EL DECRETO DE LA HISTORIA

O la historia por decreto, más bien.  De todos es sabido que la historia la escribieron  los vencedores, y que el trabajo del historiador, más que memorizar hechos históricos estriba más bien en buscar la verdad en todo lo escrito. Actualmente, ya no la historia, sino el presente mismo, es dictado por decreto.  Decreto del gobernante, del opositor,  de los medios de comunicación, incluso de los propios sujetos pasivos que de tanto en tanto, opinan.

Nos pasa con el relato de la guerra civil, ahora cuando quienes la padecieron ya no se encuentran entre nosotros.  Si antes, los unos eran los buenos, ahora lo son los otros, por muchos crímenes que lleven a la espalda los otros y los unos.  Y por decreto se declara ilegal un cántico, mientras en defensa de lo mismo, se aplaude al otro.  Vamos, que poco a poco, Maduro va estirando sus brazos en la geografía española, e impone su estilo de democracia que tanto gusta a Iglesias y Puigdemont.

Y del pasado adentrémonos  al presente, y por qué no, al futuro.  Cataluña es el futuro, o tal vez, todo lo contrario.  Un sin futuro.  Pero un sin futuro que nos condiciona al resto. Las acciones u omisiones que se tomen, nos afectarán a los demás.  Y es triste que así sea.  Y no tan sólo pienso en estos catalanes celosos de tapar todos los casos de corrupción que les pesa sobre sus conciencias, sino también en los que se dicen españolistas y que pretenden sacar partido, tajada más bien, de lo que se cueza en aquellos lares.

Por un momento la historia nos devuelve a los tiempos de Cuba, Guinea, y del Sahara.  Aprovecharon la debilidad y las crisis internas, las traiciones, los negocios e intereses de otras potencias, para emanciparse de España. Y era normal. Eran colonias, eran ocupaciones de libro de texto

El caso de Cataluña es distinto.  El libro de texto lo van escribiendo a su antojo, como la historia misma, dictada por decreto.  Como el relato de aquella “bona gent catalana” que siglos atrás invadió Menorca y mató todo reducto de aquellos pobladores anteriores.

Y tengo que decir que poco me importa lo que les ocurra a los catalanes si quieren irse. Allá ellos.  Incluso más contento si deciden irse y se van. Aunque también es cierto que no sería justo que una minoría de catalanes decidieran por el resto acallado.

Y más triste, y esto sí que me preocupa, es que algunos iluminados decidan que debemos irnos con ellos.  Y un carajo. Nuestra historia no la escribiremos al dictado de unos dictadores bananeros y bolivarianos.


Amén.

PUBLICADO EL 27 DE JULIO DE 2017, EN EL DIARIO MENORCA.