuaciones. O si actuaciones.

Sea como sea, siempre somos súbditos de algo, de alguien. Mentalmente, físicamente, virtualmente….. Para unos, somos más súbditos del Tío Sam que del propio Zapatero. Para otros, somos súbditos del poder de los mercados, de los bancos y del dinero. Algún otro volverá a dirigir sus miradas hacia la herencia de Montilla. Y la solución no está en ser súbditos de otros, sino de nosotros mismos.

Pero claro, ello no crea ni intereses ni beneficios ajenos.
Y al final, hemos de reconocer que no podemos dejar de resistirnos al encanto de ZP.
PUBLICADO EL 3 DE DICIEMBRE 2010, EN EL DIARIO MENORCA.