De momento y según Alfredo Pérez, los maestros son los culpables de tanto fracaso escolar. En pocas palabras los acusó de no estar lo suficientemente preparados para ejercer la docencia y les manda a hacer un PIR. Y si se levanta la veda, irá y solo faltará que a los abogados los manden a hacer un AIR y no digamos a los jueces, sobre todo al del Constitucional, que los mandará a hacer un JIR. Y a los políticos seguro que les indulta de la reválida por aquello de la repetición del copyright de siglas y letras. Y es que en el fondo, se aprecian.
Y entre un ir y venir, Rodríguez –el que aún cobra de presidente- también hizo su gracia. Su amago del adelanto con puntos suspensivos fue portada de noticiero. Al menos, él no ha perdido la gracia, el humor. Más que el humor, la ironía y el sarcasmo que le han acompañado en todo su paso por la Moncloa. Y ante tanto sarcasmo, doscientas mil voces se levantaron para decir que allí estaban, indignados, en movimiento uniformemente acelerado y des-acampado. Des-acampado y sin plataforma que los regularice.
Sus acampadas se reducen a la democracia local. Sus asambleas a una democracia minoritaria, comunal y puntual. No se definen ni aportan grano alguno. Es fácil la queja y el disgusto. Se estructuran como una comunidad de vecinos y poco más, aunque se prevé un éxito a medio plazo. La quinta columna de los ya llamados marca blanca planea su adiestramiento con miras al próximo marzo. Se mantiene presencia y movimiento. Y ellos no son los culpables, no. Ellos son las víctimas, nos recordarán. ¡Como si los demás no existiéramos y no tuviéramos que trabajar más horas, cobrar menos sueldo y pagar más impuestos!.
Mientras los municipios parecen ponerse las pilas ante la situación real, la que marcan las cuentas habidas y debidas, mientras empiezan a moverse las notificaciones de tributos, impuestos y tasas, la movida se acalla. Grecia, Portugal, Irlanda están bajo el punto de mira de los españoles y de los europeos. El gobierno marca diferencia e intenta distanciarnos de ellos. Y en ellos se escuda para los próximos recortes bajo los dictados de los germanos.
El IVA y venía nos volverá a sorprender. Seguramente será en plena operación salida sin posibilidad de indignación ni movimiento que lo secunde. O en el del retorno, con las energías ya gastadas y la ira desconvenida. Cotizaremos al alza y escuraremos los bolsillos con el pago de tanta matrícula y libro de texto al regreso de algunas vueltas. Y lucharemos ya no por honor ni por valores que ya hicieron historia. Lucharemos por unas siglas que nos recuerdan un continente, un viejo y ya cansino continente, que sólo sabe de guerras y de luchas separatistas y divisorias.
Y seguiremos cotizando al alza, en impuestos, costes y precios. Y a la baja en prestaciones, subsidios y en aquella calidad de vida nunca imaginada. Y por eso mismo, por no imaginada, la perderemos baja la indignación acallada de muchos, vociferada de pocos.
De pocos que no cotizan, pero que trabajan la palabra de quienes domados por la retórica del poder, duermen el sueño de los dioses pensando que alguien, algún día, les despierte de aquella pesadilla que un día se llamó crisis, que a la mañana siguiente se desautorizó, y que tras años de rumores se infectó en aquella horchata que circulaba por nuestras venas, blanquecina, turbulenta, y que a borbotones empujaba para llegar al mismo origen de siempre.
Y la culpa volvía a ser de los maestros, aquellos maestros quienes -según Alfredo- no fueron capaces de hacer discernir a sus alumnos que la gimnasia nada tenía que ver con la magnesia. Aquellos maestros quienes –según Alfredo- tampoco supieron o quisieron hacer ver a sus alumnos –no de ahora, sino a sus alumnos de antaño- que la educación no empieza ni termina en el colegio, que la familia, el entorno societal, la televisión, la corrupción, el desánimo, también influyen en el fracaso.
Y en el fracaso colectivo. Y en la indignación colectiva. ¡Y mira que tener que esperar al final de la legislatura para darse uno cuenta de ello!. ¿Superaría el PIR algún profesor de Alfredo? ¿O Alfredo mismo?.
Y entre un ir y venir, Rodríguez –el que aún cobra de presidente- también hizo su gracia. Su amago del adelanto con puntos suspensivos fue portada de noticiero. Al menos, él no ha perdido la gracia, el humor. Más que el humor, la ironía y el sarcasmo que le han acompañado en todo su paso por la Moncloa. Y ante tanto sarcasmo, doscientas mil voces se levantaron para decir que allí estaban, indignados, en movimiento uniformemente acelerado y des-acampado. Des-acampado y sin plataforma que los regularice.
Sus acampadas se reducen a la democracia local. Sus asambleas a una democracia minoritaria, comunal y puntual. No se definen ni aportan grano alguno. Es fácil la queja y el disgusto. Se estructuran como una comunidad de vecinos y poco más, aunque se prevé un éxito a medio plazo. La quinta columna de los ya llamados marca blanca planea su adiestramiento con miras al próximo marzo. Se mantiene presencia y movimiento. Y ellos no son los culpables, no. Ellos son las víctimas, nos recordarán. ¡Como si los demás no existiéramos y no tuviéramos que trabajar más horas, cobrar menos sueldo y pagar más impuestos!.
Mientras los municipios parecen ponerse las pilas ante la situación real, la que marcan las cuentas habidas y debidas, mientras empiezan a moverse las notificaciones de tributos, impuestos y tasas, la movida se acalla. Grecia, Portugal, Irlanda están bajo el punto de mira de los españoles y de los europeos. El gobierno marca diferencia e intenta distanciarnos de ellos. Y en ellos se escuda para los próximos recortes bajo los dictados de los germanos.
El IVA y venía nos volverá a sorprender. Seguramente será en plena operación salida sin posibilidad de indignación ni movimiento que lo secunde. O en el del retorno, con las energías ya gastadas y la ira desconvenida. Cotizaremos al alza y escuraremos los bolsillos con el pago de tanta matrícula y libro de texto al regreso de algunas vueltas. Y lucharemos ya no por honor ni por valores que ya hicieron historia. Lucharemos por unas siglas que nos recuerdan un continente, un viejo y ya cansino continente, que sólo sabe de guerras y de luchas separatistas y divisorias.
Y seguiremos cotizando al alza, en impuestos, costes y precios. Y a la baja en prestaciones, subsidios y en aquella calidad de vida nunca imaginada. Y por eso mismo, por no imaginada, la perderemos baja la indignación acallada de muchos, vociferada de pocos.
De pocos que no cotizan, pero que trabajan la palabra de quienes domados por la retórica del poder, duermen el sueño de los dioses pensando que alguien, algún día, les despierte de aquella pesadilla que un día se llamó crisis, que a la mañana siguiente se desautorizó, y que tras años de rumores se infectó en aquella horchata que circulaba por nuestras venas, blanquecina, turbulenta, y que a borbotones empujaba para llegar al mismo origen de siempre.
Y la culpa volvía a ser de los maestros, aquellos maestros quienes -según Alfredo- no fueron capaces de hacer discernir a sus alumnos que la gimnasia nada tenía que ver con la magnesia. Aquellos maestros quienes –según Alfredo- tampoco supieron o quisieron hacer ver a sus alumnos –no de ahora, sino a sus alumnos de antaño- que la educación no empieza ni termina en el colegio, que la familia, el entorno societal, la televisión, la corrupción, el desánimo, también influyen en el fracaso.
Y en el fracaso colectivo. Y en la indignación colectiva. ¡Y mira que tener que esperar al final de la legislatura para darse uno cuenta de ello!. ¿Superaría el PIR algún profesor de Alfredo? ¿O Alfredo mismo?.
PUBLICADO EL 22 JUNIO 2011, EN EL DIARIO MENORCA.