450 MILLONES

De euros, claro. Cuatrocientos cincuenta millones y sólo unas cuantas razones a favor y otras tantas en contra, como si las primeras no fueran ya suficientes. Pero no. La sociedad se dividió en su momento y vuelve aparecer dividida en el cambio, en la vuelta atrás, o quien sabe a qué calificativo.

Y es que para algunos, ciento setenta metros dejados de correr por minuto significan trescientos cuarenta metros perdidos, pero la excusa no es ésta. La excusa era y sigue siendo el ahorro presupuestario más que el ahorro energético. Y por esa misma excusa que no razón, el presupuestario, el ministro del interior, o quizás el vicepresidente, o el presidente accidental, o el candidato a serlo, vaya uno a saber, dice aquello de que al bajar el precio del petróleo –que no de la gasolina- ya no es necesario reducir la velocidad.

Y los datos no le cuadran a uno. O demasiado. En estas fechas cuando los trayectos por carretera, autovía y autopista se van a disparar, cuando el consumo de combustible tiende al aumento, cuando vehículos de otras naciones también se surtirán de nuestras gasolineras, cuando la velocidad y demás imprudencias volverán a cobrarse nuevas víctimas en nuestras carreteras, no es lógico argumentar el aumento del límite de velocidad, a no ser que….

A no ser que se pretenda aumentar las arcas del Estado. El análisis maquiavélico nos pone ante la evidencia. Si el petróleo baja de precio y el precio de la gasolina aumenta a causa de los impuestos…, si la velocidad es mayor y por ende el gasto de combustible aumenta, las cuentas cuadran. Cuadran con un aumento considerable de ingresos, aunque para ello, la seguridad vial se resienta y los factores de riesgo aumenten.

Uno siempre tiene presente aquellas noches, décadas antaño, cuando la iluminación de las poblaciones aún no conocía de términos contaminantes, ni la factura adeudada llegaba a hipotecar institución alguna. En aquellas noches, más oscuras que las actuales, el alumbrado disponía de las llamadas guías y las horarias. Las guías permanecían encendidas toda la noche, mientras que las horarias, a una hora determinada, ya programada, se apagaban. Así, la sostenibilidad del sistema, cuando este término aún no había aparecido en diccionario del político, ya hacía sus pinillos en el ahorro presupuestario.

Pues bien, el avance tecnológico hizo que se inventaran bombillas de bajo consumo, bajo factor contaminante, baja en tal o cual, en todo, menos en el precio de compra, instalación y mantenimiento. Y así, con un gasto siempre bajo sospecha, y con la sostenibilidad por excusa, nuestras ciudades fueron iluminándose. Y las guías y las horarias desaparecieron por aquello de que la unión hacía la fuerza. Y la fuerza, el ahorro y el gasto. ¿Por qué no seguir ahorrando aún más?

Es la misma razón o sinrazón que se aplica ahora. No la misma excusa, pero si el mismo resultado. ¿Por qué? ¿Por qué no seguir ahorrando? ¿Acaso necesitamos que el consumo aumente? ¿Qué intereses hay detrás de cada determinación?

¿Tendrá algo que ver en ello el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros? ¿Por qué tienen que ser secretas? ¿Por qué no nos preocupamos más por estas deliberaciones y obviamos los debates sobre la presencia o ausencia de una fotografía en los salones de plenos? ¿Acaso vamos también a legislar sobre las dimensiones de ésta? ¿Bastará una de tamaño carnet o por el contrario deberá ser XXXL?


Suerte que el verano impondrá su tregua y trasladará toda indignación a octubre, cuando la guerra de cifras volverá a invadir nuestros hogares; todo ello en vistas a que en marzo próximo Alfredo se revalide como sucesor, o todo lo contrario. Diez kilómetros por hora no creo hagan cambiar el resultado de los votos. Los intereses ocultos, tal vez sí.


PUBLICADO EL 30 JUNIO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

Y EL CULPABLE ES………

De momento y según Alfredo Pérez, los maestros son los culpables de tanto fracaso escolar. En pocas palabras los acusó de no estar lo suficientemente preparados para ejercer la docencia y les manda a hacer un PIR. Y si se levanta la veda, irá y solo faltará que a los abogados los manden a hacer un AIR y no digamos a los jueces, sobre todo al del Constitucional, que los mandará a hacer un JIR. Y a los políticos seguro que les indulta de la reválida por aquello de la repetición del copyright de siglas y letras. Y es que en el fondo, se aprecian.

Y entre un ir y venir, Rodríguez –el que aún cobra de presidente- también hizo su gracia. Su amago del adelanto con puntos suspensivos fue portada de noticiero. Al menos, él no ha perdido la gracia, el humor. Más que el humor, la ironía y el sarcasmo que le han acompañado en todo su paso por la Moncloa. Y ante tanto sarcasmo, doscientas mil voces se levantaron para decir que allí estaban, indignados, en movimiento uniformemente acelerado y des-acampado. Des-acampado y sin plataforma que los regularice.

Sus acampadas se reducen a la democracia local. Sus asambleas a una democracia minoritaria, comunal y puntual. No se definen ni aportan grano alguno. Es fácil la queja y el disgusto. Se estructuran como una comunidad de vecinos y poco más, aunque se prevé un éxito a medio plazo. La quinta columna de los ya llamados marca blanca planea su adiestramiento con miras al próximo marzo. Se mantiene presencia y movimiento. Y ellos no son los culpables, no. Ellos son las víctimas, nos recordarán. ¡Como si los demás no existiéramos y no tuviéramos que trabajar más horas, cobrar menos sueldo y pagar más impuestos!.

Mientras los municipios parecen ponerse las pilas ante la situación real, la que marcan las cuentas habidas y debidas, mientras empiezan a moverse las notificaciones de tributos, impuestos y tasas, la movida se acalla. Grecia, Portugal, Irlanda están bajo el punto de mira de los españoles y de los europeos. El gobierno marca diferencia e intenta distanciarnos de ellos. Y en ellos se escuda para los próximos recortes bajo los dictados de los germanos.

El IVA y venía nos volverá a sorprender. Seguramente será en plena operación salida sin posibilidad de indignación ni movimiento que lo secunde. O en el del retorno, con las energías ya gastadas y la ira desconvenida. Cotizaremos al alza y escuraremos los bolsillos con el pago de tanta matrícula y libro de texto al regreso de algunas vueltas. Y lucharemos ya no por honor ni por valores que ya hicieron historia. Lucharemos por unas siglas que nos recuerdan un continente, un viejo y ya cansino continente, que sólo sabe de guerras y de luchas separatistas y divisorias.

Y seguiremos cotizando al alza, en impuestos, costes y precios. Y a la baja en prestaciones, subsidios y en aquella calidad de vida nunca imaginada. Y por eso mismo, por no imaginada, la perderemos baja la indignación acallada de muchos, vociferada de pocos.

De pocos que no cotizan, pero que trabajan la palabra de quienes domados por la retórica del poder, duermen el sueño de los dioses pensando que alguien, algún día, les despierte de aquella pesadilla que un día se llamó crisis, que a la mañana siguiente se desautorizó, y que tras años de rumores se infectó en aquella horchata que circulaba por nuestras venas, blanquecina, turbulenta, y que a borbotones empujaba para llegar al mismo origen de siempre.

Y la culpa volvía a ser de los maestros, aquellos maestros quienes -según Alfredo- no fueron capaces de hacer discernir a sus alumnos que la gimnasia nada tenía que ver con la magnesia. Aquellos maestros quienes –según Alfredo- tampoco supieron o quisieron hacer ver a sus alumnos –no de ahora, sino a sus alumnos de antaño- que la educación no empieza ni termina en el colegio, que la familia, el entorno societal, la televisión, la corrupción, el desánimo, también influyen en el fracaso.

Y en el fracaso colectivo. Y en la indignación colectiva. ¡Y mira que tener que esperar al final de la legislatura para darse uno cuenta de ello!. ¿Superaría el PIR algún profesor de Alfredo? ¿O Alfredo mismo?.


PUBLICADO EL 22 JUNIO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

TOLERANCIA SIN LÍMITES O LÍMITES SIN TOLERANCIA

Dicen que ante cualquier conflicto, una respuesta equilibrada, o lo que es lo mismo, el uso y abuso del término medio, de la negociación y demás términos de análogo significado, suele ser la mejor solución aportada para la resolución del mismo. Y dicen bien, cuando en el conflicto ambas partes buscan eso mismo, un entendimiento, una solución; de lo contrario, lo único que se consigue es el dominio de unos –pocos o muchos- sobre los derechos de otros.

España tiene historia de estos usos y abusos, y más que de los primeros, de los segundos. Y recientemente mucho más. Los mal llamados indignados son ejemplo de ello. El movimiento nació con carisma, y cuajó entre la sociedad en sus primeras jornadas, aunque tras la jornada de reflexión, perdió toda posible legitimidad societal.

No cabía esperar un respaldo de la población pasiva, cuando el resultado electoral no dejaba lugar dudas. Unos pocos y no tantos, no daban legitimidad alguna, ni mucho menos cuando los cauces de la representación no habían sido utilizados.

Y en esto se valen. La negación de toda representación en unas urnas bajo pretextos variados, provoca la carencia de representación y su número se reduce al monto del momento. Y su ley del momento, o la ausencia de la misma, se confronta con la emanada por unos representantes más o menos reglados del resto de la sociedad.

Unos miles de voces pueden y deben ser oídas, y aunque fueran sólo unas docenas de ellas, también tendrían y deberían de ser oídas. Varios millones de voces al unísono ya no solo pueden ni deben ser oídas, sino que además tienen derecho a decidir. Y aquí es donde la tolerancia de la indecisión, o la oportunidad de la decisión del momento, han vuelto a fallar.

Y España es diferente. Parece como si las leyes se elaboraran sólo con el ánimo de incumplirla. La arbitrariedad de quien debe de aplicarla, la indecisión, la interpretación misma, o las circunstancias que rodean los intereses de quienes están obligados –y cobran por ello- a emprender unas determinadas decisiones en beneficio del resto de la sociedad, difumina el espíritu de toda ley, de todo reglamento, de toda decisión.

La tan llamada seguridad jurídica, nuestro propio prestigio interior y exterior, nuestras ya propias ausentes escalas de valores, gozan ya de tan poca credibilidad, que no es de extrañar el trato que desde el exterior se nos brinda. Desde el exterior y desde el interior.

Aquellos primeros reaccionarios ante la pasividad societal se fueron difuminando en minúsculas células anarquistas, antisistemas y representantes de la ley del mínimo esfuerzo. Aquellos campamentos se volvieron okupaciones en una selva urbana, donde la ley del más fuerte compite con la ley reglada.

En pocas jornadas, dos sociedades bien distintas se vieron compartiendo espacio. Espacio sufragado por unos, y disfrutado por otros. Instituciones, servicios, derechos, sufragados por unos, disfrutados por otros. En una de estas dos sociedades confrontadas, los deberes, los impuestos, el deber al trabajo, la hipoteca, seguían estando presentes, sin derecho a paralizar contribución alguna. En la otra, protegida por esta indecisión, marcaba la diferencia entre lo reglado y lo anárquico. Y la indignación se volvía acomodo. Y la resignación, indignación.

No había término medio. Y el futuro está ya escrito. Mal escrito. Aquella ya histórica jornada de reflexión tras los atentados del 11-M fue la señal. Aquella indisciplina ha sido absorbida ahora y en otras circunstancias, por otras concentraciones. Y seguirán sin duda. Y volverán a aparecer. Sin límites. La indecisión no se llama solidaridad, sino injusticia. La indecisión no se llama tolerancia, sino complejo de inferioridad.

Y lo inteligente, mal que le pese a ZP y a Alfredo Pérez , hubiera sido establecer unos límites, una raya entre lo correcto y lo incorrecto, una decisión o un punto de partida. Lo no inteligente ha sido dejar que fueran los menos, quienes impongan su ley, su límite, su raya.

¡Y esto sí que no es democracia!.


PUBLICADO EL 15 JUNIO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

¡Y UN PEPINO !

La verdad es que el título de hoy no ha sido nada difícil. Más bien, es una obligación para con todo el sector hortofrutícola español. Me imagino a nuestro ZP engalanado al máximo y dirigiéndose a la máxima mandataria alemana cuando ésta nos hable de apretar cinturón y de trabajar más horas por menos sueldo, y decirle aquello de ¡y un pepino!. Pero no, por mucho que uno sueñe, Zapatero nunca diría eso a una señora. Zapatero es un galante. Como mucho hablaría de brotes verdes, y aún sin quererlo, estaría poniendo el dedo en la llaga.

Luego, cuando alguno de aquellos seiscientos asesores de la Moncloa le felicitara por el acierto, me imagino disculpándose a diestro y siniestro, y firmando el cheque en blanco para el despido libre y sin subsidio alguno. Pero no hará falta llegar a los brotes verdes de soja para tal extremo. Muy por seguro que los quince minutos que le faltaban a Alfredo Pérez para conseguir el acuerdo entre la patronal y sindicatos, se traducirá en eso mismo: muchas horas de trabajo por menos sueldo; mucho más despido libre y menos indemnizaciones, y no digamos del tiempo cotizado para cobrar una pensión. ¡Que no todos somos senadores!.

Y eso que aparece Antich y dice que se va al Senado. Y eso que ha perdido las elecciones… ¡Si llega a ganarlas se va a la Moncloa directamente !. ¿Por qué necesitamos un balneario de políticos? ¿Creen ustedes que si desapareciera el Senado, el pueblo llano lo notaría?

Lo notarían nuestros bolsillos, sin duda. Al menos por el ahorro en nuestros impuestos. Impuestos, mira por donde, que este año parece habían desaparecido de la faz municipal. Cada año durante el mes de abril suelen publicarse los calendarios para ejercer de buenos contribuyentes. Y mira por donde, estamos en junio y aún no nos han dado la buena noticia de cuanto nos costará alimentar el desaguisado local. Claro, no era conveniente asustar con cientos de euros, miles en según qué casos, al posible votante de lo público.

Ahora, y tras el descalabro de votos, será el nuevo gobierno municipal, insultar y regional quien de la mala noticia de que el erario está vacío. Y no tan sólo vacío sino que agujereado. Ahora van y sueltan lastre quienes dicen ser acreedores de lo público. ¿Por qué han callado voces hasta ahora? ¿Acaso tenían miedo de represalias políticas? ¿O simplemente apuestan por el caballo vencedor?

Y ante tanto gasto superfluo, te desanima leer los miles de euros que se han gastado en propaganda electoral y por supuesto, los miles de euros que recibirán las formaciones políticas por los escaños y votos obtenidos. ¿Dónde está el ahorro comedido? ¿Dónde están las políticas de austeridad que han ido proponiendo a sus trabajadores? ¡Y un pepino!, les diría algún indignado trabajador a tanta clase política que sólo ha sabido satisfacer sus más oscuras necesidades.

Y de indignado a más indignados. Una cosa es el movimiento 15 M –aún no se sabe muy bien, ni quien empezó ni para qué empezó- y otra muy distinta es que los futuros turistas encuentren alojamiento gratuito en nuestras plazas, bajo una acampada en terreno de todos para el disfrute de unos pocos. Y si tienen que esperar okupando plazas hasta el próximo mes de marzo, lo tenemos claro. Claro está que, tras lo visto en la jornada de reflexión tras el 11-M, ya nada es imposible en España. Y si gobierna el PSOE, aún menos imposible.

Sino, que se lo pregunten a Zapatero, que de tanto ver brotes verdes, van y le nacen pepinos de palmo y medio. Y los alemanes, con tanto oír hablar de estos mismos brotes verdes, identifican a los suyos, como nuestros.

Y aún los criticamos.



PUBLICADO EL 8 JUNIO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.

EL SUELO SE NOS MUEVE

Si el mes pasado el tema tratado fue sobre Fukushima y todo lo acaecido en tierras del Sol Naciente, al ponerme manos al teclado para el escrito de este mes de junio, la actualidad informativa no nos depara demasiada benevolencia. También es verdad que cuando estas líneas salgan a la calle, formando parte de un todo llamado boletín, muchos serán los que tendrán miras en otras noticias, en otras realidades. Si el verano que se acerca, si Sant Joan ya presente; fiestas, verbenas y demás excusas para el merecido descanso y disfrute, y como no, el agobio veraniego.

Lorca ha sido la causa de que España entera haya enmudecido. Enmudecido de tristeza, de solidaridad, de hacer frente común con un pueblo en que la naturaleza se ha cebado sobre ella. Y ha sido Lorca, pero podría haber sido cualquier otro municipio. Podría haber sido Menorca entera la que hubiera padecido aquellos temblores, aquel desastroso corrimiento de suelo, que pusiera a prueba nuestros cimientos como pueblo, nuestro cimiento como estructura social.

Las imágenes de Lorca compartieron espacio con la campaña electoral, pero aún así, desbancaron audiencia a estos últimos. Los colores verde, amarillo y rojo-negro, rememoraban en nuestras mentes peliculeras historias en que las epidemias diezmaban a la población y los habitáculos eran señalados para su quema y destrucción. La realidad, esta vez hará que la población no correrá el mismo destino que los habitáculos, pero en cierta manera, algo de ella se pierde.

Nueve fueron las personas que en un primer momento perecieron tras el temblor. Cientos los heridos. Miles los que se quedaron sin vivienda. Y muchos más los que durante el resto de sus vidas, aquellas imágenes pasarán inalterables durante sus noches y sus días.

Electricidad, agua, saneamiento, canalizaciones, transporte, teléfono, abastecimiento y tantos otros cotidianos actos que diariamente no damos importancia por estar incluidos en nuestra rutina diaria, perecerán en un instante. En un instante todo el castillo de naipes se habrá derrumbado. Y con ello, nuestra apuesta de futuro, también se tambaleará a la vez de las réplicas.

La lotería, ésta que tantas pocas veces alcanza ilusionar a alguno de nosotros, de un plumazo, sin apuesta alguna, desilusiona a una sociedad entera. Tantos años de lucha, de empeño en formar un hogar donde hacer aquel nido humano, la fuerza de la naturaleza lo retrae a polvo y tierra, a ruina y desolación.

En tiempos pretéritos se interpretaría sin duda como un castigo divino. En los actuales, los intereses derivarían hacia la destrucción, o como menos, la intervención del hombre sobre la naturaleza. Y conjugándolas, se desautorizan. Ni lo uno, ni lo otro. Al final, reconocer nuestra pequeñez ante el conjunto del universo y sus leyes, simplifica el entendimiento.

Mientras estoy tecleando este escrito, una avería eléctrica me recuerda la pequeñez de la que hablaba en el párrafo anterior. Me quedo a oscuras y sin ordenador. La calle permanece oscura. La cocina se me declara en huelga y la caldera no me calienta el agua. Sólo ha sido una hora y parece como si el mundo retrocediera a los tiempos de nuestros padres.

Solo ha sido mi barriada. Las comunicaciones se mantienen y la gente circula por la calle. El agua canalizada, aún a pesar de los nitratos, sigue presente en nuestros domicilios. Nuestras casas siguen en pie y nuestras camas acogen nuestro descanso.
Unos kilómetros más al oeste, muchos agradecerán poder cobijarse bajo una lona y sobre un colchón. No pedirán nada más. Y agradecerán simplemente el poderlo necesitar. Y es que el ser humano es conformista cuando necesita serlo. La naturaleza aún en esto, nos apoya. Se mueve, si. Y nos movemos, también.


PUBLICADO en el número del mes de JUNIO de 2011, en EL BULLETÍ DEL CENTRE DE PERSONES MAJORS. Area de Acció Social. Consell Insular de Menorca

TODO POR LA PATRIA

Era el lema que aparecía en las entradas de los acuartelamientos. Supongo –espero y deseo- que aún hoy, donde los haya, sigan manteniendo erigido el espíritu de servicio a esta patria común, nación, estado o país, o como quiera denominársele ahora. Eran otros tiempos, también es verdad, cuando la mayoría de españoles pasábamos un periodo de nuestra juventud en adquirir unos compromisos patrios, y a su vez, acostumbrarnos a una disciplina muchas veces incomprendida, pero que a lo largo de nuestra vida posterior, nos ha gratificado.

Se finiquitó la milicia obligatoria y se reagruparon las tropas según las necesidades del momento. Al cabo de los años, un buen día, pese a cualquier pronóstico, una mujer desembarcó en la jefatura política de estos ejércitos. Las lupas dirigieron sus miradas en busca de cualquier tropiezo, de cualquier errada que la hiciera vulnerable. Carme Chacón resistió el embate machista de esta sociedad, y se ganó el respeto de sus subordinados. A la vez que se los ganaba, también se ganaba al público que veía en ella un nuevo modelo de hacer patria, un nuevo modelo de hacer política.

Debió incluso llegar a creerse que la igualdad en España era posible, y que el machismo estaba desterrado. Pero no, una parte de la población política, pese a la cremallera fotográfica, sigue buscando en el liderazgo masculino, las soluciones a todos los males. La democracia, a veces y en según qué lugares, no es buena consejera. Y en casa de uno, menos aún. Y eso que lo intentó, pero no. No hubo ni votos ni oportunidad.

¿Qué pensará su homóloga Leire Pajín sobre la retirada de Carme Chacón? ¿Dirá que ha sido por una presión machista, una presión política o simplemente una decisión personal?. Tampoco es que nos importe mucho su pensamiento. Lo que si nos importará será por lo otro. O sea, por el sucesor. O sea, Alfredo Pérez. Quien por cierto, diez segundos y…….nueve décimas en los cien metros, eso sí, cuando murió Franco. Y de eso ya hace años.

Y no se lo pierdan, Alfredo Pérez, también era nieto de republicano. Como Zapatero. Y además…. hijo de un aviador sublevado contra la República. Y además dicen que va a ser quien va a terminar con la ETA. Y eso que en su día negó repetidamente que el Gobierno estuviera implicado con el GAL. Como también es de suponer que haya negado cualquier relación del ministerio de Interior con el caso Faisán. Y eso que de joven le decían renovador. Que le acusaron de ser antiguerrista. Y que estaba cansado.

En una entrevista realizada por el periodista Juan José Millás en junio del año pasado, Rubalcaba le manifestó que no quería ser vicepresidente y que no quería volver a la Moncloa. ¡Y ahora, va, y se postula como candidato a presidente!. Y aquí, o bien Zapatero ha vuelto a meter la gamba, o simplemente, quien mande dentro del PSOE ha metido la pata hasta en el fondo del fango. Y no es para menos. Rubalcaba representa la oscuridad de miras, el pasado, la dictadura dura y pura de un gobierno sin ideas, de un gobierno vendido a los banqueros, a los dictados de los países más ricos. En contra, Carme Chacón, representa la apertura a la sociedad, el buen talante que nunca se ha encontrado en los dictados del Gobierno, el progreso tan esperado por muchos, el futuro, vamos. Y sin sospechas.

Y la decisión unipersonal, individual u orgánica, tanto da, sólo reafirma la poca o nula democracia interna que existe en el seno del partido que se dice socialista, además de obrero y español. Democracia interna inexistente. Tutelada con la excusa de no quebrar la unidad. ¿Acaso creen que colocando cadenas y mordazas soldarán las fracturas abiertas? ¿Por qué no aprovechar este debacle en los comicios para rejuvenecer la cúpula socialista y dar salida a una nueva ilusión? ¿Por qué desperdiciar este año, y los próximos, por el sólo hecho de salvar la inoperancia de Rodríguez, Zapatero para más señas?

Y la decisión de Carme Chacón aparece bajo la disciplina del acuartelamiento. No por la patria, sino todo lo contrario. Al someterse bajo la disciplina del partido, lo ha dado todo por el partido, aunque por ello mismo, su patria, su estado, su nación, su país, o como quiera llamársele, salgan perdiendo.

O eso, o un temor oculto.


Aunque como en la mili, el valor, se le supone.


PUBLICADO EL 1 JUNIO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.