DÍA DEL RETRETE

El calendario da de sobra, tanto que incluso dedicamos un día al año al retrete. Uno ya no sabe si es para tirar todo lo putrefacto de la sociedad por aquel trampolín que todo lo engulle o es que de verdad aquellos señores de la ONU no tienen otras cosas más en qué pensar.

Lo cierto es que este lunes se ha celebrado –es un decir, lo de celebrar- el Día Mundial del Retrete. Desconozco cómo sus señorías lo habrán celebrado, si yendo más veces al mismo o simplemente aprovechando atinar en la diana –en caso masculino- o aprendiendo la existencia y el uso de la escobilla –eso sin distinción de género-.

Cuando leí lo del día del retrete, la noticia me llevó a recuerdos próximos y de también de antaño. Y es que la ONU viene a decir que todos aquellos países africanos y asiáticos y de demás regiones mundiales cuyos habitantes no defecan en un wáter, son partícipes de envenenar el agua potable que nos bebemos. Y no es así. Otra cosa es que sus industrias –y algunas no tan lejos- viertan sus productos de desecho inadecuadamente. Pero una cosa es un wáter, y otra el saneamiento desde las industrias. Y de ahí los recuerdos mentales.

Los próximos me trasladan a cuando el dedo acusador de algunos, se dirigió hacia los purines de las pobres vacas menorquinas. De un día para otro, aquellos nitratos que hacen nada potable el agua que sale por el grifo de nuestras cañerías domésticas, provenían de la defecación de nuestras vacas. Sólo faltaba que alguien pidiera la pena capital para ellas o al menos, el destierro a tierras lejanas.

Los recuerdos de antaño te devuelven a aquellos “escusats” y “llocs comuns” que existían y usabas en tu infancia. Y ahora hay quienes pretenden darnos lecciones de compostaje, fertilizantes y demás. Vamos, que si fueran sus señorías de la ONU a inspeccionarlos ahora, nos dan una medalla al mérito y otra al sufrimiento. Y no digamos si hubieran ido los de Sanidad, seguro que nos lo precintan y todo. Vamos, que nos hemos vuelto tan tiquismiquis que incluso nos olvidamos nuestra propia historia vivida. Y eso que aquello, seguramente no contaminaba tanto como quieren hacernos ver.

Lo que sí contamina y mucho, son los desechos que circulan dentro de estas canalizaciones y conducciones filtrantes que la sociedad civilizada vierte al mar y a los ríos. Y no tan sólo son los productos fecales humanos quienes circulan por ellos, sino también los desechos de las industrias.

Pero claro, mejor echar la culpa a los países en vías de desarrollo.

PUBLICADO EL 22 DE NOVIEMBRE DE 2018, EN EL DIARIO MENORCA.