DE BRIBONES Y FORTUNAS.

Decir que España está llena de bribones y de fortunas, y muchos más de lo que uno se pudiera imaginar en tiempos de crisis, no es revelación de ningún secreto, ni motivo para rasgarse las vestiduras. Y aunque fuera motivo –que lo es- éstas ya deberían estar rasgadas desde hace mucho tiempo, y no de ahora, precisamente.

El título me ha gustado por la coincidencia –vaya casualidad- de que los barcos que han tenido alguna relación en la vida del actual titular de la monarquía española, tuvieran estos nombres. Quince Bribones –en realidad la relación la tuvo con menos, que ya son muchos- y tres Fortunas –vaya por Dios-, son ya demasiados. Aunque eso sí, en unos patroneaba y en los otros, paseaba.

Y el último con que paseó, se jubila. Se jubila, lo jubilan o lo venden –o lo intentarán, dicen-. O al menos, lo apartan de las vistas. Dieciocho millones de euros son muchos millones y no digamos de pesetas. Tres mil millones de pesetas por un yate son muchos millones. Tres mil millones de pesetas por un regalo, es mucho regalo. Y no tan sólo esto, sino el coste del mantenimiento y de la tripulación. Y hablando de regalos podríamos añadir el palacio de Marivent y el coste que acarrea su mantenimiento, pero quienes tienen que decirlo, callan y así seguimos, por los siglos de los siglos.

Y uno piensa con sangre fría -que la caliente hace ya tiempo que se le enfrió- que así, con tales medios, es fácil que le guste a uno el mundillo de la mar. Y de la caza. Y de los viajes. Y de las causas solidarias. Y de representar a España. Y de dar la mano y besar la mejilla al soviético de turno. ¡Que yo también me apunto! ¡Y con menos ostentosidad!.

Y como la cosa viene a tiro, de regalos también hay muchos. Ahora resulta que no tan sólo al monarca se le hacen regalos, sino también a los yernos de los presidentes. En las bodas, claro. ¿Quién no ha hecho algún regalo de boda en su vida? Pues eso. ¡Que uno ya no tiene vestiduras que rasgarse!. Y eso por no hablar de sobres. ¿Quién no ha recibido alguna vez un sobre con dinero? Yo mismo, en Navidades, cuando de pequeño –y de mayor también- cuando me daban el “aguinaldo” en casa de mis abuelos, muchas veces me lo daban en un sobre. ¡Y no lo declaraba a Hacienda!. Ni tampoco eran tan abultados, todo hay que decirlo. Y una vez al año y no cada mes. Y sobre todo, dinero restado de sus pocos ahorros y ridículas pensiones, que todo hay que decirlo.

Y no fueron precisamente los regalos a los yernos, ni los sobres que nunca vio ni supo –eso al menos dice- el ex presidente José María, lo que acaparó los titulares de los medios, sino sus ganas de volver. O de minar el casco de la nave de Rajoy. Y suerte tuvo que Rajoy es gallego y practica de serlo. Que si llega a ser vasco o asturiano, le canta las cuarenta y lo manda a freír espárragos a Oropesa. Pero él mismo se lo guisó, como Juan Palomo. Y las filas se cerraron en torno a un Mariano que ganó enteros sin decir nada –ya estamos acostumbrados a ello- , y dejaron en su sitio -en el retiro también- a un José María ya sin imagen y sin bigote.

Y una retirada es una victoria, aunque pocos la practiquen. Pocos he conocido, que tras el momento oportuno, se hayan retirado de la esfera pública y hayan dejado paso a nuevas generaciones. Tal vez por ello, por ser pocos, se les reconoce y se les aprecia por ello. Tanto en la política como en el ámbito profesional. El reconocimiento tiene que recibirse, no buscarse.


También es cierto, que algunos que figuran en las enciclopedias, en las hemerotecas y en las galerías de gente ilustre, fueron a buscarlo. Otros en cambio se lo ganaron perseverando en el quehacer diario. Y aquí está la diferencia de quienes sencillamente trabajaron el producto y quienes se aprovecharon de él. De los honrados. Y de los bribones, por qué no, de los afortunados.

PUBLICADO EL 28 MAYO 2013, EN EL DIARIO MENORCA.